julio 21, 2006

La discapacidad social


Sigo leyendo este compendio del pensamiento de Illich. La primera parte fue sobre la educación y su discusión de que no es lo mismo que escuela. Para Illich la escuela es una forma de manipular el pensamiento del ser humano, negándole la capacidad creativa. A final de cuentas la escuela se convierte en una matriz en donde todos tenemos que entrar para así poder valer en la sociedad. Un autodidacta, según Illich, es un analfabeta para la sociedad moderna. La escuela tiene el monopolio de la educación y cualquier persona que intente negar esta superioridad es rechazado.

Su siguiente gran discusión y que amerita otra reflexión, es sobre el medio de transporte. Más allá de facilitar y expander la capacidad de moverse de la persona, lo que hace el medio de transporte, como el avión o el automovil, es castrar al ser humano: No puede moverse sin la ayuda de una máquina. Más que expanderle los pies, un automovil se los corta para que no pueda moverse sin él.

Poner el ejemplo de las carreteras, las cuales están diseñadas para sostener automóviles, pero si una persona intenta moverse sin ellos es un desastre. No existe la infraestructura para el peatón. Se gastan miles de millones de dólares en carreteras, en automóviles, en señalamientos, en gasolina. El automovil se ha convertido en una religión en la que se gasta demasiado esfuerzo.

Además, dice, las máquinas discriminan a la mayor parte de la población quienes no tienen la capacidad de hacerse de automóviles o tener el dinero para comprar un boleto de avión. Encima, si alguno de ellos logra ahorrar suficiente, las máquinas han dejado de ser fáciles de reparar por lo que en unos años tendrá una máquina completamente obsoleta en su casa. Las ciudades se diseñan para unos cuantos que las pueden disfrutar a costa de la inmensa mayoría que tiene que utilizar transportación pública deficiente y peligrosa.

La especialización es la forma en que algunas empresas se han hecho del monopolio del saber, de forma que unos pocos pueden tener control de la gran mayoría. Una persona hace unos años no hubiera tenido problema en abrir el cofre de su carro y arreglarle un sonido, o cambiarle el carburador. Ahora los carros manejan modernos sistemas de inyección de gasolina que sólo algunos talleres especializados pueden reparar con computadoras que grandes empresas les venden a precios exorbitantes. Todo esto demerita la calidad de vida de la gran mayoría sólo para beneficio de unos cuantos.

La última gran estocada de este sistema es el barranco al que nos dirigimos los países del tercer mundo. Desde Cuernavaca Morelos, Illich comenzó las teorías de la convivencialidad como alternativa a la autodestructiva forma de vida post-industrial. La producción por el mero hecho de producir, sin ningún otro mérito que la ganancia monetaria, está destruyendo la vida de todos aquellos involucrados directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente. La calidad del medio ambiente, las formas de vida que tienen que ser desechadas por formas más aberrantes. El consumo de comida chatarra porque no existen alternativas. Tomar Coca Cola porque no hay nada más en el refrigerador de la tiendita.

El sistema actual nos orilla a limitar nuestras preferencias a una o dos opciones que para fines prácticos significan lo mismo. Tendremos así que escoger entre caer al barranco de frente o de espalda, moviendo las pataso o en posición fetal.

La exportación de esta forma de vida industrial al Tercer Mundo está destruyendo formas de vida que durante milenios funcionaron. La migraciones masivas a la ciudad obedecen a sobreexplotaciones de tierras que durante años fueron suficiente para la gente que vivía ahí. La erosión del suelo afecta la cosecha del año siguiente y esto hace que los agricultores tengan que ofrecerse como constructores en la ciudad.

El "progreso" es sólo progreso para unos cuantos mientras que para la gran mayoría nos significa ataduras, cadenas difíciles de retirar de nuestra vida. El costo de la vida industrial no la pagan los beneficiados sino los que trabajan para ellos.

Nuestro mundo está siendo comprado por unas cuantas compañías y nosotros vamos gustosos a la tienda a comprar otra botellita de esas que ellos mismos nos han orillado a considerar como buena.

Cada vez somos más incapaces de tomar control de nuestras vidas y tal parece que cada vez estamos menos concientes de ello. Illich puede ser una linterna para encandilarnos un poco. Cuando lo termine publico la última parte de este primer tomo, que es sobre la Némesis médica como él la llama.

Es gratificante encontrar de vez en cuando mentes brillantes que aún tienen la capacidad de soñar más allá de los políticamente correcto. Tantos borregos y pericos que sólo repiten y repiten los mismos lugares comunes una y otra vez hasta que terminan convenciéndose de que este mundo es una maravilla tal y como está.

6 comentarios:

Batz dijo...

Me cuesta imaginar que los beneficiados de este sistema desee la alternativa... tampoco veo a la poblacion rebelarse en contra de lo establecido. Nos hemos convertido en una sociedad conformista y feliz con una coca en la mano, siendo capaces de comprar de vez en cuando una muestra de las macro empresas internacionales.

Un esfuerzo individual, podria ser la mejor opcion.. con el ejemplo, quiza?

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo pero para inicar algo asi necesitariomos q se iniciaran esfuerzos de educacion y creacion de una conciencia colectiva q claro tendra como oposicion a esas grandes empresas..... ahi tienen la historia del coche electrico....

En fin... uno por uno haciendo nuestro esfuerzo....

Anónimo dijo...

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