agosto 30, 2010

Éxodo

La cobardía se define como la degeneración de la prudencia. La mañana del lunes desperté con una frase en mi cabeza escrita por Lorenzo Zambrano: Los que se van de Monterrey son cobardes.

La ciudad se encuentra en pleno éxodo. Para quienes han puesto atención al segundo texto del Antiguo Testamento podrán recordar que la principal razón para el movimiento masivo del pueblo elegido no fue encontrar un lugar mejor, sino huir de sus demonios. La salida del hogar resulta así no una aspiración, sino una única y dolorosa alternativa. Uno sale de casa no porque quiera un mejor futuro, sino porque el que se tiene enfrente es insuficiente. Parece un juego de palabras pero no es lo mismo.

Monterrey se encuentra secuestrado. Se ha vuelto el nudo del conflicto entre las distintas bandas criminales. No es únicamente el espacio o las posibilidades para transportar, son los consumidores cada vez más adictos y con inmejorable poder adquisitivo, la serenidad y tolerancia de las autoridades frente a los niños bien de la ciudad. Su demanda provocó una oferta, pero esta competencia no tuvo reglas.

No es sólo el éxodo de las familias pudientes al otro lado de la frontera o, irónico, a la Ciudad de México por motivos de seguridad. Es también el éxodo de los mortales de sus rutinas normales. El sábado fui a comer a un restaurante de mariscos en Santiago que en otro momento habría tenido que esperar para ser atendido. Ese día éramos los únicos comensales quizá con otras dos familias. Es el éxodo de nuestros pensamientos, que ahora sólo rondan asuntos de inseguridad y paranoia. Es la dolorosa decisión de dejar al ser y sus actividades que le daban identidad.

Yo no sé si se trate de un asunto de cobardía. Encuentro tantas reflexiones y explicaciones en revistas, periódicos y redes sociales que podríamos encontrarle una buena razón a cada una de ellas. Sí creo sin embargo que la salida de amigos y conocidos de la ciudad no puede ser una buena noticia, ni para el que se va ni para el que se queda. El desmembramiento de una sociedad y su desprendimiento del lugar donde se desarrolló lo dejará amputado emocionalmente. Las historias que rondan en libros y testimonios de individuos que tuvieron que dejar sus países en los tiempos de las dictaduras son reveladores. Tomás Eloy Martínez escribió un libro lacerante que fue publicado poco antes de su fallecimiento. Purgatorio contaba la historia de una mujer que huyó de la dictadura argentina y que dedicó la mayor parte de su vida para intentar encontrar a su esposo desaparecido por los militares. Habérselo encontrado en un café neoyorkino, conversando tranquilamente y a la edad en la que ella lo dejó de ver, la devolvió a la vida. La ausencia de los seres amados y del espacio de vida dejan al ser humano en un purgatorio, en una espera perpetua que no se rompe sino hasta recuperar lo perdido.

Los que se quedan se enfrentan a un lugar desolado. En teoría son los valientes o los que no tuvieron la opción de abandonar el barco mientras aún se podía. Viven intentando mantener las rutinas que los aferren a lo que antes era su vida. El resquebrajamiento se da paulatinamente, no sólo por la ausencia de los que se han ido, sino también por el desfiguro del panorama. El molde del recuerdo deja de caber en la mañana siguiente.

No creo que el éxodo sea inevitable. Se requiere un despertar que aún no se ha dado. Hemos caminado (no sé si cobardemente) de un lado a otro, intentando sacarle la vuelta a los problemas, desde las balaceras hasta la ineptitud y complicidad de las autoridades. Pero no sólo eso, también hemos intentado no ver la complicidad que nosotros mismos hemos creado alrededor del crimen organizado. Los que ahora abandonan la ciudad lo hacen a sabiendas de que este lugar se está pudriendo. La enfermedad requiere anticuerpos, pero éstos han optado por esconderse, huyendo o quedándose.

agosto 24, 2010

Asuntos de familia

La muerte del alcalde Edelmiro Cavazos tiene varias líneas de investigación. Desde aquéllos que sostienen que sólo tuvo que ver con una lucha entre bandas por el control de la plaza, hasta los que afirman que fue con la intención de calentar una plaza que, sienten unos, ya no se la podrían arrebatar a los otros.

Desde que comenzó la disputa abierta entre el cártel del golfo y los zetas hace un año aproximadamente, se supo que los primeros habían hecho una serie de alianzas que casi les garantizarían el triunfo: el cártel de Sinaloa y los de la familia michoacana. Del otro lado, la enemistad entre los Beltrán Leyva a raíz de la traición del Chapo en 2007 los hizo acercarse a los zetas para enfrentarse a sus antiguos aliados. Parecía que la cosa estaba pintada para una rápida desaparición de los dos hijos desobedientes. Recordemos que los zetas provienen de una escisión del cártel del golfo, y los Beltrán toda su vida crecieron bajo el cobijo del cártel de Sinaloa.

Muchos de los sangrientos enfrentamientos que hemos sufrido en este año tanto en la zona de la Laguna y Chihuahua, como en Tamaulipas y Nuevo León, tuvieron que ver con una disputa en dos vías: por un lado mantener las plazas que proveían de recursos económicos a las bandas a través del tráfico de droga, los secuestros y las extorsiones, y por el otro calentar la plaza del opuesto. Este último término es conocido entre los miembros del crimen organizado como la deliberada provocación de la autoridad en las plazas de la banda opuesta para enfrentar a la sociedad con su gobierno y así exhibir las complicidades de éste último con la banda criminal enemiga.

Parecía que la intención de los del golfo y Sinaloa era quedarse con Nuevo León. Los primeros enfrentamientos fueron fuera de esta plaza. Mantuvieron estrecha comunicación con las autoridades al grado que se corrió fuerte el rumor de que hubo una instrucción de dejar hacer a aquéllos que se identificaran en los costados de sus unidades con tres letras correspondientes a las iniciales del cártel del golfo.

El secuestro y asesinato de Edelmiro puede tener muchas explicaciones y probablemente sea muy pronto para aventurarse a defender una de ellas. Sin embargo dos eventos posteriores pueden dar algo de luz sobre qué sucedió. Por un lado está el aseguramiento de una quinta en Los Cavazos con armamento suficiente para derribar helicópteros y el arresto de cuatro delincuentes pertenecientes a la familia michoacana, quienes luego confesaron ser los perpetradores directos del crimen junto con los policías municipales como cómplices. Por el otro, la casa que fue reventada en el poniente de San Pedro el lunes pasado, en donde tenían secuestradas a seis personas y sí, los secuestradores pertenecían a la familia. Seguramente los primeros atrapados hablaron sobre la casa de seguridad a cambio de una pena más cómoda.

Si tuviera que aventurar una explicación, diría que la familia michoacana, aliada del cártel del golfo, deliberadamente asesinó a Edelmiro con la intención de calentar la plaza para los zetas, contra los que poco han podido hacer por sus alianzas corruptas estratégicas que aún sostienen con gobiernos municipales y locales de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. Por más amenazas, incluyendo el asesinato de candidatos y granadas a corporaciones policíacas, los zetas se han mantenido en el corazón de estos gobernantes que les han asegurado la sobrevivencia frente al embate violento de los sinaloenses y los del golfo ¿por qué esa lealtad cuando pudieron haberse deshecho de ellos? Seguramente asuntos de familia de los que poco podremos enterarnos los mortales.

Pregunta incómoda: ¿por qué los zetas le muestran tanto respeto al Diablo Fernández, personaje que abiertamente ha reconocido tener guardias blancas en la ciudad para eliminarlos? Eso de llevarle los cuerpos a la puerta de su negocio parece más una ofrenda de amistad que una provocación, después de todo cuatro de los seis agresores sobrevivieron al levantón.


 

agosto 02, 2010

El hilo de la injusticia

(Publímetro). El uso de presos de la cárcel de Gómez Palacio para servicio de delincuentes en Torreón provocó escalofríos en la opinión pública los últimos días. Esto ha dejado a la sociedad con la verdad frente a sus ojos: los espacios de readaptación social que ya sospechábamos se encontraban completamente infiltrados por el crimen organizado es también donde se reclutan a los mercenarios que hacen el trabajo sucio de las bandas criminales. Irónicamente con nuestros impuestos estamos alimentando y vistiendo a los mismos que luego en la noche saldrán a dejarnos una ofrenda de cabezas en la plaza principal.

Yo me pregunto cómo sentirá en este momento un funcionario del ministerio público o un juez. Suponiendo que han hecho su parte al integrar el caso y llevar ante un tribunal al sospechoso. Al declararlo culpable, que sólo sucede en el 5% de los delincuentes, éste pasará un trámite administrativo que le garantizará techo y comida, además de un trabajo muy bien remunerado: seguir asesinando sin problemas.

El hilo que mantiene unido a un Estado está en la confianza entre autoridades y ciudadanos. Las lamentables noticias que escuchamos la semana pasada abren otra zanja en esta relación pues deja sin sentido mucho del trabajo de procuración de justicia en nuestro país, si con sólo corromper a la directora de un penal se puede disponer de miles de matones que no tienen nada que perder.

La respuesta del Estado frente a esta crisis debe ser contundente o puede volverse una enfermedad que contagie a la sociedad ¿Denuncio? Si hasta en el mejor y distante escenario que el culpable llegue a la cárcel, éste podrá siempre salir a matarme y volver para el desayuno. Terribles noticias para nuestro país.