agosto 05, 2009

iTunes y la información

La llegada de iTunes a México debió haber sido una noticia espectacular, y sin embargo no lo fue. Hubo uno que otro diario que lo retomó en su sección de tecnología. Lo que hay detrás de esta oferta de Apple para nuestro país es además de un intento de expansión de su mercado, un voto de confianza para México.

Es de llamar la atención que no se están ofreciendo películas y series de televisión, como sí se pueden conseguir en versiones de otros países, Estados Unidos por supuesto incluido. Tal vez se trate de una primera fase que luego será complementada con esta funcionalidad, pero sí se extraña poder finalmente conseguir series y películas que no son tan fácilmente accesibles en las tiendas de discos de nuestra localidad. También llama la atención que el precio final del producto fue más barato de lo que se esperaba. Doce pesos por canción parece una tarifa relativamente baja con respecto a lo que cuesta en otras versiones de iTunes una canción. Nuevamente aquí la apuesta debe ser a combatir el mercado de la piratería, ofreciendo un producto de calidad y con el respaldo de iTunes, frente al riesgo de comprar un disco que seguramente dejará de funcionar en un año, o frente a la descarga de música en portales que puede traducirse en descargas de programas dañinos para nuestros equipos.

El debate está sí en la confianza de Steve Jobs a México y cómo el usuario va a responder ante ese ofrecimiento, pero sobre todo está en el fondo del asunto ¿A quién pertenece la información que es comprada por un usuario? Sin entrar en debates sobre derechos de autor que están perfectamente claros en las leyes correspondientes, la situación cobra relevancia con un simple ejemplo. Cuando yo compro un libro puedo leerlo, pero también puedo prestarlo para que lo lean otros, y éstos pueden a su vez tomar notas de ese libro y guardarlas antes de devolverme el libro. Pueden incluso usarlo para hacer una tarea respetando la citación correspondiente. Finalmente yo tendré de vuelta mi libro. Esto se complica cuando no es un libro sino una canción. Supongamos que yo compro un disco compacto y guardo las canciones en mi computadora. Hasta ese momento estoy haciendo uso de un producto por el que pagué y no estoy comercializando nada ni beneficiándome de algún modo ¿Qué pasa si yo decido descargarlo a mi reproductor de música portátil? Ya tengo tres versiones del mismo producto: mi disco que sigue intacto, las canciones en mi computadora y las canciones en mi reproductor portátil ¿Sigue siendo legal que comparta? ¿Qué pasa si un amigo viene a mi casa y graba en un USB las canciones para luego subirlas a su reproductor portátil, estamos incurriendo en algún delito? ¿Hasta qué punto compartir información es ilegal? Este debate ha sido largo y ha pasado por varias fases, desde el rotundo rechazo hasta la posibilidad de que en realidad los usuarios son los que tienen el control sobre la información que han comprado.

La incertidumbre aumenta cuando se incluye el factor jurisdicción en el debate ¿Lo que sucede en Internet está sucediendo en algún país en particular? ¿Qué pasa si yo en México estoy compartiendo información en un portal de Nueva Zelanda, que además alega no tener control alguno sobre el tipo de información que se está llevando a cabo entre usuarios libres de diferentes partes del mundo? Normalmente el usuario tiene un nombre ficticio y sólo sería posible asociarlo con una persona física a través de un código TCP/IP, que es la dirección que toda computadora tiene. La extraterritorialidad de un juicio de este tipo es un avance que están comenzando a aceptar algunos juzgados en Estados Unidos, al grado que hace un par de semanas nos enteramos de un usuario que fue demandado por 4 millones de dólares por una empresa disquera ¿Es el futuro, o simplemente una excepción?

La lucha entre la libertad de la información y los derechos de autor se tornará sin duda en uno de los debates contemporáneos más polémicos, no hay que perderlo de vista. Por lo pronto la apuesta de Steve Jobs es a que haya más usuarios que prefieran pagar 12 pesos y asegurarse que están bajando algo de calidad y sin riesgos, que aquellos que sigan prefiriendo bajar su música de portales libres. Sin duda una buena noticia para México que Apple crea que somos de confianza, o al menos suficientemente de confianza como para apostarle a que las ganancias sean más que las pérdidas.