diciembre 19, 2013

Los gobernadores cumplidos

El lunes amanecimos con la noticia de que San Luis Potosí fue el estado dieciséis que dio el visto bueno a la reforma petrolera, faltando la promulgación del presidente y las reformas secundarias que harán viable lo que en la Constitución fue dibujado a grandes rasgos. El símbolo que marcó al régimen mexicano durante décadas fue derrumbado en cuestión de días.
Una de las fuerzas que se reveló (y se rebeló) durante los doce años panistas fueron los gobernadores. Representaron una resistencia difícil de dominar, y normalmente no estuvieron dispuestos a negociar. Tanto con Vicente Fox como con Felipe Calderón representaron a través de “sus” diputados y senadores un muro para cualquier reforma que se intentara aprobar en el Congreso.
Los gobernadores, sin embargo, han presentado nula resistencia a la reforma petrolera. De los primeros dieciséis que la aprobaron (de ahora en adelante los “cumplidos”), Manuel Velasco de Chiapas fue el primero en dar el regalo navideño a Peña Nieto, bien sabidas sus intenciones presidenciales. De los dieciséis, dos fueron panistas (Guillermo Padrés en Sonora y Marcos Covarrubias en Baja California Sur), uno pertenece al Partido Verde (el ya mencionado Manuel Velasco), y los otros trece fueron priístas (Campeche, Coahuila, Durango, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Querétaro, Quintana Roo, Veracruz, Yucatán, Tamaulipas y San Luís Potosí).
Faltará hacer un análisis similar cuando se tenga la votación completa, pero por lo pronto podemos comenzar a reflexionar algunas de las cuerdas que pueden estar provocando tanta atención al presidente de parte de algunos congresos locales.
De los treinta y un gobernadores en el país, ocho dejan su cargo en 2015. Es interesante que seis de éstos formen parte de los “cumplidos”. Los únicos de este grupo que no atendieron al llamado fueron Rodrigo Medina de Nuevo León y Mario Anguiano de Colima.
Los gobernadores que dejan el poder entre 2016 y 2017 son quince, y también se encuentran dentro de los que podrían buscar quedar bien con el presidente.  Eliminando a los que no pertenecen al PRI (Ángel Aguirre en Guerrero, Gabino Cué en Oaxaca, Rafael Moreno en Puebla y Mario López en Sinaloa), encontramos una tendencia similar: siete de once gobernadores pertenecen a los “cumplidos”.
El último año del presidente normalmente ya no es uno donde tenga influencia, pero sólo por hacer el ejercicio, hay cinco gobernadores que salen en 2018, dos de los cuales pertenecen a los cumplidos: Manuel Velasco que del Partido Verde y Rolando Zapata de Yucatán del PRI. El único de este grupo que ratificó apresuradamente la reforma petrolera y que rebasa el sexenio de Peña Nieto es Aristóteles Sandoval de Jalisco.
El regreso del PRI a Los Pinos ha puesto en evidencia que la resistencia de los gobernadores se disuelve ante los posibles incentivos electorales. Antes férreos defensores del status quo, hoy movilizan con entusiasmo las maquinarias políticas a favor de su presidente. Podría tratarse de una simple coincidencia, pero hay alta correlación entre el año de salida (2015-2017), y formar parte de los gobernadores “cumplidos” ¿Qué reflexiones nos puede dejar esto? Al parecer los contrapesos que tuvimos en la primera década del presente siglo sólo estaban atados a la afiliación partidista del ocupante de Los Pinos y no a un esquema institucional que nos garantice que los congresos locales tengan independencia política del gobierno central.
Es deseable que las reformas constitucionales pasen algunos filtros, por ello la propia constitución establece dos terceras partes de votación y mayoría simple en los congresos locales. En la práctica y ante lo que pudimos ver con la votación de la reforma petrolera, nos encontramos de vuelta a un régimen cuyas fuerzas políticas responden con mucha facilidad al presidente. Esto no es necesariamente una mala noticia pues permite el avance de una agenda política, pero resulta peligrosa si ésta no es producto de un consenso mínimo.
La información se obtuvo de cotejar los años de salida de los treinta y un gobernadores en México y los resultados de la votación en congresos locales publicados por la prensa nacional el lunes 16 de diciembre de 2013.

diciembre 11, 2013

Premios y Castigos

Publicado en La Jornada Aguascalientes

Si el comportamiento de nuestros legisladores es reflejo de nuestras preferencias al momento de elegirlos, es un buen momento para reflexionar sobre las señales que estamos enviando y el costo que tiene para nuestra democracia no impulsar un debate más inteligente. Para ponerlo en un caso actual, la inminente aprobación de la reforma petrolera será más producto de una oposición sin ideas que de una verdadera imposición.
Comisiones que trabajan de  madrugada, escondiendo dictámenes por dos días. Partidos que utilizan las tribunas y las calles para protestar las injusticias de los políticos como si no formaran parte del mismo cuerpo colegiado. Políticos que deciden salirse de las mesas de negociación al tiempo que exigen espacios para ser parte de ellas. Una tribuna legislativa que parece más preocupada por hablar con los que están fuera que con los que forman parte.

No intento pecar de ingenuidad,  entiendo la lógica detrás de estos comportamientos. Mientras unos buscan avanzar una agenda de gobierno lo más rápido posible, otros hacen su esfuerzo por distanciarse suficientemente de ella para congraciarse con la opinión pública y ofrecer una alternativa real en la próxima votación.  Pudimos verlo en contraparte cuando el PRD empujó con el PRI la agenda fiscal, mientras los que gritaban eran los panistas. Lo que me preocupa es que, si los legisladores actúan con base en incentivos, esto sea lo que estemos premiando como votantes.

La distancia entre los discursos de legisladores de oposición y de gobierno varía según el tema discutido, pero la reforma petrolera expone en buena medida las fallas de nuestro debate ¿Cómo podemos pasar de un consenso artificial y hueco como resultó ser el Pacto por México a una lucha ideológica sin argumentos como la que hemos visto estos días? La gran mayoría de las posiciones de senadores durante la discusión de esta iniciativa tuvieron dos tintes: aquéllos que parecían levantarse a leer o repetir ideas memorizadas, en su caso más chusco los verdes, y aquéllos que llenaron el parlamento de discursos apasionados sin sustancia, que tuvo su clímax en la mentada de madre de Layda Sansores.

¿Cómo estamos dirigiendo nuestra decisión para elegir legisladores? ¿Por qué estos personajes consideran electoralmente redituable su comportamiento, sea para ignorar el debate o para ridiculizarlo al extremo de pasiones de cantina? ¿A quién le están hablando mientras hablan? Tendríamos que pensar que existen cálculos detrás de esas acciones, o de lo contrario nos encontramos frente a personajes que no les importa lo que piensan de ellos, una conclusión mucho más preocupante.

La inclusión de oradores es una estrategia de dilación, eso me queda claro. El apasionamiento del discurso es una estrategia que busca poner un tema de la agenda legislativa en la agenda de los medios, no se hable de cercar el Senado. La idea detrás es crear consciencia en un país donde los medios de comunicación se encuentran parcialmente controlados en algunos de los canales con mayor difusión. Podrían ser útiles en el corto plazo mientras se preparan nuevas tácticas que complementen la oposición. En sí mismas me parecen acciones insuficientes.

La reflexión tendría que venir  sobre lo que nosotros premiamos o castigamos de estos comportamientos, pues es claro que en este momento la oposición no ha sido efectiva durante el debate petrolero. Necesitamos un discurso más sofisticado, pero sobre todo con mejores resultados para la oposición.  Esto tendría que pasar por una evaluación seria sobre lo que han venido haciendo, y lo que esperan ganar con ello. Si el premio de mentarle la madre a los privatizadores sigue siendo más espacios para el PRD en la próxima elección, entonces lo están haciendo bien. Si como electores queremos una oposición que gane algunas batallas más allá de la anécdota chistosa, entonces es momento de llamar a nuestros legisladores a cuentas

diciembre 10, 2013

Alquimia constitucional


Los diputados nuevamente han salido a practicar alquimia, buscando resolver con reformas los problemas de nuestro país. De un plumazo han establecido nuevas y abrumadoras responsabilidades a un órgano que en 2012 ya mostró síntomas de saturación. El consejero del próximamente extinto IFE Benito Nacif comentó el 3 de diciembre que los ordenamientos de la reforma política rebasan por mucho la capacidad técnica del órgano electoral y la integridad de las elecciones que vienen.

La alquimia se popularizó durante la edad media como un remedio para los problemas médicos, espirituales, económicos, políticos y cualquier otro asunto que tuviera que ver con la vida de la persona. La combinación de sustancias químicas, acompañadas de rituales antiguos, y la ayuda de personas trascendentes hacían que los fenómenos sucedieran. No hay que confundirla con la hechicería, pues ésa implica la participación de un mundo alterno, donde espíritus ayudan a que en éste se den las peticiones. Espero que nuestros diputados no hayan llegado a tal extremo.

El problema se asocia más con un complejo del famoso libro del Génesis. Cuando Iahvé llamó para que se hiciera la luz, ésta se hizo. Cuando pidió que las aguas y la tierra se separaran, no quedó rastro de lodo por ningún lado. Cuando los diputados llaman a la estructura política a reformarse, parecen esperar lo mismo. Al modificar los artículos asumen que todo lo demás tendrá que realizarse de manera automática. Incluso han llegado al extremo de establecer artículos transitorios que dan miedo, con redacciones tales como “que las legislaciones secundarias se adecuen a lo que establece la constitución en menos de doce meses”. Amén.

El problema viene cuando intenta ponerse en práctica lo que los legisladores opinan en las comisiones y que luego el pleno ratifica. En la reforma electoral de 2007 se estableció un ordenamiento muy peculiar para el IFE. El diagnóstico después de la elección de 2006 fue que la televisión era el principal enemigo de la democracia en nuestro país, entonces (hágase la luz) que el órgano electoral monitoreé su actividad durante las campañas. No solo eso, el IFE iba a ser el único órgano del Estado encargado de administrar los tiempos de radio y televisión relacionados con las campañas de los políticos.

Como si la organización de las elecciones no fuera suficiente, se tuvieron que gastar miles de millones de pesos para adquirir equipo de monitoreo de medios, contratar personal que fuera a cada radiodifusora y televisión del país a entregar pautas, y que luego se asegurara que éstas se habían respetado, incluso se le dio al IFE la facultad de sancionar particulares en caso de que no atendieran a los llamados de la autoridad. Los resultados de la elección de 2012 los conocemos todos.

En 2013 nuestros legisladores han cambiado su enemigo. Ya no es la televisión sino los gobernadores. Terribles villanos que capturan a jueces y órganos electorales locales. Gastan millones del erario público a favor de sus candidatos consentidos. No niego que tengamos este problema, pero la solución alquímica seguramente la tendremos aprobada para cuando esta columna se publique. Hágase un Instituto Nacional Electoral. Parece que los institutos locales lograrán pasar la guillotina de nuestros políticos, pero muchas de sus facultades se transferirán al nuevo INE. No importa si esto es factible o no, si es más eficiente o no. Las evaluaciones siguen sin ser un requisito para las iniciativas que presentan nuestros legisladores, ya no de impacto que sería mucho pedirles, sino al menos presupuestales y de capacidad técnica de los responsables que establece la ley.

Después de la sesión parlamentaria los veremos celebrando el gran avance que ha experimentado nuestra democracia. Ahora sí, la reforma política definitiva. Alquimia para el remedio de todos los males.