Publicado en 15diario
Con la negociación de las reformas a la ley electoral en Nuevo León llegó de sorpresa una práctica que se ha hecho popular en el Congreso. Lo que el PRD-PT comenzó con el intento de Informe Presidencial de Vicente Fox el 1 de septiembre de 2006 en donde tomaron la tribuna para impedirlo se convirtió en un elemento de presión que ha resultado ser muy efectivo para sus propósitos, más allá de las naturales críticas que han recibido los partidos participantes. Desde una cuestión desesperada que termina con cualquier posibilidad de negociación hasta una práctica extraída del partido nacional socialista alemán (partido Nazi), los reproches a los partidos de izquierda han caminado por ese espectro y con mayor frecuencia e intensidad a medida que lo siguen haciendo. La última ocasión, con respecto a la reforma petrolera fue un éxito completo en cuanto al objetivo, pero tuvo un costo político enorme para el partido, quien seguramente lo pagará de manera desastrosa el próximo año.
La decisión de los tres legisladores representantes del PT y del PRD para el martes "tomar la tribuna" ha sido calificado como una payasada, un movimiento que provoca más desagrado que atención. No es lo mismo hablar de cien perredistas en la Ciudad de México que de un perredista en Nuevo León. No cabe la proporción. Y aunque ellos declaran que el objetivo pudo haber sido el más noble, las cosas pintan para la malicia. Uno de los elementos que con más ferocidad atacaron los partidos pequeños de esta reforma electoral fue la decisión que traía respecto a subir el umbral de registro de 1.5 a 2.5%. Esto seguramente acabaría con partidos como el Nueva Alianza, el PT y el PRD, casualmente dos de tres de quienes iniciaron esta medida. Más allá de buscar incorporar medidas más importantes de la reforma electoral como la reforma a que el dinero público prevalezca sobre el privado o la incorporación de figuras de decisión ciudadanas que fueron propuestas por organismos ciudadanos de Nuevo León y que fueron ignoradas completamente por los partidos en el Congreso, más allá de todo eso pareciera que el único incentivo a la movilización de legisladores en el interior y señoras petistas en el exterior tuvo que ver con un sentido de supervivencia. De aprobarse la reforma tal como estaba seguramente en 2009 habrían desaparecido el registro y los recursos.
Puedo estar equivocado, pero por la forma como celebraban el miércoles por la mañana en las fuentes del Palacio de Gobierno los seguidores del Partido del Trabajo no parecía preocuparles mucho la deficiente reforma que finalmente se aprobó. Lograron lo que querían y celebraron con alegría una vez conseguida la exigencia. No fue evitar la entrada de capital privado a PEMEX sino evitar la salida de capital público de sus bolsillos. No todo es lo que parece.
La proliferación de una práctica efectista y efectiva no es una buena noticia para la democracia mexicana pero mucho menos para una izquierda que intenta despojarse de muchos fantasmas que la prensa y los grupos más poderosos del país le endilgan. Lejos de buscar renovarse y formar una imagen más madura y de cara con los nuevos retos de nuestra sociedad, la izquierda nuevamente se enfrasca en prácticas que la orillarán a eso, a la supervivencia y al arrebato de un porcentaje mínimo para seguir estando, nunca construyendo algo que verdaderamente valga la pena.
Habiendo tantas organizaciones ciudadanas comprometidas con luchas políticas verdaderamente importantes, existiendo una creciente atención de agrupaciones civiles en las prácticas abusivas del gobierno estatal actual, termina uno preguntándose si ésa que ahora vemos en el Congreso de Nuevo León es la izquierda que necesitamos. Una izquierda más preocupada por quedar bien con los caciques locales que se han apoderado del Partido del Trabajo y que parece que nunca lo dejarán crecer mientras cientos de ciudadanos se encuentran enfrentados con la autoridad para evitar desastres ecológicos como el Arco Vial Sureste o Valle de Reyes sin ningún tipo de apoyo político en el interior del Congreso (y hasta con la irónica situación de que ha sido el PAN de los empresarios quien ha abanderado hipócritamente algunas de estas luchas con miras a 2009). Los partidos de izquierda siguen dormidos, esperando afanosos la llegada del siguiente representante del DF que vendrá con buenas noticias de más fondos para sus partiditos.
Mientras la izquierda en Nuevo León siga aspirando a esos triunfos lastimosos sin preocuparse por los verdaderos problemas del Estado, seguramente seguiremos sin dignos representantes en nuestras instancias de decisión política. Habiendo tanto por qué luchar aquí es lamentable verlos brincar en el agua por el caramelo que los grandes partidos le aventaron a los chiquitos. Y luego porqué les dicen así.