diciembre 07, 2009

Des-Articulación

Extraña coincidencia: al tiempo que Juárez Nuevo León arde, Juárez Chihuahua exige la salida de los militares y las fuerzas federales. Los titulares este fin de semana fueron completamente para la lucha contra el crimen organizado ¿En qué más pueden coincidir estas dos ciudades y otras tantas del norte del país? ¿Por qué ha logrado avanzar tanto la delincuencia al grado de que seamos al mismo tiempo rehenes y abogados de los narcos?

Por un lado debemos contemplar a la población, aquella que vive y convive con el narco, aquella de la que no es posible hacer una separación dicotómica exacta sobre quiénes son los buenos y los malos. Los delincuentes, esos a los que el ejército quiere atrapar y matar en muchas ocasiones son sobrinos, primos, amigos de alguien, conocidos. Es muy diferente hablar de la lucha contra el narco en lo general y con grandes planes, a hablarlo en la calle, cuando es un pariente el que posiblemente puede caer a la cárcel o morir asesinado por los soldados. La otra situación es cuando estos parientes son extorsionadores, secuestrados o traficantes ¿Bajo qué dilema estamos poniendo a la población para entregar a su propia gente? Pero ¿Qué costo tiene para la familia no hacerlo? Los negocios están quebrando, las ciudades se van vaciando, el tejido social se va alineando en otros intereses.

Mentira los que dicen que el tejido social está desapareciendo en las ciudades del norte. El problema es que está tejido con los delincuentes ¿Cómo superar esta barrera? Creo que después de tres años podemos confirmar que no será a balazos. En las guerras, como lo hemos visto a lo largo de la historia, no existen ganadores. El reto es saber quién pierde más para eventualmente declararse rendido. El Estado supuestamente tiene recursos ilimitados y nadie puede osar retarlo. En la realidad, las cosas comienzan a nivelarse ante empresas transnacionales muy eficientes y enfocadas completamente a los resultados, sin restricciones legales o burocráticas.

La otra parte de la historia está en el ejército. Vimos este fin de semana la ejecución de uno de los narcotraficantes más fuertes de los Zetas. No fue un intento por capturarlo y presentarlo frente a la autoridad judicial. La acción del ejército fue de eliminación del objetivo. Esto no sólo demuestra una capacidad e inteligencia por parte de la Armada de México que no veíamos en mucho tiempo, sino también la desconfianza que las fuerzas armadas están teniendo sobre los tribunales civiles. Ante la reiterada ejemplificación que de la entrega de criminales sólo encontramos liberaciones posteriores por falta de pruebas, o rescates ridículos como el que vimos en Escobedo Nuevo León este mismo fin de semana, los soldados tal vez comienzan a tomar decisiones más radicales frente a sus enemigos ¿Cuánto tiempo falta para que los generales decidan dejar de pagar el costo de realizar operaciones policíacas y comiencen a operar como lo que son: un cuerpo elite del gobierno para identificar y destruir?

La pregunta más grave es ¿Cuánto más lo tolerará la sociedad? ¿Quién ganará en una batalla entre el ejército y la población? ¿Qué posición tomaremos como ciudadanos? El riesgo de un quiebre siempre comienza por la parte más delgada de la cuerda.