Ha comenzado a tomar notoriedad la ofensiva que la iglesia católica ha logrado pasar junto con el PRI por ya más de la mitad del país para criminalizar el aborto y, por ende, a la mujer. Lo interesante ha sido la pulcritud y la elegancia del movimiento. Ningún hombre o mujer de la prensa lo señaló con excepción de Ciro Gómez Leyva. A pesar de ser a todas luces un movimiento retrógrado contra los derechos de la mujer, la prensa escrita y electrónica mantuvo silencio, los políticos votaron sin hacer muchas preguntas, y los alarmantes resultados ya están a la vuelta de la esquina.
Para lograr pasar una reforma constitucional en México se requiere, además de la aprobación de ambas cámaras a nivel federal, el visto bueno del cincuenta por ciento más uno de los Congresos Locales. Es por ello que toma importancia el número 17 ¿Cuánto tiempo pasó desde que la primera legislatura sigilosamente pasó esta reforma en Jalisco al código penal hasta que lo hizo la legislatura número 17 en Veracruz? ¿Por qué nadie reaccionó en su momento? ¿Cómo lograron someter a toda la opinión pública de una manera tan preocupante?
Esta ofensiva de la iglesia es una reacción de un intento exitoso del PRD en la Ciudad de México para despenalizar el aborto en sus primeras semanas. A pesar de los claros beneficios que ha tenido para la mujer en la capital esta medida, el pensamiento religioso se ha impuesto sobre la lógica. Contra las predicciones de los grupos más conservadores de nuestro país, los abortos en el DF no se dispararon. Al contrario, quedó demostrado que la mujer que desea abortar lo hará independientemente de que sea legal o ilegal, pues una decisión de este tipo obedece a otros razonamientos lejanos a la esfera pública.
Es precisamente ése el punto de muchas de las discusiones. La decisión de la mujer sobre su cuerpo reside más en la esfera privada que en la pública. Obedece más a asuntos morales, religiosos y éticos que a un asunto en donde el Estado deba perseguir penalmente a las mujeres. Alejándome lo más que pueda sobre estos principios éticos, que cada persona puede tener su muy respetable punto de vista, la invasión que intenta la iglesia junto con el PRI preocupa por sus implicaciones.
Finalmente la pregunta más interesante de este caso tiene que ver con la alianza que se logró para pasar estas reformas locales ¿Cómo logró la iglesia católica convencer a uno de los partidos políticos supuestamente más liberales de nuestro país para participar en esta estrategia contra las mujeres? No se había visto un acercamiento tan claro entre estos dos grupos desde que Carlos Salinas de Gortari les dio reconocimiento jurídico en 1993 ¿Casualidad que sea ahora nuevamente el acercamiento cuando Peña Nieto es el hombre más popular del PRI y precisamente uno de los ahijados del expresidente? ¿Casualidad también que Peña Nieto pertenezca al Opus Dei, uno de los grupos más poderosos de la iglesia? Recordemos también que fue a través de este grupo que Salinas consolidó su poder a mediados de su sexenio, algunos incluso señalando sospechosas alianzas entre altos funcionarios de la iglesia y buenos amigos del crimen organizado.
¿Cuánto falta para que el PRI impulse la reforma a nivel federal junto con el apoyo del ala más conservadora del PAN? Si damos un monitoreo a las medidas más impopulares de nuestra historia recienta, éstas coinciden con las fechas navideñas, cuando la opinión pública está más ocupada en asuntos familiares que en la agenda del Legislativo. No nos sorprenda que Enero nos reciba con esta reforma, y las mujeres un peldaño más abajo en la escala de derechos civiles en nuestro país; sometidos por el capricho de un grupo que se ha apoderado de nuestra clase política y liderados por el candidato más popular para la contienda presidencial de 2012.