Publicado en 15diario
Las acciones del PRD tuvieron consecuencias. Platicando con un profesor, éste me comentaba que lo peor de la situación para la izquierda en México en este momento es que con sus acciones provocaron que la derecha se fortaleciera. Y esto no es cualquier cosa. Hasta este momento creo que no habíamos sido testigos de una derecha verdaderamente legitimada. El mexicano promedio, el que ve televisión, habla por teléfono y utiliza Internet está convencido en menor o mayor grado que lo que pasó en las Cámaras fue un hecho lamentable. No tanto por la toma de la tribuna en la cual existimos quienes lo consideramos como un elemento negativo necesario en cierta forma, sino por todo lo que sucedió a raíz de esta toma. La toma de honor se convirtió rápidamente en una fiesta, el motivo del pleito degeneró hasta en el número de días, en si se entregaba o no la cabeza de Mouriño, en que si iban a ser 21 o 25 temas. Se perdió la sustancia y llegó un momento que hasta el más convencido dudó.
La derecha por su parte reaccionó. Los spots no se hicieron esperar. La vida política nuevamente recrudeció. La polarización fue una vez más tema de sobremesa. Germán Martínez vociferaba incoherencias de intolerancia y odio en la cumbre del PAN del fin de semana pasado al mismo tiempo que Ernesto Cordero, secretario de desarrollo social, demuestra la razón de su nombramiento. Un programa de combate a la pobreza que huele mucho a Solidaridad y muy poco a un combate serio a uno de los problemas más profundos de nuestro país. Mano izquierda y mano derecha. El problema con los excesos de la derecha en estos momentos es que la izquierda no tiene cara para recriminarla, y ése es precisamente el mayor peligro.
Por un lado la voz retumbante que señala con fuerza a la izquierda por su infamia, por su lamentable acto, al mismo tiempo que el dinero comienza a fluir hacia los canales naturales. La recuperación del electorado, el resurgimiento de la maquinaria que había estado dormida. Los priístas deben estar sorprendidos con lo rápido que la derecha aprendió los mecanismos. Hoy en día están usando por primera vez la fuerza. Vicente Fox fue una caricatura de la derecha, nunca se supo cómodo en el poder. En cambio Felipe Calderón ha entendido la magnitud de lo que tiene en sus manos. La posibilidad de perpetuarse. Los nombres y apellidos comienzan a acomodarse en puestos claves. César Nava, Juan Camilo Mouriño, Germán Martínez, Ernesto Cordero. Jóvenes fieles a Calderón. No quiere sorpresas.
Al tiempo que la izquierda recrudece su discurso fraticida, al mismo tiempo que se habla de la posibilidad de un desmembramiento dentro del mayor partido de izquierda, la derecha comienza a manejar el poder con completa naturalidad. El objetivo se llama mayoría en el Congreso en 2009. Las estrategias comienzan a ser visibles para quien quiere verlas. Golpes y dinero. Palo y zanahoria. El regreso de la vieja táctica del convencimiento a la fuerza. La debilidad de la izquierda parece estar siendo muy bien aprovechada. La presidencia siempre ha tenido las herramientas pero parecía no querer usarlas. Este prejuicio inicial ha terminado.
Si el problema no era hacer el ridículo. La izquierda nuevamente ha perdido una oportunidad de oro para ser una alternativa real. Se cumple por enésima vez consecutiva la maldición de Sísifo para la izquierda en México. La incapacidad para establecer lineamientos, la vulnerabilidad frente a la oferta económica por silencio, los chantajes internos, la limitada visión de largo plazo. Tal pareciera que se están repitiendo los errores de 2009, cuando mayores posibilidades se tenían de ganar la presidencia el partido comenzó a comerse su cola hasta que se fue a triste 12% de la votación ¿Será ésta la historia nuevamente?