julio 21, 2011

Democratizar la autonomía

La autonomía fue la panacea después de la ciudadanización del Instituto Federal Electoral. Se confundió con rendición de cuentas, y pensamos que una cosa llevaría a la otra. Hoy que vemos al IFE convertido en un espantapájaros me pregunto si podríamos llevar a la PGR por ese mismo camino.

Parece que los partidos encontraron la clave. La autonomía está sujeta a cualquier modificación legal o constitucional que se les ocurra. Los nombramientos deben pasar por los líderes de las bancadas. La mutilación de un instituto autónomo incómodo es una amenaza real.

¿Imaginan una fiscalía que deba pasar por el filtro de los diputados que no han sido capaces (o no han querido) nombrar a los tres consejeros del IFE desde hace ocho meses? ¿O que deba pedir su presupuesto a quienes siguen enfrascados en batallas electorales antes que en la agenda legislativa? Peor aún si vemos la fortísima dependencia que tienen los diputados hacia los gobernadores que en no pocas ocasiones incurren en graves faltas al código penal y a la ley de responsabilidades administrativas de los servidores públicos.

La contraparte es la Procuraduría actualmente atada al capricho del presidente de la república. No recuerdo un solo titular del Ejecutivo que no haya hecho uso político de la procuración de justicia, persiguiendo opositores incómodos.

Parece que la solución tendría que pasar por un filtro más amplio. Apoyemos la creación de una fiscalía autónoma sí, pero vayamos más allá ¿por qué no, tal como sucede en Estados Unidos, proponemos que el Fiscal sea elegido por el electorado? Y si este modelo nos funciona ¿por qué no hacemos lo mismo para tantas otras instituciones hoy secuestradas? Pienso en el IFE, en la Comisión de Derechos Humanos, en la Comisión Federal de Competencia ¿se me va alguna?

julio 11, 2011

Decisiones en el PRI

Enrique Peña Nieto pidió inmediatamente después de confirmado el triunfo del PRI en el Estado de México que se comience a trabajar hacia un proyecto común. Si algo ha caracterizado a este político es su capacidad para prever riesgos y atacarlos antes de que sean desastres.

No tenía que ir muy lejos para predecir lo que puede pasarle al partido. La historia de Arturo Montiel y Roberto Madrazo fue el preámbulo del desastre del PRI hacia 2006. La división entre los punteros, y posteriormente el conflicto entre la maestra y el candidato hicieron que el barco se hundiera mucho antes de que siquiera comenzaran la carrera oficial por la presidencia.

Tampoco tenía que ir muy atrás, pues el otro mejor posicionado de su partido, Manlio Fabio Beltrones, ya pidió lo opuesto: que se haga una consulta pública respecto a la agenda política, y luego se decida al candidato. Algo que suena congruente con un legislador de su experiencia, y democrático, pues permitiría un ejercicio deliberativo entre quienes compiten por la candidatura, pero que sería suicida para un partido que tiene dinamita guardada en su sótano, como lo demostraron en 2000 y 2006.

Humberto Moreira no la tiene fácil en lo que resta del año. Los priístas han demostrado ya en dos ocasiones que el triunfo del Estado de México no hace más que envalentonar a los que ya se daban por perdidos. La soberbia llega a la superficie y emborracha a los que antes hubieran declinado por el mejor posicionado. Estoy convencido que la única alternativa que tiene el PRI para tener una oportunidad hacia la presidencia es mantenerse en torno a Peña Nieto. Cualquier otro ejercicio no hará más que resquebrajar la frágil unidad que hoy se tiene.

El otro cálculo que deberá hacer el priísmo hacia la candidatura es qué hacer con Elba Esther Gordillo. Moreira no lo pudo decir más claro al declarar que irán a buscarla (siendo él del SNTE, no brainer here). La pregunta es qué tanto aceptará el PRI las condiciones de la maestra, que ya se han revelado estos días no son baratas; y sobre todo, qué tanto aceptarán cargar con los muertitos que parece se harán públicos en las siguientes semanas. Y el que se haya comido la manzana envenenada, salud.

Candidato y apoyos. Nunca más fácil, pero nunca más complicado para el PRI.