abril 10, 2013

¿El milagro regio?


Publicado el 10 de abril en Publímetro

La dinámica en la ciudad está cambiando. Pasamos de los bombazos y los colgados a una relativa tranquilidad que se puede percibir en indicadores subjetivos pero muy precisos que quiero mencionar.

El fin de semana pasado me paseaba con algunos amigos por el Barrio Antiguo y se sintió un regreso a aquellos años cuando caminar en la noche no era un acto temerario. La Macroplaza estaba atestada de visitantes en un viernes caluroso, las personas iban y venían, los estacionamientos públicos otra vez parecían tener algo qué cuidar y no solo los tristes letreros que colgaban hasta hace poco casi rogando por un carro que se detuviera. Un restaurante con terraza que mira hacia Dr. Coss tenía sus mesas llenas, y lista de espera para los que nos aventuramos a llegar sin reservar.

Las conversaciones también han cambiado. Hasta hace poco lo único que se platicaba en las sobremesas era el amigo que fue asaltado, la historia de terror cuando se regresaba de McAllen, las llamadas anónimas para extorsionar, los secuestrados, los desaparecidos. Hoy las pláticas son sobre los maestros que no quieren regresar a clases, la sequía que parece que nos comenzará a racionar el agua en dieciocho meses si no hacemos nada, los casinos que ya fueron cerrados y los paseos en bicicleta por la ciudad que se han multiplicado y las familias que salen los domingos.

Hay otros indicadores objetivos que también es importante citar. De acuerdo a la procuraduría ha habido un aumento de delitos del orden común, tales como robos, violencia intrafamiliar y cristalazos, que también es importante atenderlos, pero no significan el riesgo que implicaba quedar atrapado en una balacera en pleno centro de la ciudad. Solo para poner como referencia, hace dos años los titulares eran literalmente explícitos respecto a los muertos que teníamos en nuestra ciudad, hoy hablamos de la falta de banquetas transitables en Monterrey.

No quiero sonar excesivamente confiado pero vale la pena hacer mención de las cosas que han mejorado. Es tan responsable ser crítico cuando las cosas no están bien, como igualmente reconocer cuando las cosas parecen ir mejor. Los factores que han llevado a esta situación pueden ser tantos como igualmente vasto fue el diagnóstico sobre las cosas que nos tenían tan mal. Si tuviera que elegir algo pensaría en las acciones que han hecho autoridades municipales y la estatal para profesionalizar las policías de nuestra entidad. Como en ningún otro estado se ha logrado el nivel de atención de pruebas de confianza como en Nuevo León. El surgimiento de la Fuerza Civil ha sido también un importante logro, y el aumento general de la confianza ciudadana en sus autoridades. Otro factor que considero ha sido clave es el apoyo que han recibido los gobiernos de iniciativas ciudadanas como el Centro de Integración Ciudadana y el Consejo Cívico a través de proyectos como Alcalde como Vamos. No son los únicos y aquí caben otra decena de proyectos igualmente importantes pero considero que estos dos han sido los más emblemáticos. Si de algo podemos estar orgullosos es que en Nuevo León la iniciativa privada y la sociedad civil se unieron para trabajar de la mano con los gobiernos.

Quisiera que pronto pudiéramos hablar del milagro de Monterrey así como se habla de Medellín o de Palermo. Muchos de los indicadores que probarían una notable mejoría son de largo plazo y seguramente no los podrán presumir las actuales administraciones. Por lo pronto puedo notar y anotar que vamos por buen camino. Un reconocimiento a las autoridades y la sociedad que juntos logramos este importante primer paso.

Percepción.

Como parte de los ejercicios para esta columna pregunté a mis amigos en redes sociales el 8 de abril qué opinaban. Anotando que estadísticamente esto no tiene validez y es para efectos ilustrativos, resumo sus respuestas: Respondieron 17 personas, 10 hombres y 7 mujeres. Todos jóvenes entre 18 y 30 años. 7 consideran que sí ha mejorado la situación.  4 creen que la violencia ha disminuido pero los delitos (menos visibles) siguen en aumento. 3 consideran que los medios están ocultando información. 2 creen que simplemente nos acostumbramos a la violencia. 1 dijo que no sabe. Gracias a todos.  

abril 08, 2013

¿La seguridad es percepción?


Publicado en Publímetro Monterrey el 11 de marzo de 2013.

La estrategia cambió. El gobierno federal dejó el discurso belicista y se centró en acuerdos legislativos que hasta ahora han dado ocho columnas espectaculares desde la toma de posesión del presidente Peña Nieto. La idea, me imagino, fue que la inseguridad desaparecería de los periódicos y eventualmente lo haría de las conciencias de los ciudadanos.

El diagnóstico parte de un supuesto que puede ser verdad, pero como toda probabilidad tiene su contraparte. La seguridad es una percepción, dicen los que saben. Si las palabras dejan de mencionarse el problema desaparece. Lo que los expertos en mercadotecnia llaman el top of mind. De esta manera los espectaculares despliegues operativos han dejado de presentarse y las unidades de la policía federal y del ejército cada vez se repliegan más. Están pero no están. Poco a poco parece que el objetivo es que nos vayamos olvidando del problema, como si quisiera esconderse debajo del tapete para que de esa manera algún día deje de estar.

Los estrategas suponen entonces que si uno o dos años el gobierno deja de hablar del crimen organizado, éste volverá a entretejerse en el subconsciente para dejar de estar presente en todas nuestras charlas. Eventualmente el problema volverá a ser la economía y la inseguridad será un problema más, mucho menos grave que los rezagos educativos producto del sindicato de maestros, o los monopolios que tienen comprometida la economía mexicana.

Políticamente parece una estrategia eficaz. La idea de Felipe Calderón había sido mantener un discurso monotemático nacional e internacionalmente. Sus objetivos iban encaminados a poner alerta sobre un problema que estaba rebasando a las autoridades municipales y locales, y también señalar la hipocresía de países que se estaban beneficiando abiertamente del lavado de dinero, específicamente Estados Unidos. A través de un constante ataque militar y en medios de comunicación el presidente fue forjando una imagen de un país que se encontraba en guerra abierta contra la delincuencia, el problema fue que la economía sufrió las consecuencias.

La confianza internacional en México se desplomó al tiempo que todos los hipócritas seguían aplaudiendo la “valentía” del presidente. Los costos fueron altos y la administración de Peña Nieto ha venido a exhibir aún más los errores de Calderón. El caso del padrón de personas desaparecidas ha sido quizá el escándalo más grande hasta la fecha, pues revela un doble discurso donde por un lado el gobierno ignoró a las víctimas de este delito mientras por el otro llevó un registro secreto de estas incidencias. También está el caso de Florence Cassez que vino a poner en duda la credibilidad de las decisiones judiciales que se tomaron durante la administración pasada. El resultado ha sido un claro deslindamiento de lo que se había venido haciendo antes y lo que de ahora en adelante se hará.

Lo que me parece dudoso de esta nueva situación en la que nos encontramos es que con el ánimo de reducir el ruido por la inseguridad comience a abrirse paso un México de rumores nunca confirmados por el gobierno, un país donde los delitos vuelvan a un nivel hipodérmico y que los medios de comunicación los ignoren. Como dije antes, puede tener una razón de fondo que es reducir el daño que el discurso bélico le ha hecho a nuestro país en el ámbito internacional, pero termine provocando una nueva etapa de simulación.

Esto lo remarco porque la seguridad es percepción, pero la percepción se alimenta de los hechos. Ignorar los hechos puede reducir la percepción de inseguridad en cierto nivel, pero únicamente hará que la burbuja se vuelva a inflar hasta niveles insostenibles. Siguiendo el discurso calderonista, el combate al crimen organizado se tuvo que hacer de manera tan abierta porque durante décadas se decidió ignorar. Si la decisión es nuevamente ésta, las consecuencias ya las conocemos, solo las estamos mandando al futuro sin resolver el problema de fondo. Difícil decisión.