mayo 25, 2010

Amenazas desde el Cielo



En mi escrito pasado culpaba a los videojuegos de habernos hecho creativamente dependientes, aunque al final me desdecía afirmando que la culpa la teníamos todos. Buena respuesta, buena forma de evadir la cuestión. Cuando se culpa a todos, se culpa a nadie. Hoy quiero cambiar de parecer si me lo permiten, pues hay asuntos que nada más no están bien. Y conste que no hablaré de videojuegos, porque luego tendría que confesarles que tengo por lo menos seis meses que compré una consola de estas muy populares color blanco, y luego compré una de esas bandas de rock que me han tenido muy entretenido. También tendría que sincerarme y decirles que es para mí un orgullo presumirles que finalmente he llegado al nivel 70 del muy popular juego de las granjas. Y ni qué decir de la enorme cantidad de horas que pasé en mi infancia dándole duro al control del Súpernintendo, o disparándole a patos frente a un perro gordo y burlón. Ni que durante mi maestría estuve jugando como loco a popular juego de fútbol también de una consola muy conocida color negra que un buen amigo llevaba a mi casa los domingos mientras nos engullíamos media pizza del Costco cada uno con unos finos refrescos de cola y unos cacahuates garapiñados que vendían en el mercado frente a mi departamento. Mejor no entremos en esos temas.

Y les decía que cambio de parecer porque hay cosas en las que sí se puede señalar culpable, y no voy a señalar al programador de los videojuegos. Repito que ése es tema descartado. Hoy me preocupa mucho el poder que puede llegar a tener una voz sobre quienes escuchan por voluntad o por fuerza. Y podría nuevamente decir que sería culpa de cada una de los individuos que decidan escuchar y obedecer, pero hay voces que tienen más peso que otras, y esas voces deberían mostrar más prudencia. Cuando un obispo lanza al fuego un ejercicio estadístico que se hace en nuestro país para el bien de todos. Cuando un religioso llama a que la institución que hace el censo está obedeciendo a "no sé qué inconfesables intereses", ahí es cuando comienzo a tejer mis sospechas de que a algunas personas el enclaustramiento espiritual no les ha dejado nada bueno.

El debate de responsabilidades nuevamente se abre ¿es culpa de la Iglesia como institución tener a esos voceros tan brutos? ¿es culpa de los que cada domingo aportan algo para mantener esas agrupaciones y los que las administran? Aquí es cuando pongo en cuestionamiento mi argumento del escrito pasado, porque si señalo que todos somos culpables de los pésimos jerarcas que tenemos en la Iglesia Católica, entonces ya no hay hacia dónde señalar. Y bueno, con estos y otros incidentes que ha habido en esa asociación religiosa en los últimos meses ya debería comenzar a preocuparnos sobre quiénes estamos depositando nuestra fe. No porque se hagan llamar representantes de Dios tienen el derecho a abrir la boca cuando y como se les dé la gana. De la misma manera que se les pide a los militares que sean juzgados por tribunales civiles cuando cometen un error muy a pesar de sus fueros, así también podríamos bajar a algunos funcionarios de la Iglesia Católica de sus tribunales celestiales y comenzarlos a juzgar aquí por las cosas que hacen y dicen. La reclasificación de las religiones dentro de la encuesta del Censo obedece a un cambio poblacional en México que sí, definitivamente marca un declive en la preferencia por la opción "católica" que antes era la única que se marcaba con su etiqueta. Pero ¿es culpa del INEGI que la gente esté dejando de confiar en los jerarcas católicos romanos? Y ¿por ello tendríamos que obedecer cuando estos señores piden boicotear por no darles finas atenciones?

Aunque ahora salgan gobierno e iglesia dándose el abrazo de la paz ante los medios, la amenaza y sus posibles consecuencias a mí no se me olvidan. También podemos simplemente decir que se trata de la libre expresión de una sociedad democrática, donde un par de jerarcas se exaltaron y dijeron un par de imprudencias, y olvidarnos del asunto. Pero al menos de algunas voces deberíamos pedir más inteligencia, o para qué les confiamos tanto como nuestra vida eterna si van a salir con estas cosas.

mayo 19, 2010

De Mérida y videojuegos

Los videojuegos enajenan al ser humano, rompen con su interés por inventar la trama. Pervierten el deseo por construir a los héroes y a los villanos, escurren la posibilidad de que sea nuestra mente la creativa-creadora. Nos hemos vueltos consumidores de nuestras propias odiseas.

No estoy seguro si se trata de una campaña perfectamente planeada para romper con nuestra integridad, un complot mundial de las multinacionales para dejarnos sujetos a su voluntad y capricho, para convertirnos en consumidores pasivos y obedientes. Ésa es la salida fácil culpando al resto del mundo por nuestras desgracias. Si el maldito sistema nos ha sometido a este bombardeo, entonces tiene sentido nuestra apatía, nuestra obesidad, nuestra dejadez y conformismo. Todo esto porque somos víctimas de enemigos más grandes que nosotros, que apenas y podemos comenzar a vislumbrar.

El martes en la noche al escuchar a Horacio Guajardo en el radio hablando del ausentismo en las casillas en Mérida comencé a pensar que después de todo puede que no sea el maldito sistema, o que al menos éste no tenga toda la culpa. Al mirar mi entorno no encuentro sociedad civil activa luchando por sus derechos, sino más bien una suma interminable de tristes conformistas que apenas dan lo suficiente para pasar al siguiente día. No veo creatividad e imaginación sino más bien seres que se pasean por la vida como si no quisieran molestar a nadie.

"Toma la vida por los cuernos" dice un popular slogan de una marca de camionetas norteamericana. Yo creo que más bien nos hemos dejado llevar por el toro entre las patas y nos ha valido madre. Si nos encontramos en un momento tan decepcionante de nuestra política, no tiene mucho qué ver con lo que hacen los políticos, sino más con lo que estamos dejando de hacer nosotros.

Culpemos al sistema de nuestros males. Ahí tenemos cientos de villanos a los que podemos despreciar por sus abusos y violaciones. Sigamos disfrutando nuestra mediocridad mientras vamos sentados en el asiento trasero, y con una tendencia rápida para que nos avienten a la cajuela.

Mérida es el ejemplo más claro de que no son los abusos del PRI o su inminente regreso lo que nos tiene así. Que vuelvan a la Presidencia, nada será diferente. El problema ha sido que desde hace ya una década nuestra ciudadanía se durmió esperando que las cosas cambiaran por sí mismas. México hoy está muriendo asfixiado no porque alguien lo esté ahorcando, sino porque simplemente nos da hueva respirar.

Nosotros escogimos dejarnos encaminar por esta generación que prefiere el videojuego controlado que sentarse a imaginar un juego mejor. De esto no tiene la culpa ni el vendedor de consolas, ni el que diseñó los juegos. Es más difícil darnos cuenta que los únicos responsables aquí hemos sido nosotros.

mayo 10, 2010

Redes sensibles

En la última semana fuimos testigos de dos eventos aislados que resonaron entre los usuarios de estas dos de las plataformas más importantes actualmente. Las redes sociales Facebook y Twitter fueron víctimas de ataques cibernéticos que pusieron en entredicho no sólo su seguridad e integridad, sino también la privacidad de todos los que voluntaria o involuntariamente, comparten su información.

Facebook por un lado se vio comprometida en la información que los usuarios compartimos a través del servidor de Facebook Chat. Al entrar a la configuración de privacidad y utilizar la herramienta de "Previsualización del Perfil", al poner el nombre de algún amigo se podía ver no sólo las conversaciones abiertas que tuviera el usuario en ese momento, sino también los mensajes privados, los amigos que aún no había aceptado y sus actualizaciones.

Del lado de Twitter, la tarde del lunes súbitamente los seguidores de cada usuario desaparecieron, una de las monedas de cambio más valiosas en esta red social pues representa el grado de legitimidad y fortaleza que se tiene frente a otros. Los seguidores se han convertido en un elemento de prestigio en esta red social. Primero los seguidores desaparecieron, y luego se activó un gusano que permitía a los usuarios forzar a otros twitteros a seguir a quien activara el código sin tener su autorización.

Aunque supuestamente ambos casos se encuentran resueltos por el Staff de las respectivas organizaciones, las preguntas con las que inicié este escrito quedan al aire. Por un lado queda en evidencia que la fortaleza de las redes sociales ha hecho que se vuelvan en objetivo de los piratas cibernéticos. Por otro, la integridad de la información de los usuarios quedó expuesta y puso en evidencia que al parecer, al menos en el caso de Facebook, existen funciones que permitirían eventualmente a los patrocinadores a tener acceso a la información que supuestamente es privada ¿Hasta qué punto esta red social está comprometida con la privacidad? ¿Tiene sentido hablar de privacidad en una red que vive precisamente de la publicidad? Estas preguntas toman fuerza ahora que Twitter ha anunciado que está a semanas de activar un servicio de publicidad similar al de Facebook, y a semanas de se concretó un convenio en el que la información de Twitter ahora es parte del contenido de los buscadores más importantes del mundo.

Dos eventos aislados, demasiadas preguntas en el aire.