La estrategia del presidente en contra del crimen organizado después de todo parecer haber sido contundentemente exitosa. Lo extraño es que lo será seguramente por la razón que menos esperaba Felipe Calderón al iniciar esta empresa el primer día de su mandato.
Las señales de parte del Departamento de Estado y del Departamento de Seguridad Nacional así lo han mostrado. México se ha vuelto un punto prioritario para los Estados Unidos pues según palabras de la secretaria Napolitano, no se pueden dar el lujo de tener un Estado narcotraficante como vecino (Narco State). Al parecer la estrategia de un enfrentamiento total contra el crimen organizado ha provocado tanto ruido al interior de los círculos de inteligencia norteamericana que finalmente el vecino dormido, aquél que prefería la comodidad del silencio, ha despertado.
Las consecuencias de esto no tienen que ser necesariamente positivas en todo aspecto. Una posible respuesta que no se puede ignorar es la militarización de la frontera que generaría como un primer impacto el aglutinamiento de poblaciones flotantes sobre las ciudades mexicanas colindantes con Estados Unidos, un fenómeno que ya ha sucedido en Tijuana y Ciudad Juárez, pero que veríamos multiplicarse en frecuencia como en intensidad. Otra, el consecuente aumento en la fricción entre ambas naciones, el exacerbamiento del nacionalismo y los sentimientos xenófobos. El hecho de que Estados Unidos se preocupe sobre el tema puede ser una mala noticia para nosotros. Sin embargo algunas cosas buenas pueden surgir, como puede ser una mayor atención al tráfico de armas y sobre los flujos de capital relacionados con el crimen organizado.
Es interesante que aunque la estrategia frontal no tuvo un éxito local, lo vaya a tener por una de sus secuelas. La serie de aprehensiones y aseguramientos que ha hecho la autoridad federal en los últimos días pueden hablar de un ejercicio para compartir información entre los órganos de inteligencia estadounidenses y mexicanos. La visita de la plana mayor en materia de seguridad a Washington la semana pasada coincidió precisamente con estas aprehensiones espectaculares, y ahora también con la visita de la Secretaria de Estado a nuestro país.
Disparar, gritar y maldecir al parecer ha sido una buena estrategia, no para parar al crimen organizado pero al menos sí para llamar la atención sobre el que sí tiene la capacidad de hacerlo. Al parecer Obama y su equipo se han percatado de la urgencia del momento. Estas pueden ser buenas noticias.