enero 11, 2010

Caín

En vacaciones hasta los políticos desaparecen. Por algo han de decir que es época de felicidad y buenos deseos. Tal como ellos, elegí alejarme de los asuntos públicos temporalmente (como si eso fuera posible), y me concentré en los gustos personales. Y cuando de mi persona se trata, Saramago es uno de mis favoritos.

Enterarme que había publicado un nuevo título sobre la Biblia fue más que suficiente para ir a comprarlo. Con los antecedentes del Evangelio según Jesucristo había suficiente para suponer que sería una buena obra, más con la censura que había lanzado el Vaticano contra el portugués.

Caín reúne la vida del hermano que mata a Abel, y sin embargo no se acaba ahí. Montado en un burro que lo acompañará por toda una aventura épica, el hombre maldito por Dios con una marca en la frente irá recorriendo algunos de los momentos más importantes del Antiguo Testamento. La clave está no sólo en el camino, sino en las interpretaciones que va haciendo Caín/Saramago sobre la voluntad de Dios, sobre su afán por la crueldad, su cinismo al decidir sobre la vida y muerte de quienes más lo adoran, y que él les paga con más dolor, sólo para probar el gran amor que le tienen.

En la misma tesitura que ha hecho a Saramago uno de los mejores escritores de la transición entre siglos, Caín revuelve muchas de las creencias y supuestos sobre el Dios que adoran católicos y judíos, y las expone al juicio social de una cultura supuestamente mucho más avanzada que aquella que recibió la Biblia ¿Qué opina un intelectual del siglo 21 sobre la misoginia, la crueldad y la barbarie de un Dios que no ha hecho más que jugar con su creación una y otra vez? ¿Qué tan bien parado queda si juzgamos aquellos hechos bajo la vara moral y ética de nuestra época?

Sin duda un excelente escrito tanto para creyentes como para críticos. El valor de la obra no reside en el hecho histórico, sino en la profunda reflexión que realiza uno de los hombres más brillantes de nuestra época. La mejor manera de hacer crecer a una religión es cuestionándola, y por supuesto que la mejor manera de destruirla es aceptando como dogmas todos sus valores.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo eso para decir que un libro es ateísta y anti-católico...

rm dijo...

y?

Anónimo dijo...

Yo apoyo ese ultimo "Y" y mas si va acompañado de una Henneken.. y unos ostiones cocidos en el microondas.

SGM