septiembre 17, 2009

El juicio ciudadano que no fue

Tuve oportunidad de platicar con Darío Dávila y Jorge Reza de Evolución Mexicana en el programa que conducimos unos colegas y yo en Radio UDEM una semana antes de que se realizara el juicio ciudadano contra el gobernador de Nuevo León. A las preguntas que les hice, sus respuestas me dejaron muy preocupado. El resultado lamentablemente lo probó: lo que pudo haber sido un hecho histórico para nuestra democracia, fue llevado al extremo mediático y abandonado a la suerte del chusco recuerdo.

El juicio ciudadano es una figura que puede ir de la mano de la protesta cuando no existen alternativas institucionales efectivas y operacionales. No tiene un trasfondo legal sino ético y moral como bien aclararon los invitados al programa. No tiene repercusiones ni consecuencias legales sino que es simplemente un llamado de atención (a los ciudadanos) ante dos hechos irrefutables: los excesos del gobierno que nos abandona literalmente en un par de semanas, y la falta de controles políticos y jurídicos efectivos sobre estos mismos actos. Constitucionalmente se cuenta con el juicio de procedencia como primer paso para retirar el fuero a un funcionario con sospecha de ser culpable de algún ilícito, sin embargo en la práctica ha sido poco y mal utilizado. La alternativa que plantea el grupo Evolución Mexicana era un hecho sin precedentes políticos en nuestro país.

El riesgo era evidente: linchamiento olía (apestaba) por todo el lugar. La objetividad del jurado ciudadano no se cuidó con detalle. Los invitados eran convocados por el mismo grupo ciudadano que actuaba como juez y parte. La "defensa" se enteró apenas cuatro días hábiles oficialmente de las acusaciones y nunca hubo un esfuerzo real por entablar comunicación con la parte acusada. El discurso de algunos de los miembros era especialmente sorprendente, pues parecía buscar más la confrontación que realmente una resolución ciudadana objetiva.

Pequeños detalles como haber mantenido la objetividad del proceso a través de plataformas universitarias o grupos ciudadanos de otros Estados de la República que no tuvieran un interés especial en la resolución (puedo pensar en el grupo que maneja Sergio Aguayo), o haber logrado una interacción con la autoridad de tal manera que efectivamente hubieran tenido tiempo para conocer las imputaciones y preparar su defensa, habría significado una diferencia enorme para el resultado y sobre todo para las reflexiones posteriores.

Estoy seguro que todos hemos aprendido de este primer esfuerzo, y realmente aplaudo que Evolución Mexicana haya comenzado un ejercicio noble de concientización ciudadana que mucha falta nos hace. Desafortunadamente detalles de forma le dieron al gobierno del Estado toda la oportunidad para deslindarse del ejercicio con total elegancia.

Darío me comentaba en el programa algo que me alegró: en el juicio habría delegaciones ciudadanas de otras partes de la república aprendiendo del proceso. Espero hayan tomado nota de los aciertos, pero sobre todo de los errores. Hay muchos otros candidatos a estos procesos en nuestro país.

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