enero 11, 2011

Dilema ciudadano

No sé qué sea más injusto, si descubrir que debo seguir pagando tenencia por una torcida visión de equidad social donde los malvados capitalistas deben ser castigados por tener un auto más nuevo que 2006, o descubrir que la única forma que tengo para defenderme frente a un Estado por todos los medios ineficiente, obeso y autista, es renunciar al pago de mis impuestos y por lo tanto a mi derecho a exigirle que cumpla con sus objetivos más mínimos.

Si decido ser parte de la resistencia civil a través del no pago de la tenencia, me enfrentaré con la difícil situación de ser un free rider en esta sociedad que requiere más y no menos ciudadanos comprometidos. Los recursos que no pagaría harían todavía más débil al gobierno que apenas y puede enfrentar la creciente amenaza del crimen organizado y otros problemas igual de graves.

Si decido pagar, no haría más que permitir que este gobierno siga gastando nuestros recursos de manera soberbia. Los gastos por imagen no hacen más que dispararse año con año (y eso que apenas llevamos dos). Los gastos por transportación aérea del gobernador se han vuelto una infame muestra de su falta de sensibilidad (o del más mínimo instinto de supervivencia); y ni cómo defenderlo cuando con recursos públicos se está pagando uno de los edificios más altos de América Latina, construido por acreedores amigos del partido en el poder.

El dilema en que se me ha puesto es enorme. Cualquier decisión que tome tiene consecuencias negativas en mi conciencia y en mi estado de ánimo. El gobierno no debería orillarnos a esta situación, sin embargo ya lo ha hecho y ahora tenemos que decidir con qué demonio queremos dormir.

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