febrero 25, 2014

El Nuevo Mando Único

No cabe duda que el partido político que gobierna en las entidades sigue siendo la variable más importante cuando se trata de avanzar programas por parte del Ejecutivo Federal. Más allá de las cordialidades diplomáticas propias de cualquier relación entre gobiernos, la capacidad institucional del presidente se difumina si las autoridades locales no tienen motivo aparente para cooperar ¿O qué hace que ahora el programa de Mando Único Policial esté a punto de ser aceptado por veintiséis gobernadores cuando estuvo en el congelador por más de seis años?
Felipe Calderón intentó hasta el cansancio impulsarlo sin mucho éxito. Más allá de decretar un lineamiento que instaba a las policías a mantener una identidad en cómo pintaban sus patrullas y uniformaban a sus agentes, no hubo mayor avance. Los gobernadores, en su mayoría priistas, simplemente no se sumaron a la estrategia.
De manera paralela durante ese sexenio se quintuplicó la nómina de la policía federal y se creó una academia de policía profesional con procesos y protocolos estandarizados. Comparado contra lo que había antes de Calderón, fue un avance importante. En el aspecto informático, se creó la Plataforma México que, más allá de sus críticas sobre quién fue el proveedor ganador de la licitación, ha funcionado como un mecanismo para unificar los insumos y consultas de datos y operaciones rutinarias de las policías en todo el país. Hoy al menos se pueden rastrear los antecedentes de una placa de otro estado por cualquier policía que esté adscrito al sistema, y eso es algo que hace diez años no existía.
Hubo críticas, tal vez la más fuerte fue el poder que tuvo en sus manos el secretario de Seguridad Pública, y la reticencia de los gobernadores a darle aún más a un personaje que en varias ocasiones estuvo en el escándalo público por sus excesos. Pudo ser un error mantenerlo por tantos años y acrecentar su imagen de intocable. La confianza de los gobernadores hacia Los Pinos se deterioró también cuando hacia el final del sexenio comenzó a levantarse la imagen de que desde el CISEN y la PGR se intentaban ganar elecciones. Las persecuciones judiciales de Hank Rhon durante las elecciones en Baja California, y de Eugenio Hernández en la elección federal de 2012 tuvieron una sospechosa coincidencia que muchos consideraron de mal gusto.
Si el problema fue de confianza, es interesante saber que ahora los gobernadores sí tienen fe en Osorio Chong, y que la puerta al Mando Único está abierta. El pasado 8 de febrero el mismo secretario de Gobernación anunciaba que se enviaría una iniciativa de reforma constitucional al Senado tan pronto se tuviera la unanimidad de las treinta y un entidades y el Distrito Federal. Hablar de unanimidad en tiempos democráticos no es poca cosa. La afinidad partidista puede ser una buena parte de la historia, pero ¿qué más está en la mesa? ¿Por qué los gobernadores ahora renuncian con tanta facilidad a su poder más tangible, como es el control de su fuerza pública? El caso Michoacán y la creciente incapacidad de los gobiernos estatales para enfrentar estas crisis los podría estar haciendo tomar la salida fácil.
Tal vez es una motivación legítima y genuina la de cambiar hacia una sola corporación que revise los asuntos policíacos, con una base de datos y una estrategia. Habrá sin duda debilidades en este nuevo modelo, tales como la poca preparación y conocimiento sobre territorio donde los agentes serán desplegados, pero a mi juicio las ventajas serán mayores. El aspecto político parece estar resuelto en este sexenio, pero tendremos que ver qué pasará cuando algún otro partido llegue a Los Pinos, o si los gobiernos locales comienzan a ser ganados por la oposición, tal como sucedió durante los noventa. Entonces, la reforma constitucional ya habría sido aprobada y los gobiernos locales no tendrían mucho margen de maniobra.
La coyuntura política de un partido con mayorías legislativas y con fuerte presencia en los estados podría ayudar a pasar una iniciativa que, de hacerse bien, traerá estabilidad a cómo se maneja la seguridad pública en nuestro país. Un sexenio después, pero qué bueno que se esté empujando esta agenda.

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