junio 11, 2006

¿Manos limpias?

Ciro Gómez Leyva en su columna diaria de Milenio lo dijo claramente hace unos días: con este asunto del cuñado de Felipe Calderón uno de los dos iba a caer. Carlos Marín en el mismo periódico (no recuerdo si el mismo día) lo dijo aún más claramente, uno de los dos no merece ser presidente después de esto.

Aunque estos argumentos parecen encerrar más retórica que algo real, estas dos opiniones presentan algo mucho más interesante de esta elección. Si algo nos despertó del interminable aburrimiento que resultaban las larguísimas campañas electorales fueron los escándalos políticos. Nos guste o no la guerra sucia deja muchos platos rotos pero también deja mucho interés en los medios de comunicación y en nosotros los humildes lectores de la situación. Nos gusta el lodazal pues.

Cabe aclarar que quien empezó esta serie de golpes mediáticos fue el PAN, y no estoy hablando del asunto de los videoescándalos ya tan referidos a pesar de que fuera el señor Döring, diputado panista, quien sacara los primeros videos en el ahora extinto programa de Brozo. Me refiero más bien a mediados de marzo cuando comenzaron con los mensajes del peligro que resultaría López Obrador para las sanas finanzas del gobierno de la república, y con sus cálculos de la interminable deuda del gobierno del DF que más rápido cayeron que la manzana sobre la cabeza de Newton.

Si algo ha caracterizado las posturas de los dos candidatos punteros son sus lemas ñoños: Manos Limpias y Honestidad Valiente. Ambos en esta ocasión se contraponen en el asunto de las muy peculiares licitaciones ganadas por la empresa del señor Zavala. O López Obrador miente como enfáticamente lo dijo Calderón en el debate, o Calderón oculta una desastrosa verdad para su campaña.

Con los casos de los Bribiesca Sahagún y con el ahora caso del señor Zavala nos podemos percatar de algo que quizá sonaba a romanticismo no entenderlo así: El poder corrompe y así se llame Acción Nacional o Revolucionario Institucional (¿o Revolución Democrática?) los negocios familiares proliferan durante el tiempo en que se tiene la oportunidad de inclinar la balanza hacia un lado u otro. Otro caso emblemático de esto es la burda casualidad en los fallos de la Suprema Corte de Justicia que en la mayor parte de las controversias se inclinó hacia el ciudadano presidente. El caso del juez que favoreció la demanda por difamación contra la revista Proceso fue el ejemplo más claro de cómo se están dando las cosas en este sexenio; y qué decir del asunto del desafuero que se convirtió en un asunto judicial sólo por capricho del secretario de gobernación junto con el senador Fernández de Cevallos y el expresidente Carlos Salinas. No existen tales manos limpias y resulta cursi que así lo haya sostenido Calderón por tanto tiempo. Quizá sus correligionarios podían creerse estas cosas pero en la política real estas cosas suceden.

Digamos que era más sencillo hacer caer a Calderón por manos sucias que a López Obrador por mentiroso. Y una vez más la secretaría de hacienda ha demostrado su inocencia al salir a declarar que el gobierno del Distrito Federal cometió un ilícito al “dar a conocer información fiscal de la empresa Hildebrando” (Milenio, 10 de junio). Al hacerlo ha aceptado tácitamente que los arreglos existen. Con esto queda demostrado que a pesar de colmilludos a los panistas todavía no les queda el papel de maquiavélicos que con tanto orgullo aún pueden presumir los del PRI.

¿Manos limpias? La moneda sigue en el aire pero este puede ser quizá un golpe del que el PAN no se pueda levantar. Las cosas son muy diferentes pues López Obrador con los golpes mediáticos parece hacerse más y más fuerte en su papel de víctima. Felipe Calderón tiene todo el tufo de hombre empresario, alfil del panismo duro y no le quedaría muy bien el saco de víctima sino más bien de hombre duro que desde un principio ha sabido explotar. Un escándalo en su grupo más cercano, su familia política, y aún antes de ser siquiera presidente puede resultar fatal.

El argumento de Calderón ha sido que las pruebas no existen o que son tan débiles que ni siquiera tienen fuerza. Quizá tenga razón pero el problema con las campañas negativas es que no importa tanto el resultado sino la percepción. En la próxima encuesta de los presidenciables lo podremos ver con más claridad pero casi puedo aventurarme a predecir una baja notable en la intención de voto hacia Calderón, al menos de los indecisos. Podrían pasar dos cosas, o que voten por otro candidato o que se abstengan de votar. Ante los dos escenarios el ganador es Roberto Madrazo. Si votan por otro seguramente no lo harán por AMLO a quien repudian. Si no votan, en un escenario de baja participación siempre sale ganando el PRI.

¿Manos limpias? Quizá le convenga ir a lavar primero su casa antes de volver a salir con argumentos tan simples como ese para querer ganar la presidencia de un país que le guste o no al conservadurismo panista, está madurando.

3 comentarios:

Gabriela Monroy Calva dijo...

El/la que hable de los problemas esenciales de este país que para mí, amante del lenguaje, comienzan con la repulsa a utilizar eufemismos, es decir decir el que siga hablando de transa en vez de robo..., el que se apoye más en estadísticas en lugar de dar una disculpa por el nivel punible de la calidad de la educación primaria en México, es mi candidat@.

Batz dijo...

El poder corrompe... es una realidad y una tristeza. Hay muchos que con buenas intenciones llegaron y estando arriba no logran sortear las tentaciones, no?

Convencer por medio de campa~as electorales esta lleno de intenciones... a veces genuinas, otras solo intenciones de tener hueso, bah

vero.mil dijo...

Como hablas del PAN eeh!

Porque le tienes tanto coraje?

Cuando una persona habla mucho de alguien es porque le admira algo o le tiene envidia eeh!

Tù sabes que FC tiene la delantera y eso no te deja dormir =/.

Superalo we!