octubre 29, 2009

Renegociando la plaza

La llegada de 900 soldados a una ciudad que había disfrutado de relativa calma en los últimos dos años debe ser una noticia que estremezca al más distraído de los habitantes. El movimiento que se está dando al sur de Monterrey desde la caída de los jefes que controlaban el tráfico de droga en el municipio de Santiago, incluyendo a algunas de sus autoridades municipales, pudo haber sido el polvorín que desate lo que seguramente será la bienvenida del narco a Rodrigo Medina, pero también la oportunidad que están buscando las fuerzas federales y el ejército para plantear una nueva forma de combate.

Es natural que ante el cambio de mandos vengan las renegociaciones. Ante la renovación de autoridades deberá seguir una serie de eventos donde los grupos criminales intentarán verse intimidantes y, hasta cierto punto, capaces de cualquier cosa. La respuesta natural de la autoridad tendrá que ser aumentar el costo de su desorden desplegando una estrategia de violencia hasta que se llegue a un nuevo punto de equilibrio donde ambos grupos puedan seguir operando. Esto no implica necesariamente un arreglo explícito entre autoridad y crimen organizado, sino simplemente la fijación de una frontera de acción donde ambos grupos se toleren.

La autoridad antes que querer detener al narco, tiene como prioridad mantener el orden. El narco antes que querer desaparecer a la autoridad, quiere trabajar en relativa calma y que los costos de operar y mantener la seguridad de sus rutas de tráfico no sean tan elevados que sus ganancias se vean mermadas. El equilibrio eventualmente se da cuando el costo de seguir atacándose sea tan alto que ambos bandos reduzcan significativamente su nivel de violencia. Esto se dio en Nuevo León en 2007 después de dos años de dramática violencia, en un periodo que comenzó poco después de que fueran asesinados el Director de la Agencia Estatal de Investigación y el Director de la Policía de San Pedro Garza García.

A diferencia de otras ocasiones, en Nuevo León se está gestando un operativo sólo aplicado en Chihuahua anteriormente y en el que nuestro Estado será probablemente el primer caso de éxito. La coordinación entre autoridades estatales y federal se está dando desde una perspectiva de completa comunicación. Incluso la designación de autoridades municipales en las áreas de seguridad está llevando el palomeo no sólo del Estado, sino del mismo coordinador técnico de seguridad pública. Lo que se está planteando en los círculos de seguridad es que se empuje fuertemente la frontera de la tolerancia como una estrategia para establecer nuevas reglas del juego. La llegada de Rodrigo Medina posibilitó a la gente de la capital la oportunidad de tener un laboratorio fértil para operar el aumento dramático del costo de la plaza de Nuevo León.

La tolerancia mostrada por la gente de Natividad González Parás frente al crimen organizado enfureció a los grandes empresarios de la ciudad. La eventualidad y la frecuencia de secuestros y extorsiones cada vez más cercanas al círculo más sensible de la sociedad regiomontana generó lo que ya todos vimos: las grandes empresas de la entidad controlaron no sólo la llegada de Medina al gobierno, sino también al equipo de transición y actualmente al que controlará toda la política interna del Estado. Al parecer las decisiones de seguridad vendrán de la Ciudad de México y con una escala en el escritorio de algunos de los más importantes corporativos del Estado.

Y por eso decía desde un principio: la llegada de 900 soldados a Nuevo León sólo puede ser el principio de una historia que seguramente nos dará algunos días violentos en el Estado. En lo que se vuelve a llegar a un equilibrio, esta vez mucho más alto según le apuestan la gente de seguridad, las balaceras y las ejecuciones podrían ser el pan de cada día.


 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y que viva la neo revolucion!! hagan sus apuestas... quien ganara?

rm dijo...

Cuando dices neo revolución te refieres al nuevo PRI?