noviembre 04, 2009

Legisladores como cuello de botella del sistema

Cuando terminaba mis últimas reflexiones de la tesis de licenciatura me percataba que desde un análisis institucionalista uno se topa con la interminable solución a todo, pero que irremediablemente debe pasar por una aprobación de los legisladores. Jueces y partes, ellos han tenido en sus manos desde hace ya más de diez años las soluciones de este país pero no se han atrevido a realizarlas.

Enumerar ejemplos puede ser un buen ejercicio para evidenciar la situación. La reelección legislativa sin duda traería una modificación de los incentivos con los cuales el ciudadano podría salir empoderado, pues obligaría a los primeros a deberle el puesto a los segundos más que a su partido político: horizontalizaría el ejercicio del poder. De igual manera las candidaturas independientes generarían una serie de legisladores ajenos a los intereses propios de los partidos, pero ¿quién tendría que tomar esta decisión? Nuevamente los legisladores que son los menos interesados en perder este poder.

Desde el ámbito económico, se ha hablado mucho de las reformas energética y fiscal que este país requiere desde hace décadas. Las razones por las cuales no pasa una ni la otra tienen menos que ver con lo que puedan afectar a los ciudadanos, antes que los privilegios que algunos partidos políticos perderían ¿Quieren saber por qué no tenemos un impuesto al consumo generalizado o una sana competencia en el mercado de las gasolineras? Es sólo cosa de voltear a ver a los diputados y senadores, o los empresarios que los patrocinan, que hacen fortunas de estos mercados supuestamente para el bien de la nación.

Otros temas más espinosos tienen que ver con la transparencia y la rendición de cuentas. Desde el sexenio de Fox se vendió la idea de que el expresidente estaba totalmente comprometido con el proyecto, sin embargo esto no pasó de crear una instancia en el IFAI que cada vez demuestra más su inutilidad más allá de ser una fotocopiadora de documentos muy mal administrada y excesivamente cara. La verdadera rendición de cuentas sigue siendo algo que entre los partidos políticos se negocian (yo te tapo al tuyo si tú me tapas al mío). La creación de una verdadera Auditoría Superior de la Federación con atribuciones reales para castigar a los culpables de corrupción y desvío de recursos sigue estando en la congeladora y sin tiempo definido para comenzar a operar.

Otro ejemplo aún más lamentable y estrechamente relacionado con el anterior tiene que ver con la urgente separación del organismo de procuración de justicia tanto a nivel federal (en la PGR), como en los Estados. Es inconcebible que la oficina que perseguiría de oficio cualquier irregularidad incluida las del gobierno, tenga como jefe al titular del Ejecutivo, uno de los más naturales candidatos a ser responsables de algún delito. En infinidad de foros nacionales e internacionales se ha llamado sobre la incongruencia de este hecho; decenas de reportes de organismos internacionales han urgido a las autoridades mexicanas para cambiarlo. Nuevamente, ¿en quién creen que recae como última instancia esta decisión? En los mismos legisladores con todos los incentivos para mantener las cosas tal como están.

El último ejemplo que quiero mencionar, y aclaro que no estoy agotándolos, tiene que ver con la institución que regula las elecciones y supuestamente vigila que los partidos políticos se conduzcan correctamente. Desde la salida de la primera generación de consejeros electorales, hemos sido testigos de una prostitución del IFE hasta situaciones tan ridículas que ya los partidos abiertamente se creen dueños de una "cuota de consejeros". Aunado a esto, la reforma de 2007 va garantizando que el presupuesto para los partidos se multiplique sin ningún control, mientras que las excesivas facultades del IFE los van atando de manos por sobresaturación ¿Quién puede cambiar esto y realmente darle a los partidos políticos una estructura de disciplina y control real tanto en sus gastos como en sus atribuciones? Los mismos partidos políticos a través de sus legisladores.

Todo parece indicar que las grandes soluciones siguen recayendo sobre los mismos individuos y las mismas personas. El problema está en que ellos serían los más afectados al modificar esta situación. Después de cuatro años de haber redactado mis últimas reflexiones en torno a cómo realinear esos incentivos para que los legisladores realmente trabajen para la sociedad, sigo sin encontrar respuestas contundentes. Requiere o una labor suicida de los partidos políticos para actuar contra sus intereses, o una gran sacudida por parte de la sociedad para que éstos reaccionen. No es ninguna casualidad que veamos la aglutinación cada vez más fuerte de ciudadanos que se han dado cuenta de este cuello de botella ¿Cuánto más puede resistir? Espero sinceramente que estemos en la antesala de su fin. El costo de mantener este sistema se vuelve cada vez más obsceno y sus consecuencias cada vez más peligrosas.


 

1 comentario:

Batz dijo...

Sera que todos llegan llenos de ambicion? o el dinero los pudre? Sera el miedo a enfrentarse a los que tienen mas tiempo en el puesto? Por lo que sea, esto no esta funcionando y el mundo se nos viene encima..