noviembre 11, 2009

Hartos de la Democracia

Masas enteras en San Pedro y en el resto del país se congratulan de la "audacia" del edil de este municipio al sugerir el uso de amigos poco ortodoxos para acabar con secuestradores y matones. Cientos en los foros de varios periódicos felicitan al glorioso ejército mexicano por el uso de la fuerza en contra de sospechosos de involucrarse en el crimen organizado sin siquiera preguntarse por el respeto a las mínimas normas de convivencia, o la presunción de inocencia. Otros tantos aplauden el uso irrestricto de la fuerza contra los inconformes en el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas y otros "revoltosos" que se deciden a manifestarse. Cientos se pronuncian por "matar a los policías" que de cualquier manera ya son traidores a la patria, así sin siquiera haberlos pasado por una prueba de confianza o un juicio en el que puedan defenderse como cualquier otro ser humano.

El argumento es que de alguna forma los delincuentes y los manifestantes (así, en la misma categoría por obra y gracia de los poseedores de la verdad que opinan estas cosas) no están respetando las reglas, por lo tanto habrá que usar sus mismos medios.

Un profesor en un curso de Inteligencia que tomé hace un par de años nos planteaba dilemas similares y nos respondía con una idea irrebatible: "lo que haces te define". Así de simple. Si matas, eres un asesino, independientemente si lo haces por una buena causa, o por resolver un problema mayor. Retomando el ejemplo, si violas los derechos humanos, eres eso: un violador. El principio por el que se rige la democracia parte de un mutuo respeto a una serie de normas con las que podemos estar o no de acuerdo, y encontrar los medios y espacios para mostrar nuestra inconformidad. Parte de los principios más valiosos de la democracia es precisamente ése, tener la capacidad para disentir y proponer nuevas reglas que surjan del debate. Atribuirse el derecho a poseer la verdad sobre el resto de la población resulta en cosas que pueden ser muy atractivas políticamente, e incluso muy efectivas para resolver problemas en el corto plazo ¿Cuál es el riesgo? Precisamente que el que se crea poseedor de la verdad y que tenga la fuerza (legítima o no) para hacer valer su punto de vista, puede estar equivocado. Y si el que se equivoca tiene el poder de imponerse ante el resto, estamos francamente jodidos.

En estos foros que les comento comienzo a sentir un tufo de simpatía ante prácticas autoritarias. Sed de sangre, hambre de resultados, frustración, desesperación. Los tiempos que ahora vivimos tal vez despiertan todas esas sensaciones. El peligro es que ante nuestro aplauso, estamos trayendo a un monstruo todavía más difícil de vencer. Si dejamos las reglas de la democracia para "tiempos menos difíciles", el resultado será una democracia a modo del gobernante en turno, o del séquito de seguidores furibundos y sectarios que lo haya hecho llegar al poder. San Pedro Garza García puede ser hoy el ejemplo de lo más nefasto a lo que puede llegar la política en nuestro país. Afortunadamente, este mismo municipio también alberga a una de las sociedades con más honor y articulación que he visto en mi corta vida. Espero sea suficientemente fuerte como para detener esta infamia a tiempo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto si que es un derroche de hipocresía...

rm dijo...

Señor anónimo, si de hipocresías se trata, tus aplausos a Mauricio sólo muestran cada una de las características que aquí alerto.

Anónimo dijo...

Jajajajaja el lavadero de hernan y su silla voladora...

Batz dijo...

Como dices, es la desesperacion de la sociedad lo que esta dando entrada a una democracia con reglas cada vez mas light. Todos queremos que estos conflictos pasen, que dejemos de escuchar de torturados y secuestros. Que si hay que armar una fuerza "policiaca" de puros matones, que se haga. Lo que no estamos viendo es que esos mismos matones se quedaran con toda la autoridad de matar despues por intereses propios. Hay que pensar antes de pedir que se nos cumplan nuestros deseos.