julio 24, 2007

Mezcla

Durante mi carrera universitaria conocí la obra del duque Federico Guillermo Enrique Alejandro von Humboldt, pensante que en su época fue filósofo,físico, cartógrafo, administrador, botanista y no sé qué más. Fue quien por primera vez describió la riqueza del norte de México por allá del siglo XIX, y hay quienes lo culpan al muchacho de haber sido quien alimentó las hambres avariciosas del país estadounidense para apropiarse de aquellas tierras abandonadas.

Traigo esto a colación no porque vaya a aventarme un escrito ardido y desagradable sobre el mísero papel de nuestros gobiernos durante la guerra con Estados Unidos y las consecuencias que ya todos sabemos. Si así fuera fácilmente podrían irse a otro blog antes de terminar su bostezo que ahora comienza a cosquillearles en su boca. Mejor les cuento una reflexión que se me ocurrió mientras leía las primeras líneas de "Imperio" de Hardt y Negri. Dicen que los nuevos expertos necesitarán conocimientos multidisciplinarios para así poder entender las tendencias mundiales.

Un economista que no sepa de cultura, no entenderá ya a la economía, dicen los autores. Me imagino una metáfora, imagino al hombre esforzándose durante la totalidad del siglo XX para separar, clasificar, distribuir adecuadamente, poner las divisiones correctas, aún cuando resultaba ridículo, todo para crear especialistas y para crear disciplinas únicas y lo más independientes posibles, hasta que se le ocurrió a un buen muchacho tomar todos esos globos separados y comenzar a reventarlos nada más para ver qué pasaba.

Así podemos imaginarnos el posmodernismo que nos aventaron en las manos mientras fallecía, para que lo pudiéramos salvar nosotros, los infames despistados y apáticos que nacimos como producto de la borrachera de los setenta y ochenta (según que tan viejo esté mi lector).

Sí, ahora tenemos que imaginarnos que toda esa mezcla basurosa, informe, apestosa y omnipresente que es nuestra compilación de conocimientos. Si en el siglo veinte tenía sentido hablar de un economista, dicen estos señores que ya no.

Volveremos a la época de los especialistas en todo que igual hacían un diagnóstico médico, un descubrimiento astronómico, como un tratado del derecho universal de los hombres para transitar libremente. Al parecer nos convertiremos en expertólogos, producto de nuestra cruda.
Volvemos al principio. Quien no me crea que vuelva a desempolvar a Nietzsche de sus libreros.

2 comentarios:

Batz dijo...

Me da gusto que estes leyendo uno de los libros que tanto te tardaron el llegar. Cuantos te faltan?

Me acuerdo de una obra que vi en el año que estuve de intercambio, donde se criticaba tanta especialización. Uno deja de opinar en áreas que no seas propias, deja de interesarse y eventualmente esta uno encerrado en un mundito muy pequeño.

rm dijo...

Champ, sí las he estado leyendo, nada más que tengo en stock libros que compré en Boston en 2006!!! con eso te digo todo. Verás que en la tesis todo ese gasto se verá reflejado.

Como ya he escrito aquí más de una vez (y cada vez que lo escribo se reproducen mis más ácidos críticos), los especialistas son una especie nefasta para la humanidad. Desvirtuan el sentido del conocimiento, se consideran en un pedestal inalcanzable (y cobran como si lo fueran), por no hablar de las tonterías que inventan con tal de seguir cobrando y seguir pareciendo importantes. Yo los echaría a todos a la leña.