octubre 18, 2007

Democracia: Tercera Llamada

Este ensayo me avisaron ayer que fue premiado como el primer lugar del Octavo Certamen de Ensayo Político que realiza anualmente la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León. Lo reproduzco aquí para los que tengan la paciencia de llegar hasta abajo.

Democracia: Tercera llamada.

1. Cuando pensamos que ya podíamos bajar las manos.

Cuando pensábamos que más lejos estábamos de la democracia, el factor menos pensado nos abre una posibilidad que puede ser la llave que nos hacía falta. La evolución (o involución) de nuestra democracia nos está llevando a escenarios donde nuestra participación cada vez es más restringida, y aquellos que alguna vez se llamaron promotores de la democracia comienzan a encontrar atractivo regresar a prácticas que podrían llamarse viejas pero que en realidad tienen toda una nueva forma de presentarse.

La ausencia del poder presidencial que ya se ha mencionado hasta el cansancio como causa de nuestra situación actual, ha provocado que nuestra democracia sea secuestrada por mafias de todo tipo. Desde empresarios que deciden quién será Secretario de Comunicaciones y Transportes así como a los miembros de la Comisión Federal de Competencia que supuestamente están para controlarlo y regular sus operaciones monopólicas, televisoras que tienen el poder de “convencer” a la totalidad de los diputados para que voten o falten a la votación de una nueva ley de radio y televisión que les iba a permitir apoderarse del espectro electromagnético por los próximos veinticinco años, hasta traficantes de drogas que al amparo y protección de las policías locales y federales imponen su propia ley en territorios que bien pueden dejarse de llamar México para efectos prácticos.

Los ciudadanos nos encontramos en una obra de teatro donde estamos sentados en las butacas, viendo cómo otros asumen los papeles protagónicos. Se pelean entre ellos, y sólo de vez en cuando y sólo algunos de ellos (cada vez menos) voltean a preguntarnos cómo van con sus dramas. La democracia en México y en muchas otras partes del mundo se encuentra llena de cadenas que los propios protagonistas han impuesto al sistema político y de las que sólo nos podríamos librar gracias a su acción.

Si seguimos esta metáfora, podemos preguntarnos si en verdad somos ciudadanos o simples espectadores de una obra que nos vendieron como la llave a la felicidad, pero que terminó siendo una verdad sólo para quienes tienen el dinero de pagarla, literalmente. Podemos pasar mucho tiempo haciéndonos preguntas sobre qué fue mal en nuestra democracia o comenzar a reflexionar sobre cómo recuperar lo que nos arrebataron en la misma fiesta de celebración, cuando aún chocábamos las copas en la fiesta por haber derrotado al partido de Estado.

Jaime Cárdenas Gracia menciona que es “cada vez más frecuente el señalamiento de que los legisladores no representan el interés general sino los intereses particulares y parciales de los poderes fácticos”[1]. Más adelante menciona que por este problema la política se elitiza y se aleja de las necesidades populares, “la representación de los intereses generales queda en suspenso”[2].

Así también podríamos extrapolar el diagnóstico a alcaldes, gobernadores o al presidente de la república. Suponiendo que el político es un individuo racional, intentará cumplir primero con aquellos que le permitieron llegar al poder, pero más importante aún, con aquellos que le garantizarán permanecer en puestos de poder en un futuro. De esta manera se crean intereses particulares que desvirtúan el sentido de la representatividad y de la democracia misma. Nuestra democracia, pues, se encuentra secuestrada principalmente porque ante el clima de impunidad e inefectividad de nuestros sistemas de procuración de justicia, los políticos han encontrado muy fácil alejarse de sus verdaderas funciones para cumplir con aquéllas que les permiten más ganancias personales. Nuestra democracia se encuentra incompleta en el mejor escenario, o completamente perdida en el peor de ellos.

Existen teorías que intentan explicar esto. Una es que la democracia en realidad nunca llegó, sino que fue un arreglo entre elites para fingir cubrir la cuota de democratización que algunas potencias europeas nos exigían para aceptarnos dentro de su Tratado de Libre Comercio. Otra teoría, de la cual yo estoy más convencido, es que en realidad sí logramos nuestro objetivo, pero pusimos demasiadas expectativas sobre la democracia electoral pretendiendo que el resto de nuestros problemas se solucionarían automáticamente. Como consecuencia de esto, nuestra lucha por la Democracia bajó las manos, y cualquier boxeador relativamente experimentado podría platicarnos las consecuencias de esta errónea decisión cuando la campana aún no ha sonado. Finalmente podríamos asumir una explicación más positiva en donde diríamos que la democracia está funcionando, pero sólo hacen falta dos ingredientes para que mejore su desempeño: tiempo para su maduración y pulir algunos detalles que nos faltó arreglar, aunque hablar de detalles siempre resultará en un eufemismo.

En realidad la segunda y tercera explicación de cómo llegamos a este callejón oscuro podrían ser dos caras de la misma moneda, dependiendo de lo positivo o negativo que se haya amanecido ese día. Sólo si nos inclináramos en la primera explicación podríamos pensar en que es necesario comenzar de nuevo nuestra lucha, cuidando esta vez los errores que cometimos la primera vez.

Para efectos de este ensayo he decidido inclinarme por la segunda explicación, misma que me permitirá asumir una posición más crítica respecto a la situación en la que nos encontramos, y así lograr articular algunas propuestas hacia el final. La verdad es que cualquiera de estas tres explicaciones me suena convincente dependiendo de los ejemplos que nuestra clase política nos pone enfrente día con día. Hay ocasiones que puedo asegurar que la democracia en nuestro país, y particularmente en algunos Estados de nuestra república, es una falacia que resulta ridículo creer, ante el manejo cínico de los órganos de procuración de justicia, y de los poderes judiciales locales por parte de los gobernadores y sus amigos cercanos. En otros, las buenas noticias me hacen pensar que nuestra democracia a final de cuentas tuvo sus problemas pero que ahora ya comienza a andar con relativa normalidad, como ejemplo puedo traer a colación la decisión de la Suprema Corte respecto a la ley de radio y televisión que hace unos meses nos permitió una isla de esperanza entre un mar de malas noticias.

Si regresamos a la metáfora de la puesta en escena en nuestro teatro imaginario y me permiten asumir la segunda explicación de porqué llegamos hasta aquí, ya podemos hablar que nos encontramos sentados en las butacas viendo cómo los políticos se reparten los papeles sin ningún empacho mientras nosotros miramos con una creciente incredulidad e indignación.

Nos encontramos en una crisis generalizada de representatividad que se suma a otras muchas crisis de nuestra modernidad en ocaso. Las instituciones que anteriormente nos funcionaron para determinados aspectos de nuestra vida hoy se puede decir que se encuentran obsoletos ante el avance de otros factores globales, y el debilitamiento de los factores que anteriormente permitieron al Estado un mayor control sobre los individuos y las instituciones mismas[3].

Este breve diagnóstico puede llevarnos a considerar un rompimiento entre el ideal de la transición y la realidad que hoy vivimos. Existe una distancia que va aumentando y que va haciendo cada vez más irreconocible para el ciudadano el ambiente en el que tiene que desenvolverse. Lo que podría tener una lógica secuencial (voto= resultados de la elección), hoy es más difusa ante el creciente poder de grupos de interés que van asociándose y ejerciendo el poder que el vacío del presidencialismo dejó abandonado. Las consecuencias de esto genera en principio desconfianza entre el ciudadano y autoridad (irónicamente esta desconfianza es mutua, ya que la autoridad tampoco tiene muy claro si determinado individuo está o no representando los intereses de algún grupo de poder). La asociación y el impulso de determinada agenda no es algo negativo per se pues siempre que se mantenga en el plano legal, cualquier grupo tiene el derecho de defender sus propios intereses. Lo que resulta negativo y criticable en estas cuestiones no es el desmedido crecimiento del poder de estos grupos, sino la ausencia de una respuesta por parte del marco jurídico y las autoridades responsables de controlar este poder. Peor resulta cuando los legisladores que pudieran cambiar esta situación se encuentran también secuestrados por el poder de destrucción de estos grupos.

El crecimiento de las parcelas donde ejercen el poder los grupos de interés está estrechamente relacionado con el poder que ha dejado de ejercer el Estado. Ante el debilitamiento de factores esenciales como el cobro de impuestos o el monopolio de la violencia, estos grupos se han adentrado en actividades que antes nunca hubieran pensado hacer.

Es incorrecto asumir al Estado por un lado, a los grupos de poder por otro y a los ciudadanos en un tercer plano. En realidad siendo justos, los grupos de poder son ciudadanos que han sabido aprovechar (para bien o para mal) las circunstancias que ahora se presentan, una autoridad debilitada y un enorme vacío de poder. La Física nos indica que el vacío no existe y que cualquier retroceso de un cuerpo inmediatamente provocará que otro cuerpo ocupe el espacio abandonado. En cambio debemos asumir a los grupos de poder como parte de nuestra propia red, pero con una capacidad especial para establecer redes de reciprocidad y de redistribución entre ellas y los nodos de la red que le son particularmente atractivas para sus fines y objetivos.

Michel Foucault establece un concepto de poder que será muy útil para nuestras reflexiones. En su primer tomo de la Historia de la Sexualidad sostiene que el poder “se produce a cada instante, en todos los puntos, o más bien en toda la relación de un punto con otro. Está en todas partes, no es que lo englobe todo sino que viene de todas partes”[4]. En “Vigilar y Castigar”, habla del Panóptico, que es el proyecto de la cárcel perfecta donde el centro de la prisión es una cámara de vigilancia desde la cual todas las celdas son visibles en todo momento, pero para los prisioneros la cámara de vigilancia no lo es. De esta manera se crea la sensación en el prisionero (ciudadano) de que está siendo observado en todo momento[5]. La realidad actual en México es que los grupos han asumido el control de la cabina central de la prisión, teniendo una perspectiva especial que no les corresponde legítimamente, pero que pueden comprar gracias a su enorme poder económico. Digamos que el guardia se encuentra dormido mientras este grupo de prisioneros toma el control de la cárcel.

Algo que quiero rescatar de estas ideas no es sólo la noción de control que Foucault argumenta, sino la estructura de poder y resistencia que maneja a todo lo largo de su tesis. El panóptico existe sólo debido al temor que el prisionero le alimenta. El poder existe sólo en la medida en que la resistencia exista. La parte-contraparte de poder-resistencia nos permite concebir la propuesta sobre la cual podemos comenzar a andar.

Michael Hardt y Antonio Negri desarrollan en su obra “Imperio” la idea de una superestructura que se ha apoderado de la noción de soberanía, pero que a la vez no tiene un centro. Todos somos parte de él y todos lo alimentamos. Este imperio ejerce un tipo de control que parecería resultar total, aunque el hecho de que los ciudadanos seamos quienes lo componemos nos permite tener la capacidad para someterlo a nuestra voluntad. La clave está en la organización. Siguiendo a Foucault nuevamente, una de sus principales nociones sobre la estructura del poder es que éste siempre genera una resistencia. Siguiendo las características del poder, la resistencia tampoco tiene un gran centro, sino que “hay varias resistencias, que constituyen excepciones”, pero que se generan en el mismo instante en que el poder se presenta[6]. Esto constituye la noción de poder-resistencia desde una perspectiva similar a lo que sucede en nuestro mundo real, o cabría mejor decir en nuestro mundo virtual.

Regresando a la metáfora con la cual inicié este escrito sobre el teatro, podemos comenzar a ver una realidad que escapa a los ojos de los protagonistas que hasta este momento siguen peleándose por la bella protagonista que no sabe decidirse si quiere al galán o al villano. De pronto sobre la sala los que antes estábamos sentados en las butacas sólo observando con aburrimiento el pasar de las escenas y los personajes, ahora tenemos el poder de comenzar a realizar otras cosas. Al principio sin mucho entusiasmo y con un poco de desconfianza pero nos percatamos que podemos comenzar a platicar entre nosotros. Algunos de los personajes de la obra protestan por los murmullos que empiezan a escucharse entre la escena de amor y la de violencia, pero en general siguen distraídos en sus propios asuntos. Uno que otro descubre que es posible hablar sin que necesitemos alguno de los actores para representarnos, o para hablar por nosotros. Tenemos la capacidad de reunirnos y hablar, expresar nuestros puntos de vista y comenzar a ignorar lo que sucede allá en la obra.

La estructura de la resistencia que se va creando por parte de la población tiene algunos picos de expresión visibles, pero la enorme mayoría se refleja en cuestiones tan sutiles que a veces es imposible distinguirlas. La clave está en la capacidad que tenemos para utilizar medios alternativos a los que se encuentran hoy controlados por los grupos de poder, y también en la capacidad que tengamos como ciudadanos de legitimar y difundir estos medios alternativos. La gran mayoría de ellos se desarrollan en “no-lugares” que en el siguiente punto desarrollo, pero que representan, siguiendo la concepción del poder de Michel Foucault, una lógica respuesta a la movilización de los grupos de poder en México en los últimos diez años ¿Qué tanto éxito se tendrá? Quizás todavía es muy pronto para responder, pero vale la pena analizarla.


2. La Interacción como Paradigma

No es casualidad que Hardt y Negri afirmen que el nuevo proletariado hegemónico que durante los dos últimos siglos fue el obrero industrial, hoy es aquél que se desarrolla en la economía de la información y la comunicación. La clave del cambio debe ahora venir de una multitud plural con objetivos en común por la democracia[7]. Los ciudadanos tenemos que ser la clave en una realidad donde los principios democráticos han quedado relegados a elites que gobiernan los factores de poder, económicos y de coerción. La alternativa que han dejado abandonada, y no por mucho tiempo, reside en la asombrosa capacidad comunicativa y movilizadora que existe alternativamente a este mundo. La democracia en red, que consiste en la forma como podemos establecer una resistencia contra las tendencias controladoras de los grupos de poder en México y en todo el mundo.

Si retomamos el concepto de poder de Michel Foucault, podemos afirmar que se trata de la mejor oportunidad para ponerlo en práctica. Ante el apabullante avance de la democracia truncada que nos ofrecen las elites y grupos de poder en México, y que nos quieren vender como la mejor y única opción disponible (esto o el peligro del populismo nos quisieron vender en la elección pasada) hoy es posible concebir una democracia alternativa. El biopoder[8] ocasiona por reacción su resistencia. No de una forma centralizada que ya hemos visto así no lo entiende el filósofo francés, sino más bien como una serie de resistencias articuladas por delgadas fibras de comunicación y de solidaridad. No se trata de una metáfora sino de una realidad. La posibilidad que hoy tenemos de acceder a redes y grupos está al alcance de una computadora conectada a Internet. Aunque esto sea una realidad más avanzada en países como Estados Unidos o de la Unión Europea, en otras naciones como México o Brasil avanzamos rápidamente a una posibilidad de este tipo.

Una de las claves reside en la posibilidad de que la información puede ser obtenida desde cualquier fuente. Se puede comparar la versión oficial o de las televisoras y periódicos, pero así también se tienen alternativas de información en blogs, bitácoras, corresponsales de información alternativos, redes de interacción social, portales donde es posible compartir videos y comentar al respecto, correos electrónicos y foros especiales para discutir cualquier tema que se desee. La libertad en su máxima expresión que hoy está sólo disponible para quienes tenemos acceso a Internet, pero que por 10 pesos la hora también es accesible a que cualquiera lo acceda a través de kioscos cibernéticos y los llamados cibercafés.

La legitimidad en estos espacios se da a través de por lo menos tres variables: la reputación del usuario, el apoyo que este individuo dé sobre alguna causa o grupo temático, y a través de sistemas de apoyo/rechazo. Para ser más explícitos, la reputación consiste en la confianza y apoyo que el resto de los usuarios le den de antemano antes de actuar. Se construye a través de la experiencia, no hay otra forma. Si un usuario X es propietario de una bitácora electrónica (un blog) donde diariamente publica editoriales sobre los temas políticos de su país y del mundo, se convierte en una alternativa de información a la televisión y el periódico (así sea en su versión electrónica), y se va ganando reputación conforme gane adeptos. Sus indicadores más sencillos para determinar su popularidad podrían ser el tráfico a su página y el número de comentarios que sus escritos despierten. Existen mecanismos que nos permiten rápidamente castigar a quien comete actos incorrectos como podría ser el plagio de algún escrito. Esto quedaría inmediatamente evidenciado ante la enorme posibilidad que tenemos con buscadores electrónicos que en cuestión de centésimas de segundos encontrarían si este escrito ya había sido publicado por alguien más. Su reputación se vería mermada, y los indicadores que antes había comentado se verían comprometidos.

Así también, hablando de otro factor de legitimidad, el apoyo a determinados grupos o causas generan también legitimidad en el mundo virtual. Portales sociales que existen hoy en la red nos dan la oportunidad de crear perfiles de nuestra vida, pero más importante, nos permiten interactuar en un mundo donde se van desarrollando afinidades y simpatías hacia determinadas causas[9]. De esta manera, hoy la interacción en la red ya no se limita a cuestiones geográficas o culturales, sino que por cuestiones de afinidad es posible ir construyendo una reputación y por ende una legitimidad en torno al individuo. Si viviéramos en un mundo aislado, la reputación en Internet hoy se convierte en un activo para generar movilizaciones hacia determinadas causas como antes podía ser la opinión que tenían nuestros vecinos de nosotros, lo que permitía que se generaran cadenas de confianza o desconfianza hacia nuestra persona. Misma lógica, distinta plataforma.

Finalmente, y estrechamente relacionado con el anterior, los sistemas de apoyo/rechazo nos permiten concebir una legitimidad basada en la interacción con usuarios, y la opinión que tienen de nuestros productos: escritos, fotografías, páginas, grupos creados, causas, amigos con los que se interactúa, etcétera. Nuestras actividades en la red en este tipo de sistemas generan muestras de apoyo o rechazo que van determinando la popularidad de nuestros espacios y respecto a nosotros mismos. La clave de este último factor de legitimidad radica en que según el número de votos positivos o apoyo que recibamos de otros usuarios, nuestras obras serán más o menos accesibles a través de servidores que se dedican precisamente a administrar estos votos[10]. Si mis actividades y productos son votados positivamente por los usuarios, el buscador aleatorio de intereses encontrará más frecuentemente mis productos generando un “pago en popularidad” para el autor.

Otro ejemplo de interacción y coparticipación democrática en el mundo virtual puede encontrarse en los mecanismos wiki[11]. Estos servidores permiten que cualquier persona pueda editar, borrar, agregar o reacomodar información sobre determinado tema o proyecto. La clave de la participación es que todos tienen el mismo derecho para estas acciones, pero también todos pueden corregir lo que los demás han hecho, generando una conciencia colectiva alrededor de los proyectos. El control puede llegar a venir de comisarios que se dedican a vigilar la actividad de todos los usuarios, aunque existen muchos conceptos wiki donde no hay rangos ni jerarquías. Los productos de estas concepciones han sido hasta la fecha muy exitosos y prometen proliferar con mayor intensidad en los próximos años. Imaginemos un ejemplo en la vida real, se necesita crear un consenso legítimo sobre qué hacer con un porcentaje del presupuesto que el ayuntamiento de un municipio ha decidido transferir a la junta de vecinos de una Colonia. Considerando que reunir a todos los vecinos en un recinto durante el tiempo suficiente para tomar la decisión sería una labor muy extenuante e incluso ilegítima (algunos podrían no presentarse en la junta no por falta de voluntad sino por falta de tiempo, y el resto de los vecinos decidirían por ellos), se opta por la construcción de una wiki donde todos los vecinos podrían participar. Cabe mencionar que partimos del supuesto que todos estos vecinos tienen acceso a Internet a través de un kiosco cibernético sin costo alguno, y algunos desde sus casas. El primer vecino que accede a la wiki hace una propuesta donde sugiere utilizar el dinero para comprar 10 computadoras para el kiosco. Justifica y publica su propuesta. Algunas horas después entra un segundo vecino y se percata de un error en el cálculo del primer vecino y realiza el cambio, quedando su nombre y modificación registrada para que todos lo sepan y puedan revertirlo en cualquier momento. Una tercera vecina entra a la wiki y borra todo lo anterior, sugiriendo una propuesta para mejor comprar una patrulla que permita mayor vigilancia en la colonia. La tercera vecina publica su propuesta. El primer vecino se percata del cambio y decide revertir el cambio. En su justificación hace un señalamiento de que el gasto en tecnología es más importante que el gasto en seguridad. Un cuarto vecino desarrolla una propuesta donde se compren 5 computadoras, pero además se opte por considerar comprar una patrulla de menor precio pero que a final de cuentas realizará la misma función que el auto que la tercera vecina sugería. El primer vecino entra nuevamente a la wiki para hacer una corrección en el precio de la patrulla, ya que tendrá un descuento dentro de dos meses. Esto permite comprar 6 computadoras en lugar de 5. La tercera vecina hace una pequeña modificación en la nueva justificación, señalando su beneplácito por el consenso. La falta de nuevas modificaciones en los próximos días permite llegar a una decisión respecto a qué hacer con el presupuesto. Los vecinos que no han participado han tenido todo el derecho de hacerlo pero han optado por abstenerse y su no-rechazo es una forma de legitimidad automática a las decisiones tomadas. La diferencia de la no-participación en una reunión física con un servidor wiki es que esta segunda opción no está sucediendo en determinado momento sino que es no-tiempo y no-lugar (aunque podría decirse que es todo-tiempo y todo-lugar por estar accesible en Internet). Es accesible a cualquiera de los vecinos, y todos ellos tienen la misma infinita cantidad de oportunidad para realizar los cambios que consideren necesarios en esta decisión.

Philipp Mueller nos comenta que “(…) los miembros de una red escogen pertenecer a ésta para contribuir a ella (o) para dejarla en cualquier momento”[12] La legitimidad es algo tan relativo y libre que por primera vez podemos hablar de actos completamente democráticos. Aunque como reconoce Mueller, es necesaria una plataforma tecnológica que nos permita acceder a estos “espacios” o “no-espacios”, la realidad es que el apoyo viaja de un lado a otro sin ninguna restricción más que la propia reputación del usuario.

¿Cómo podemos unir estos ejemplos con la realidad mexicana actual? La clave nuevamente está en la democracia. El desarrollo tecnológico permite pensar en un futuro no muy lejano donde la legitimidad se construya en base a apoyos y rechazos, consensos, o número de usuarios apoyando determinada causa. Estar o no estar es automático y prácticamente está libre de ser manipulado.

Martin Hagen[13] desarrolla el concepto de democracia electrónica, consistente en un sistema político donde las computadoras y las redes informáticas realizan funciones cruciales de la democracia, como la información y la comunicación. Aunque este concepto puede ser algo conservador, me permito tomarlo por su simpleza. Esto nos ayudará a construir sobre él. Partimos que la democracia se basa en un proceso de toma de decisiones que permite al mayor número posible de afectados participar en el proceso y en la decisión final. Como resulta obvio, estoy alejándome del concepto preconcebido de democracia donde se habla de elecciones periódicas, para ir mucho más allá. La democracia en el siglo veintiuno debe ampliarse y así adherir otras nociones que busco deje en un plano secundario el concepto de representatividad. La participación directa hoy está más cercana gracias al desarrollo tecnológico y es momento de comenzar a pensar en ella. La clave en este futuro hipotético se centrará sobre las decisiones sí, pero más sobre la comunicación entre los individuos interesados (stakeholders) como en inglés se les llama. Si se dan cuenta, la democracia sería un asunto donde todos podrían participar pero no todos tendrían que participar para hacerlo legítimo. Claro está que el número de personas que apoyen determinada decisión será uno de los factores de legitimidad como ya he desarrollado anteriormente.

Todos los ciudadanos tienen acceso a la misma cantidad de información y tienen los mismos medios de comunicación y construcción-participación una vez que están conectados al Internet. La construcción de los foros democráticos para tomar decisiones cada vez más importantes es, pues, cuestión de tiempo. Hoy se decide pertenecer o no a determinado grupo social como puede ser un grupo de ambientalistas en la plataforma Facebook. Ahí pueden decidir reuniones periódicas, próximas acciones, generar mayores adeptos y convertir su grupo en una causa cuando llega a determinado número de participantes. Mañana podríamos estar pensando en temas más relevantes para nuestra vida democrática. Un primer paso puede ser la construcción de plebiscitos virtuales donde se acceda a un portal a través de la clave de nuestra credencial de elector sobre determinados temas que nos atañan a todos los mexicanos, o sólo a los ciudadanos del municipio de Ajacuba en Hidalgo ¿Qué hacer con determinado porcentaje del presupuesto? Hoy la asignación del presupuesto es una facultad exclusiva de los diputados federales, pero no tendría porqué seguir así. En la medida en que la fortaleza de estas redes sociales virtuales se haga explícita en las elecciones, nosotros tendríamos la capacidad de elegir a representantes afines con estos avances. Podríamos promover reformas para lograr que una parte del presupuesto se decida en base a los consensos de las redes sociales virtuales legitimadas por los propios ciudadanos en México. Finalmente podríamos hablar de un futuro donde los representantes ya no serían necesarios para muchas de las decisiones democráticas. Tendríamos legisladores y representantes para algunas tareas muy específicas e importantes que todavía no pueden delegarse, pero la mayoría de las decisiones se podrían tomar en base a mecanismos de construcción-participación electrónicos donde virtualmente cualquier ciudadano podría tomar la decisión o las decisiones ¿Qué nos separa de este ideal? los límites tecnológicos que en México siguen siendo un problema (y lo seguirán siendo por un buen rato) y los mismos intereses que desde el principio hemos mencionado.

El segundo factor será el motivo de mi último punto en este ensayo, por lo que lo dejaré de lado mientras termino éste. El primer factor, los límites tecnológicos, implican entre otras cosas, el rezago y desigualdad, asuntos que mantendrían a algunos ciudadanos alejados de computadoras sencillamente por no saber usarlas o por no tener acceso a alguna. Implicaría obviamente un movimiento ciudadano para educar y hacer cada vez más accesible estas computadoras. No debe sustentarse en una política de parte del gobierno pues resultaría obvio que los representantes no querrán perder los atributos que hoy les permiten manejar nuestras decisiones como si fueran su feudo y el de su partido. Los ciudadanos deberíamos ser el factor movilizador de recursos materiales, humanos y económicos para reducir esta brecha. Podríamos pensar en una Organización No Gubernamental que establezca como sus objetivos la educación informática para toda la población que así lo solicite, y la promoción de programas educativos que insten a los estudiantes en primarias y secundarias para clases sobre computación y uso de bases de datos públicas. Es obvio que un elemento determinante de esta brecha tecnológica es la desigualdad económica en nuestro país que impide a la mayoría de los mexicanos a tener una computadora con acceso a Internet. Aunque es un asunto determinante, me veo en la forzosa necesidad de dejar a un lado los aspectos económicos de este problema por la complejidad que implica, y por cuestiones de espacio. Sólo puedo mencionar a mi favor que el acceso a Internet no implica tener una computadora (aunque lo facilita mucho), sino sólo tener los conocimientos. En ese sentido podríamos dirigir los esfuerzos para reducir la brecha, y presionar a nuestros representantes para multiplicar el acceso a cibercafés en todas nuestras comunidades para reducir el costo por hora para el usuario.

Deliberadamente he dejado hasta el final un aspecto muy importante de este asunto. Si hasta aquí han aceptado mis teorías respecto a la posibilidad de los ciudadanos de apoderarse de mecanismos alternativos, y dirigirlos lentamente hacia la toma de decisiones que nos atañen, queda un asunto lógico ¿No serían los grupos de poder los primeros en apoderarse de estos medios alternos en cuanto vean su potencialidad? En principio tengo que responder que sí, pero no todo está perdido.

3. Los Grupos de Poder y la Democracia en Red.

Si hemos leído con atención los sucesos en nuestro país en los últimos años podemos fácilmente concluir que la agenda política y la mayoría de las decisiones se toman en, por o para grupos específicos que representan intereses particulares y no generales. Aunque no existe ninguna sorpresa en esta afirmación, resulta alarmante no el hecho sino la intensidad del mismo. No se trata de afirmar que debemos erradicar a los grupos de poder y quitarles el derecho de intentar defender sus intereses que, como todos nosotros, legítimamente tienen. Si verdaderamente buscamos aspirar a una democracia consolidada o al menos relativamente más madura, tenemos que garantizar que tanto valga el interés de grupos formados como del resto de los ciudadanos.

Se puede afirmar sin mucho margen de error que la totalidad de los ciudadanos somos parte de algún grupo de interés directa o indirectamente. Por algo somos animales sociales. La diferencia entre cualquier grupo de interés y los que en este ensayo se mencionan es la intensidad de su poder, que puede reflejarse en poder económico, político o cultural (relativo a la capacidad de influencia). Salvo algunas excepciones, los grupos al tener el poder económico, pueden comprar el político, o al tener el político, pueden hacerse fácilmente de dinero para disfrutar el poder económico. Estos ciclos se vuelven cada vez más centrípetos y más intensos. Sus estructuras por lo general son informes y abarcan espacios en despachos jurídicos prestigiados, oficinas de alcaldes, gobernadores y legisladores por igual, grupos empresariales, sindicatos, y algunos incluso tienen la benevolencia y el apoyo de organismos internacionales. La pregunta con la que terminaba el pasado punto es que si todo ese potencial ciudadano en la realidad virtual está ahí para tomarse ¿Qué nos puede hacer pensar que estos mismos grupos de poder no irán por los no-espacios y apoderarse de ellos también? Mi respuesta inmediata fue que sí, podrían hacerlo, pero vamos pensándolo mejor.

Recordando los tres factores de legitimidad en el mundo virtual para las redes sociales que antes mencioné, las cosas pueden verse un poco más claras. Éstas se basan en la reputación del usuario, y aunque ha habido intentos por parte de organizaciones y compañías para legitimarse en foros virtuales, la mayor parte de las veces esto resulta peor para ellos. La reputación no puede comprarse con dinero, o al menos no es un asunto tan automático en la red.

Los grupos de poder pueden optar por crear sus propias redes sociales dentro de Internet (y lo han hecho, ahí está el ejemplo de esmas.com de Televisa o los últimos intentos del grupo Reforma para establecer plataformas y directorios de blogs en sus portales de noticias). Éstas interactúan y pueden llegar a tener un tráfico considerable, pero en la noción de legitimidad, estos grupos nunca dejarán de ser lo que son, una prótesis de las fuentes de información y comunicación “oficiales” que pueden leerse en periódicos y verse en televisiones. Asumiendo que el usuario/ciudadano es un ser racional y consciente de su entorno, no suplantará las fuentes de información legítimas por éstas. Incluso puede llegar a ser sano, como cualquier tipo de competencia puede llegar a ser. La diferencia es que aquí es una más y no la única fuente de información.

Es y será la legitimidad la clave de que la democracia en red funcione o sea cooptada por los mismos grupos que ahora han controlado los instrumentos de decisión oficiales en nuestro país. Existe, claro, un gran riesgo de que esto a final de cuentas suceda, pero será nuevamente tarea de la ciudadanía defender estos no-espacios.

Es muy probable que las luchas por la democracia en el siglo XXI cobren forma en arenas virtuales, y esto no debe sorprendernos. Sin embargo hoy es más factible pensar que las posibilidades de hacer triunfar a una verdadera y legítima democracia se dan con mayores posibilidades que nunca. El poder de los grupos de interés se encontrará con una resistencia diseminada pero unida a través de redes de comunicación virtuales, sin que existan espacios reales donde sea fácil ejercer control. Las herramientas y los mecanismos de comunicación siempre pueden ser cooptados, pero la infinitud de la red permite que siempre se puedan crear espacios (o no-espacios) nuevos donde deliberar la democracia sin restricciones. Las posibilidades de la democracia en red son enormes siempre y cuando se atiendan las restricciones tecnológicas que hoy nos alejan de ese ideal.

Si queremos regresar a la metáfora con la cual iniciamos, podemos ahora vernos a todos desarrollando mecanismos con los cuales nos comunicamos entre las butacas mientras la obra sigue. Ahora muy pocos están atentos a los actores mientras la gran mayoría del público ha hecho un círculo que no tiene a nadie en el centro. La deliberación entre los que antes eran público y que ahora son participantes radica ahora en subir o no la intensidad de la luz para poder ver mejor. Después de decidir que sí, los protagonistas se dan cuenta de lo que sucede en las butacas y comienzan a platicar entre ellos alarmados.

La luz los ha hecho darse cuenta que es tiempo de que intenten también tomar los espacios en las butacas y los pasillos antes de perder el control. Para fortuna de nosotros los ciudadanos, ellos sólo son unos cuantos, por lo que es muy sencillo movernos de un lado a otro del teatro para siempre ignorarlos. Algunos se disfrazan de público y comienzan a caminar con nosotros, pero eso no tiene nada de malo. Los políticos al final no dejan de ser ciudadanos. El teatro ahora está con las luces encendidas y existen deliberaciones sobre todos los temas. Los protagonistas se han asimilado dentro del público y cada vez es más difícil distinguir a uno de otro.

Después de tomar las decisiones que teníamos que tomar el telón se baja, pero ya no hay nadie en el escenario. Todos nos volteamos a ver desconcertados sin saber qué hacer. Entre las personas comienzan los murmullos. Al final uno que otro comienza a hacer lo que siempre se hace al final de una obra. Se oye un aplauso, luego otro, luego un mar de ellos. Estos aplausos no iban dirigidos a alguien en particular. No a los protagonistas ni a las estrellas. Estos aplausos eran para nosotros mismos.


Fuentes:

Cárdenas Gracia, Jaime (2006) “Poderes fácticos e incompatibilidades parlamentarias”. Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. México DF

Foucault, Michel (1976) Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores. México DF

_____________ (1977) “Historia de la Sexualidad: 1- La voluntad de saber” Siglo XXI Editores. México DF

Hagen, Martin (1997) “A Typology of Electronic Democracy” NetzLabor – Text Terminal. http://www.uni-giessen.de/fb03/vinci/labore/netz/hag_en.htm

Hardt, Michael y Antonio Negri (2002) “Imperio” Paidos Estado y Sociedad. Barcelona, España.

_____________________________ (2005) “Multitud” Paidos Estado y Sociedad. Barcelona, España.

Mueller, Philipp “La buena gobernanza y las sociedades en red: Más allá de las palabras” en Mariñez, Freddy (2006) Ciudadanos, decisiones públicas y calidad de la democracia. LIMUNSA-Noriega Editores.



[1] Cárdenas Gracia, p. 1

[2] Íbid, p. 3

[3] Hardt y Negri (2002) Imperio.

[4] Foucault, Michel. Historia de la Sexualidad.

[5] Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Un diagrama sobre la estructura del panóptico puede apreciarse en la página de Internet http://www.versvs.net/archivos/articulos/20070411-panoptico.jpg Es importante mencionar que la estructura cilíndrica de la prisión permite al centro tener una perspectiva completa de todo lo que sucede en ella. Ésta es la metáfora que Foucault utiliza en ésta y en otras obras para representar en lo que el biopoder se ha convertido (biopoder: el poder que se apropia de la vida misma, controlando nacimientos, decesos, instituciones educativas, de salud, entre muchas otras). La gobernabilidad se ha convertido en gobermentalidad (gobierno de la mente).

[6] Op. Cit. Historia de la Sexualidad

[7] Hardt y Negri (2005) Multitud.

[8] Concepto acuñado por Foucault refiriéndose al poder que ya no se genera a través del temor a la muerte, sino del control a los elementos básicos de la vida.

[9] Un ejemplo de esto podemos verlo en el portal social “Facebook” accesible en http://www.facebook.com aunque existen cientos de ejemplos

[10] Un ejemplo de esto es el portal Stumble Upon, accesible en http://www.stumbleupon.com/

[11] Para mayor información sobre qué es una wiki se puede utilizar (irónicamente) uno de sus mejores ejemplos: Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Wiki, cabe mencionar que la definición en inglés de wiki es mucho más completa http://en.wikipedia.org/wiki/Wiki

[12] Mueller, Philipp (2006)

[13] Hagen, Martin.

4 comentarios:

Cerebro dijo...

Que buen post. Va directamente a los artículos recomendados del mes en mi blog. Luego lo analizo directamente y doy mi opinión.

rm dijo...

Eres muy amable amigo. Espero tus comentarios pero sobre todo tus críticas. Saludos

Cerebro dijo...

Lo primero que puedo decir es que me quedé con ganas de leer a Focault.

Yo creo que no hemos aprendido a valorar las libertades que nos ha dado la democracia; antes existía un régimen autoritario con el PRI (una dictadura disfrazada). Gracias a Zedillo, hubo un cambio, pero el problema es que a mi punto de vista a la hora de "democratizar todo" llegaron los grupos mas fuertes a agarrar los pedazos mas grandes del pastel, entre varios de los grupos de antes (Televisoras, Elba Esther Gordillo y otros personajes) y otros nuevos, dejando al pueblo las migajas.

Pienso que tenemos una democracia tambaleante, donde si bien antes se deseaba que un presidente no tuviera tanto margen de maniobra, ahora tiene muy poco. Independientemente de la legitimidad de Felipe Calderón, pareciera que está entre la espada y la pared. Por un lado tiene al Peje, lo cual hace intocable a los pobres, tiene a las televisoras, las cuales tienen mas poder del debido, y tiene al Yunque.

El problema yo creo es que todavía muchos mexicanos creen que con el cambio, solo basta con cruzar los brazos y esperar; pero en realidad están muy equivocados. De hecho existen varios riesgos, y de hecho todas las posibilidades implican un riesgo. El mismo Felipe Calderón implica un riesgo, sobre todo por su cuestionada legitimidad y las políticas del miedo; López Obrador también lo significa por varias de sus actitudes. Pero también se encuentran el PRI, y los Yunqueros, que cada vez se apoderan del PAN y gente como Abascal sueña con la "Dictadura de Dios", por lo que existe un riesgo de sufrir un régimen franquista en México.

A veces se dice que los mexicanos somos muy quejumbrosos. Mas bien yo creo que somos quejumbrosos en las cosas que son banales y sin importancia; o mas bien nos quejamos sin ofrecer ningún esfuerzo a cambio. Pero en la cuestión de política, mas bien somos muy apáticos, y seguimos con esa peligrosa mentalidad de como "ya ganó mi candidato, ya me quedo sentado y cruzo los brazos. Todavía existe esa mentalidad paternalista de idealizar a los políticos por los que votamos, aunque mas de 50 años de experiencia nos han mostrado que hagamos lo contrario.

Yo creo que el pueblo elige el gobierno que quiere, y existen los círculos de poder, y todo el porquero que hay, porque al pueblo le hace falta tomar mas acción. No rompiendo ventanas ni haciendo desmadre como los globalifóbicos, sino mas bien, informándose, haciendo conciencia, y reclamando y manifestándose pacíficamente.

Del internet, es una muy buena oportunidad. Yo creo que por mas intenten los poderes de facto controlar el medio, es imposible, porque en el internet pierden mucho de ese poder que ejercen físicamente y pasan a ser un usuario mas; es decir, se les dá su lugar de "ciudadano mas".

Batz dijo...

Xamp! que alegría y que orgullo. Además, que repetitivo resulta decirte nuevamente Felicidades! Te quiero mucho... =)