El crimen es un evento casual en donde se involucran tres factores al menos: la víctima, el victimario y el móvil. Alrededor de estos tres se enumeran una serie de elementos como el lugar donde se perpetró, el tiempo, los cómplices, el arma si es que hubiera, los recursos y todos los actores económicos del crimen.
La ola de crímenes que sufrimos en Nuevo León durante este año, y que en los últimos días parecía volver a iniciarse, tuvieron como denominador común estar encasillados casi automáticamente como "luchas entre bandas del narcotráfico". El problema es que ahora parece que muchos de estos crímenes fueron perpetrados bajo el disfraz protector que esta guerra permitió a otros criminales menores.
La aprehensión de algunos delincuentes dedicados a la toma clandestina de gasolina, y la ejecución perpetrada el pasado viernes en el centro de Monterrey parecía un despertar de las luchas entre narcos. Cuando fueron aprehendidos por la policía ministerial, la prensa inmediatamente habló de Zetas. Cuando comenzaron a declarar y resultaron simples robacamioneros la nota bajó de categoría a la nota roja de los diarios y se olvidó el asunto.
Ahora sería pertinente investigar cuántos raterillos no habrán aprovechado el clima de 2006-2007 para deshacerse de sus incomodidades personales. Especialmente cuántos de estos policías no habrán muerto por otras razones, y rápidamente fueron manchados por la duda de "si lo mataron fue por andar en cosas sucias" ¿Alguna mujer celosa que habrá mandado matar a su marido por andar de putero en putero todas las noches? ¿Algún compadre que intentó fraudear a su amigo y en el intento fue rafagueado por las automáticas que ahora se consiguen en cualquier parte?
Las investigaciones comenzarán a arrojar luz sobre todos estos crímenes, pero muchos de ellos quedarán disfrazados como el móvil innombrable, cuando a lo mejor se trataba de algún asunto de faldas.
Los crímenes anónimos, los muertos que no pueden venir a defender su reputación. Daños colaterales de una guerra que México ahora combate.
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