marzo 11, 2009

Jóvenes aburridos

A propósito de las recientes declaraciones de Dennis C. Blair donde según sus estimados hay alrededor de 450,000 personas en México que trabajan para el narcotráfico y que son capaces de mover 25mil millones de dólares, me aventuro a comentar que estas personas, jóvenes en su mayoría, no las mueve el dinero que puedan ganar sino el aburrimiento crónico en el que vivían.

Por supuesto que este comentario pudiera ser contundentemente refutado simplemente retomando una porción de mi párrafo anterior. 25mil millones de dólares pueden comprar muchas conciencias a lo largo y ancho del país y del mundo. Serían capaces tal vez de equiparar el producto interno bruto de muchas naciones (afortunadamente no la nuestra). Podrían comprar ejércitos enteros y más armamentos de los que cualquier otro grupo pudiera adquirir. Serían capaces de deshacer un país o una región entera si fuera su intención. Si esto fuera cierto tendríamos que estar pensando en el crimen organizado ya no como un fenómeno aislado sino como una verdadera competencia para el Estado tal y como lo conocemos hoy en día, con capacidad económica y militar suficiente para hacer frente a casi cualquier ejército y sobrevivir para contarlo. Pero ése no es el motivo de mi escrito y no pretendo profundizar. Más bien, quiero platicarles la otra opción.

La ventaja de ser joven normalmente es que uno tiene la opción de tomar decisiones que en ocasiones no son movidas por un interés económico, sino más bien idealista. Los jóvenes se encuentran en la posibilidad de trabajar de meseros y mandar al diablo a su jefe cada vez que se les dé la gana. Pueden lanzarse de mochilazo por el país y luego cuando se les acabe el dinero volver a trabajar. Probablemente la crisis hará esto un poco más complicado pero el espíritu del joven no está necesariamente atado a la cantidad de dinero que pueda ganar en cada una de sus actividades. Prueba de ello es que la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil están llenas de jóvenes, y no de adultos mayores que normalmente tienen que dedicar la mayor parte de su vida a actividades productivas que les permitan llevar algo de sustento para sus familias.

Me atrevo a decir que el crimen organizado está ganando conciencias y no comprándolas. Esa cultura detrás de los autos deportivos, las camionetas de lujo, la música, la aventura, el uso de armas de alto poder contra personas, la violencia, la sangre y el dinero fácil (casi en ese orden), es lo que lleva a que un muchacho le entre a eso de ser narco. Es la emoción de vivir al extremo, de volver a su casa y poder platicar con sus amigos todo lo que hizo; la hazaña de sobrevivir a la policía, al ejército y a las autoridades gringas para poder llevar los paquetes de la droga al otro de la frontera. Es el poder de accionar un cuerno de chivo contra un automóvil y ver como eso transforma a un ser humano en una mezcla de sangre y vísceras.

Los jóvenes se encuentran totalmente aburridos en un mundo prefabricado que cada día nos dice cómo debemos de vivir. La alternativa a ser máquinas prediseñadas y programadas de manera remota por los medios de comunicación y las instituciones es volverse hacia lo ilegal. Resulta en una forma de escape, como también así resulta el consumo de drogas.

Tendríamos que preguntarnos, antes de seguir por esta lucha violenta contra grupos cada vez más numerosos de nuestra propia sociedad, qué es lo que estamos haciendo mal para que ellos vean como una alternativa emocionante eso de ser delincuentes. Vivir treinta o cuarenta años muy divertidos en lugar de setenta u ochenta en una vida normal.

El aburrimiento, más que el dinero, es lo que lleva a un joven a vender droga, comprar un auto último modelo, andar por la calle con la música a todo volumen con un arma de alto poder y matar personas sólo por el gusto de hacerlo. La adrenalina sigue siendo nuestra mejor compañera y nuestra peor enemiga.


 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es la inmoralidad, deshonestidad y corrupción cuasi-congénita y avaricia del mexicano común, no la falta de emoción. Hay trabajos decentes que llevan aparejada una buena dósis de adrenalina y no se están llenando.

En mi caso particular me gusta MUCHO la adrenalina y jamás me atrevería a ponerme del lado esas basuras, de hecho, si quisiera ponerme en peligro prefiero que sea cazándolos como las hienas que son.

Anónimo dijo...

Muchas de las personas empleadas por el narco son personas que, en cualquier otra industria, serían consideradas honestas. La industria de los estupefacientes requiere contadores, abogados, analistas financieros, contralores, ingenieros, profesionales en logística y control de calidad, así como administradores y capataces en zonas de venta. Mi estimación es que solo una porción de los 25 mil millones se van a asesinos y vendedores sin escrupulos.

Creo que aquí hay una conjugación de problemas, todos ellos económicos. El mercado demanda que la economía sea desregulada, y la industria de los estupefacientes no son la excepción. La prohibición debe terminar.

Anónimo dijo...

Nunca va a terminar, Hari, no seas iluso...

Anónimo dijo...

Anónimo... Empezó hace menos de un siglo. ¿Por qué empecinarse en algo que es tan evidente que no ha funcionado?

Nadie dice que las drogas sean buenas, como tampoco creo que el sexo sin protección sea bueno. Sin embargo, no hacemos ilegal el sexo sin protección, ¿por qué hacer ilegal las drogas? El individuo también tiene responsabilidades.