Finalmente terminé Crimen y Castigo y me dejó, como los buenos libros, pensando. El hombre tiene necesidad del poder pero el poder "sólo llega para los que se atreven". Los hombres que deciden y se inclinan por él, de otra manera no vendrá por ellos.
Comete un asesinato que le permitirá vivir cómodamente. Será un Napoleón que no le importará pasar por encima de la vida de un gusano como la vieja usurera con tal de obtener el dinero que le permita salir de la miseria en la que vive. La desgracia de que la culpa estuvo junto a él en todo momento. El desatino de encontrarse casualidades que en todo momento le decían y le recordaban su hazaña.
No era un crimen, decía él. Fue algo que tenía que hacerse. Fue algo que en su momento tenía mucho sentido. La vieja no hacía más que torturar a los pobres que estaban en necesidad. Él era un hombre especial, alguien destinado a algo grande y ese pequeño obstáculo no sería nada.
Napoleón lo habría hecho, se decía para sí mismo para convencerse.
El sufrimiento de estas personas. Los personajes tienen tanta vida que parece que salen de las páginas y están a un lado mío llorando, gritando, enojados.
Supongo que la escritura debe de ser así. Fiodor Dostoievsky logró en mí algo nuevo: al terminar de leer sentí náuseas, tantas que tuve que ir al baño a terminar la sensación. Pensaba en esos moments de debilidad de Raskolnikov, en todo lo que pasaba, en la familia Mermeladov y sus hijos desgraciados. En el amor de Sonia y de Raskolnikov, amantes porque ambos son desgraciados. "Eres tan desgraciado" y por eso lo ama. En sufrimiento se entendieron y se encontraron.
Después el juego psicológico del Juez Porfirio que en todo momento engaña y seduce a la mente de Raskolnikov para que confiese. No tiene más prueba que su suposición.
Y el hombre enamorado de Dunia, la hermana de Raskolnikov. Un hombre depravado y encantado con la vida de vicios pero enamorado de una persona moralista. Siempre este conflicto entre lo que es y lo que debe ser. Termina con una bala en la cabeza y la conclusión de Raskolnikov es que el hombre sí tuvo el valor de hacerlo mientras que él no.
El juego entre los ricos y los pobres. La doble moral del prometido de Dunia, pero a la vez la doble moral del protagonista, pareciendo que una doble moral es intachable mientras que la otra es completamente reprobable.
La humanidad vista desde San Petesburgo. A tantos años de distancia esta obra sigue siendo tan contemporánea. Esa es la clave de un buen libro, que a pesar de los escenarios cambiantes, la historia siga vigente.
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