
El conocimiento siempre ha sido un factor de poder. Nada nuevo les digo. Sin embargo puedo someter a su consideración la idea de encriptación del conocimiento como una nueva forma de sometimiento de los menos sobre los más.
Estoy leyendo un librito de esos que más vale que no lean, pero que si empiezan a leer, termínenlo porque se pone bueno de la mitad para adelante. Se llama "Guns, Germs and Steel", de Larry Diamond, y afirma entre otras cosas, que la escritura capacitó a ciertas civilizaciones para dominar a aquéllas que no podían escribir. Luego, para no tener que contradecirse afirma que algunas civilizaciones como las mesoamericanas, no sobrevivieron porque no compartieron este conocimiento sino sólo entre los sacerdotes y la realeza.
Luego también dice otras cosas como que la homogeneidad de climas entre Europa y Asia permitió la difusión del conocimiento y de la agricultura, misma que no se pudo lograr en América y África por su gran diversidad de latitudes; que los gérmenes europeos mataron al resto porque los europeos convivieron más con cabras, vacas y perros (los máximos productores de enfermedades) que los americanos; y no me acuerdo qué otras cosas más.
Sobre esta experiencia quiero reflexionar. La escritura se volvió algo relativamente (enfatizo relativo) accesible para todos. Dejó de ser una virtud divina de los adivinos (de ahí el término a-divino "que se acerca a lo divino"). Sin embargo la organización de castas de una manera u otra tuvo que replantearse. Porque eso de ser igualitos como que no es muy atractivo.
La encriptación vino en nuevas formas. Primero se llamó encriptación económica, pues sólo los más pudientes tenían acceso a la escuela. Luego que vinieron las reformas sociales y se tuvo que estandarizar el acceso, se abrieron nuevas claves sólo entendibles para ciertos individuos hermosos. El conocimiento se fue haciendo cada vez más puro en una lucha por contrarrestar el acceso universal. La tendencia por abarcar, contra la tendencia a profundizar en algún punto debe entenderse como contrapuesta, porque de lo contrario no existirán incentivos para seguir creciendo.
De esa manera surgen los clubes privados, las cámaras de selectos, los partidos de cuadros. Los más aptos frente a la inmensa mayoría. La nueva encriptación viene disfrazada en ciertos aspectos como amiguismo y en sus peores consecuencias, con los casamientos entre primos para mantener el apellido de abolengo (su versión light viene cuando nada más juntan el lópez con el zambrano para crear el lópez-zambrano). El privilegio de apellidarme de cierta forma me permite tener acceso a ciertos espacios de las ciudades que son resguardados por agentes armados para impedirle a cualquiera que deseé contaminarnos.
La especialización de las disciplinas, un tema que ya he tratado aquí en varias ocasiones, también me resulta una forma de encriptación. La creación de maestrías y doctorados, accesibles sólo a aquellos que pueden pagarse la manutención sin trabajar. El grado de expertise que se concentra sólo en aquellos que pudieron pagar. Para los demás tienen los conocimientos generales. Tienen los aspectos técnicos que les permitirán llegar a ser supervisores de área. Los gerentes necesitan un MBA, un doctorado en Yale para poder entrar.
Necesitan hablar inglés porque si no ninguna empresa te contrata, apenas ayer discutíamos esto en un restaurante vegetariano al que me llevaron casi a la fuerza (me hizo falta mi bistec). Los mismos libros resultan un lujo para la gran mayoría de las personas. Un lujo económico y un lujo intelectual pues vivimos en una sociedad que nos incentiva a mejor prender la tele.
La reducción de las posibilidades se vuelve tan sutil que es casi imperceptible. Al mismo tiempo, el acceso al conocimiento resulta cada vez más difícil. La misma idiotización que llevan a cabo tantas agencias supuestamente informativas es producto de la masificación de la información inútil. Al mismo tiempo, estas agencias tienen think tanks, centros de investigación, información privilegiada, espías en todas las oficinas gubernamentales para sacar la información, procesarla, digerirla y sólo mostrar lo que es conveniente para los dueños del periódico o el canal mostrar.
La masificación no vino acompañada de un proceso de democratización y universal acceso al conocimiento. En cambio, nos venden la idea de que cada vez somos más libres. La libertad debe tener un sabor diferente a lo que hoy nos ofrecen.
Casualmente el miércoles releí el texto de Kant "¿Qué es la Ilustración?". Nos hicimos la pregunta en clase de si realmente viviremos en una sociedad ilustrada el día de hoy. La respuesta es perturbadora porque ni siquiera sabemos qué diablos es eso de la ilustración. Es una verdad encriptada sólo para aquéllos que la han experimentado alguna vez. Esos mismos gurús venden sus conocimientos por cientos de miles de dólares anuales en las universidades que sólo hijos de presidentes y secretarios corruptos pueden pagar. La aristocracia en su máxima expresión, y expuesta sobre una supuesta era de máxima libertad y democracia mundial.
Vaya pantomima la que vivimos ahora.