agosto 30, 2007
El gabinete de Natividad González Parás
Cuando un gobernante sexenal llega a los últimos dos años de su encargo (sea presidente o gobernador), por lo general sus asistentes comienzan a abandonar la nave, ya sea para aspirar a nuevos puestos que les permitan seguir viviendo de la función pública, o por otros motivos.
El caso de Natividad lo podríamos encasillar fácilmente en esa segunda categoría. Hoy se anunció la salida de Antonio Garza de la secretaría de seguridad, puesto en el que los índices de criminalidad en el Estado se vieron elevados exponencialmente, tanto en ejecuciones que fue lo más visible, pero así también en asaltos bancarios, robo de autos y asaltos a personas en la vía pública, hechos que en Nuevo León jamás se habían visto.
Es muy difícil hacer estimaciones y comparaciones tan a la ligera. Por lo general el aumento en la criminalidad se da cuando la economía no está dando muy buenos resultados. Así podríamos hacer una estimación relativamente sensata respecto al pobre desempeño económico del Estado (podemos ver las razones en que la Secretaría de Desarrollo Económico ha sido de las más cambiantes de la administración con Eloy Cantú, luego el que estuvo unas semanas que ni siquiera me pude aprender su apellido, Alarcón según yo pero no me hagan mucho caso, y finalmente la extraña designación del panista Alejandro Páez, exalcalde del municipio de San Pedro Garza García).
Con todo y esto, podemos establecer una teoría mucho más convincente, y conectar la salida de Antonio Garza con la salida de Rogelio Cerda hace unas semanas. Ambos estuvieron estrechamente relacionados con el cochinero que pudimos ver durante 2005, 2006 y 2007 en Nuevo León, especialmente en el asunto de las ejecuciones. Uno salió porque fue fuertemente señalado por los mismos narcotraficantes del Cártel del Golfo en sendos carteles (pero al hermanito del gobernador ya ni lo mencionan cuando estuvo más que comprobada su presencia en la casa de seguridad donde se vio con la lugarteniente del Chapo Guzmán); el otro sale porque su "incapacidad" ha sido el mejor pretexto para la proliferación de problemas criminales que sólo se pueden entender con la complicidad de la autoridad misma: Ejecuciones a plena luz del día sin que nadie viera nada, y sin que nadie hiciera el más mínimo esfuerzo por tratar de investigar y aprehender a los narcotraficantes (sí, esos que ya todos sabemos vienen de Reynosa matan a sus objetivos y vuelven a salir por la misma calle rumbo al Estado vecino). Aumento escandaloso de asaltos (los mismos narcotraficantes que, ante la falta de "chamba" como sicarios, se ponen a usar sus pistolas para otros fines).
Todo eso pesaba sobre los hombros de un hombre que toda la violencia le tenía sin cuidado. Sus declaraciones a la prensa así lo demostraban. Su salida también puede ser leída como parte de algún acuerdo entre autoridades y capos de la droga, pero esto ya sería entrar en terrenos especulativos.
Por lo pronto nuestro nuevo secretario de seguridad en Nuevo León es el flamante Aldo Fasci Zuazua, el mismo polémico subprocurador que se aventó la puntada hace unos meses de decir que los narcos ya estaban jugando a la "narcopolítica", intentando manchar la imagen de los políticos. En aquella ocasión fue leído como una puesta de huaraches antes de espinarse de alguien que a lo mejor trae más cola que le pisen de la que se puede ver a simple vista.
Al mismo tiempo me pregunto insistentemente porqué no tenemos revocación de mandato. Tanto daño nos hace estar 6 años con un cheque en blanco. Ésta no es más que uno desagradable prueba más de tantas que hemos tenido en los últimos meses.
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