Publicado originalmente en El SextoPiso
También: Editorial "Los nuevos virreyes"
En cada ocasión que existen luchas entre grupos dentro del Congreso o fuera de él surge la misma crítica de los periodistas y de la sociedad: Estos políticos de siempre con las mismas cosas de siempre. No están viendo por los intereses de la nación sino por sus intereses particulares. Especialmente escandaloso ha sido el hecho de la sucesión en el Consejo General del IFE. Acusan a los partidos de intentar establecer un consejo por cuotas más que un IFE ciudadano. Pregunta: ¿Es verdaderamente culpa de los partidos actuar conforme a sus intereses? Más bien sería extraño que no lo hicieran si eso es precisamente lo único que los mantiene cohesionados ¿O de verdad pensamos que existen políticos que hacen lo que hacen por buena voluntad y por querer ayudar al pueblo (whatever that means)? Por supuesto que no.
La noche del jueves se dieron a conocer los nombres de los nuevos consejeros y lo primero que destacó la prensa fue: Benito Nacif responde al PAN, Marco Antonio Baños al PRI y el consejero presidente Leonardo Valdés al PRD (pero sólo al PRD de los Chuchos, aquél que supo negociar en lugar de seguir la línea de ruptura). Vaya, pues qué novedosos salieron los periodistas. Descubrieron el hilo negro de la situación. Aprovecho para replantear la pregunta ¿Bajo qué esquema podríamos suponer que no sería de esta forma? ¿Es que verdaderamente existen ciudadanos químicamente puros que puedan ser imparciales? ¿Es que no será que estamos cometiendo el error de suponer que las instituciones políticas tienen que ser asumidas por ángeles para así no desconfiar de ellos? (No le preguntan al diablo qué pensaría de esto, por supuesto)
La política es el conflicto de los intereses. El poder surge a partir de la confrontación de dos o más ideas contrarias, y sobre esas bases se logra establecer quién tiene más recursos para defender los suyos. Lejos de ser una visión cínica de la política, ésta es una posición necesaria para entender cómo funciona verdaderamente. Si queremos suponer que tal o cual consejero del IFE responde o no a los intereses del partido que lo promovió, tendríamos que hacernos la pregunta obvia: ¿Si no fuera así, qué podría mover a un partido a mostrar sus cartas? La respuesta también es obvia: Nada.
La política como consenso es un ideal al que todos debemos aspirar, pero no por ello debemos suponer que todo lo que se aleje de ello es impuro, corrupto y podrido. Probablemente lo sea pero no debemos generalizar ni cerrar los ojos ante el verdadero funcionamiento de la política. Se necesita la negociación y en muchas ocasiones para que ésta funcione deben existir recursos y herramientas que se alejan del ideal que todos tenemos de la política y sus participantes.
Para el caso del IFE y de muchas otras decisiones, la única forma de contrarrestar los intereses particulares sobre algo más cercano al interés general es aumentando el número de actores que sean considerados para tomar una decisión. Replanteando: La única forma de que una democracia esté más cercana a la visión idealista que tenemos de ella es neutralizar los intereses particulares a través de una acumulación de estos actores ¿Qué quiero decir? Temas polémicos y relevantes para la política mexicana como la designación de consejeros del IFE no tendría que pasar por la mesa de negociación del PRI, PAN y PRD en donde a final de cuentas se trata de la negociación entre González Garza, Héctor Larios y Emilio Gamboa. Podría hacerse uso de otras herramientas como el referéndum, al menos para legitimar o no la decisión de estos tres actores.
Tal vez el error que cometemos como ciudadanos es suponer que los actores políticos se mueven por nuestros intereses. Cambiar esa forma obtusa de pensar puede ayudarnos a replantear muchos de los esquemas que hoy tenemos. En lugar de las mismas quejas y decepciones de siempre, podríamos plantear qué deberíamos esperar de cada actor para luego actuar en consecuencia. Esto implicaría iniciar un esfuerzo hacia una verdadera aglutinación de nuestros intereses ¿Por qué en lugar de seguir sentados esperando a que los políticos hagan lo que nosotros pensamos deberían hacer, no iniciar nosotros mismos esas acciones? Por supuesto que esto implicaría un mayor esfuerzo por parte del ciudadano para politizarse y un mayor compromiso sobre las decisiones que tome. Tendríamos que alejarnos de la concepción de democracia de individuos a comenzar a pensar en una democracia de grupos, donde cada uno definiría su fuerza no solo en base a votos sino a otros recursos disponibles. La aglutinación de intereses podría finalmente lograr que los consejeros del IFE fueran respaldados no por la ciudadanía como ente abstracto (eso no existe), sino por grupos interesados en el tema que se organizarían para tal fin y cabildearían sus puntos de vista dentro del Congreso ¿Estamos demasiado lejos de esa posibilidad? Creo que al menos tendríamos que comenzar a caminar hacia allá.
4 comentarios:
El título es más que perfecto.
Grupúsculos, de eso se trata, así se persiguen los intereses de naciones, e individuos, hay que protegerse y buscar la supervivencia.
El poder de la información, en este caso concreto la pseudo información de "comunicación" es la más afectada por las últimas reformas de un congreso, que para mi gusto, increíblemente están trabajando en miras al futuro, con intereses o no, hay trabajo en San Lázaro.
Un abrazo.
Señor Goyette, un gusto que me visites de nuevo ¿Tu blog sigue activo? Me doy una vuelta al rato
Le he dado una pintadita, espero pronto recobrar el ánimo político, ya demás invitarte pronto a un proyecto cercano.
Estamos en contacto.
Espero tu invitación amigo
Publicar un comentario