febrero 05, 2007

Hoy me toca hablar de la constitución...


... Sí, sí, la maldita constitución. La causa de todos los males. La manoseada, mil veces reformada, el objetivo de todos los legisladores que cada tres años se renuevan con sus nuevas ideas progresistas que deberá tener la constitución.

Hoy es la educación laica, mañana será la educación plural. Ayer fue la propiedad de la nación y todos sus recursos son propiedad de la nación. Hoy sigue diciendo lo mismo aunque no tengamos un cinco para seguir explorando pozos petroleros. Nuestro, nuestro, pero allá en el fondo del mar. Hoy dice que los trabajadores tienen derecho a ser humanos, aunque en la realidad para ser humano deberían tener el derecho a ganar suficiente para vestirse y mandar a sus hijos a la escuela, para ir a Acapulco una vez al año.

Tanto se ha hablado de que la constitución tendría que ser esto o aquello, que hemos perdido el foco. No es la constitución la que debe cambiar. Citando a nuestro afamado Andrés Manuel, al diablo las instituciones. No es el marco lo que hace que una persona sea buena o mala, que sea producitva o un zángano y potencia (o bien consumado).

La obsesión por cambiar la ley a toda costa, en todos los departamentos, en todos los foros, por todas las causas, es un síntoma de que no tenemos idea de sobre qué estamos parados. Partimos de la premisa de que todo está mal, y que es necesario que todo cambie. Resulta más cómodo decir que es nuestro marco legal el que permite que nuestro país no avance. Pero vámonos fijando en lo que son las cosas. En lugar de que el 5 de febrero sea un día en donde se organicen foros universitarios, conferencias, y agudas observaciones a lo largo y ancho de todo el país, en lugar de eso se elige que el día en que el constituyente decidió publicar el nuevo documento, vámonos de puente.

Yo en lo personal me voy a Arteaga a comer carnitas, o a ver qué me encuentro en el camino. Hoy me tocaba hablar de la constitución, pero la verdad pensé que sería sólo un tonto artículo más junto con todos lo que hablan de la reforma del Estado, y las reformas legales para que finalmente este país avance. Incoherencias.

La metáfora sería que a un niño problema (me encanta ese término "niño problema", tenía que utilizarlo) le estén cambiando todos los días las reglas en su casa. Hoy no puedes ir al parque, hoy no puedes jugar XBox, hoy tienes que comer más verduras, hoy tienes que saludar a tu tía de beso, hoy limpias tu cuarto y también lo trapeas. Luego llega a su escuela y le dicen que ahora la regla es que no hay recreo, mañana que sí hay y con el doble de tiempo que originalmente.

El niño seguirá siendo el mismo niño, independientemente de si le cambian las reglas. Del mismo modo nosotros seguiremos siendo los mismos aunque nos reformen diezmil veces la constitución y sus leyes secundarias. Esta obsesión por culpar a la ley tiene que ver con una aproximación simplista a la realidad de una nación.

Así que celebremos a Venustiano Carranza. Hoy voy a su pueblo natal, Arteaga. Deliberemos sobre lo que hay que cambiar en nuestra constitución. Gastemos saliva hasta que anochezca. Luego, con un embrutecido aliento alcohólico, volvamos a casa y a trabajar mañana como sin nada. La constitución seguirá siendo la misma, así la cambien cuantas veces se les antoje. No es el documento lo que tiene que cambiar, sino nuestra nación. Y para cambiar nosotros no tienen que cambiar las reglas. Habrá quien me debata esto. Incluso yo me lo debatiría si no hubiese despertado con ánimo pesimista.

Además pienso que el 5 de febrero es un mal diá para hablar de leyes. Hace mucho frío por lo general. Como que las ideas no emanan en la misma intensidad y calidad que otras veces.

Disfrutemos el día libre. Si tuvieron el valor de leer hasta acá es que de verdad no planearon bien su puente, y no tienen nada mejor qué hacer.

6 comentarios:

Batz dijo...

La población es la que cambia las leyes por medio de la costumbre, no? Nuestra costumbre siempre ha sido brincarnos las reglas, dar mordidas y solucionar las cosas de la forma más rápida y con menos trámite. Esa es nuestra constitución.

PD: quiero carnitas, y gorditas y tacos al pastor, buaaa

México Liberal dijo...

Hernando,

Hoy yo también he publicado sobre la Constitución, de hecho tengo más de 5 posts en el que la analizo como la raíz de nuestro atraso.

Te invito cordialmente a visitarme.

http://mexicoliberal.blogspot.com/

Armando Román Zozaya dijo...

Las reglas sí importan y sí sirven, pero, hay que respetarlas. Dado que, como bien señala Batz, no respetamos nada,
no habrá Constitución que nos sirva, nunca. Pero, insisto, esto no significa que las reglas en sí sean inútiles; los que estamos mal somos nosotros.

Saludos!

Don Mike dijo...

Sr, si llegue hasta el final de su texto, es porque me gusta leerlo.Asique no diga mamadas.Tuve un dia bastante chingon y me tome 5 min para leerlo.No se sibestime..jajaja.

saludos y yo tambien escribi algo sobre nuestra gran puta:LA CONSTITUCION.

Anónimo dijo...

A antes de que tiro del maquillaje y después de tiro del maquillaje. Y déjeme le dicen, un qué maquillaje de la diferencia hace. Es casi como algunos de estos Web site que se sientan que tienen que poner encendido una demostración con todos sus gráficos de lujo y animaciones de destello.

rm dijo...

Batz, precisamente ahí radica el cambio. Podemos cambiar mil veces las leyes, pero mientras nuestras leyes no reflejen nuestra idiosincracia y nuestra cultura, seguiremos dando palos de ciego

México Liberal. Iré a visitarte. Ya he agregado un link a tu blog en mi lista de One Stop Blogging. Saludos y bienvenido.

Armando, No puedo estar más de acuerdo contigo. Las leyes sí sirven, pero cuando nosotros las creamos. Nuestro problema siempre ha sido que pretendemos importar leyes de otros sistemas. Nuestra constitución es una copia de lo que hicieron en Philadelphia para una realidad federalista que nada tenía que ver con nuestro pasado y nuestro entonces presente

Don Mike, La Gran Puta merece un comentario mío. Iré a visitarlo también. Por cierto que su cuento del esposo inquieto me hizo reir bastante. Gracias por sus palabras de aliento