febrero 18, 2007

Los narcotráficantes también son ciudadanos


El dilema en el que nos encontramos actualmente tiene que ver con ciudadanizar el poder como uno de los objetivos máximos. Ciudadanizar se ha vuelto el nuevo cliché con el cual todo se soluciona, todo se legitima, todo tiene un sentido.

Así vimos la proliferación de los consejos ciudadanos sobre todos los rubros, esperando que la ciudadanía como tal pueda resolverlo todo. El ciudadano es un ente homogéneo, o al menos así se lo imagina la administración pública y la mayoría de los académicos que lo lanzan al aire como la solución mágica.

El problema con la ciudadanización es que incurre en el pequeño desliz de considerar al ciudadano como bueno por naturaleza. Creo que el primero en cometer dicho error fue Rouseau. Las respuestas del ciudadano entonces deben venir llenas de buenas intenciones y la mejor voluntad para solucionar los problemas que aquejan a la ciudad, el estado o el país.

¿No tenemos soluciones? ¿No existen propuestas? Lancemos una consulta pública en donde juntaremos a todos aquellos sabihondos que sólo se dedican a repetir una y mil veces las mismas propuestas prefabricadas. Después sobre ese elemento legitimador el gobernante puede posarse para la foto, y dejar el resto a que la ósmosis haga su trabajo.

Otro de los errores de ciudadanizar a ultranza, es que se pierde la posibilidad de que el gobierno pueda tomar decisiones importantes. Al respecto podemos ver el caso de seguridad. Tenemos en Nuevo León el consejo de seguridad que se reúne periódicamente a tratar los temas urgentes. A menos que se reunieran una vez por semana sólo a hacer un recuento de los ejecutados y los daños de esos últimos días, no veo una estrategia interesante. Los narcotraficantes se aprovechan de esta situación porque precisamente son ellos también ciudadanos que se escudan en muchas de las zonas tenues que han quedado expuestas ante la falla del gobierno para ejercer la autoridad.

¿Legitimación? ¿Pérdida de tiempo? Estoy seguro que hay temas que los ciudadanos tenemos respuestas, y vale la pena la discusión. Sin embargo hay otros que necesitan inmediata atención para ser atendidos en tiempo y forma.

La proliferación de actividades delincuenciales tiene como causa el debilitamiento del Estado. Aquí no digo nada nuevo. Sin embargo resulta patológico que ante la creciente rendición del Estado, las soluciones que saltan a la mesa tengan que ver con más ciudadanización.

La única propuesta de seguridad que podría ser ciudadanizada, considerando el inexorable avance del crimen organizado como un ente para-Estatal, tendría que ver con la contratación de guardias blancas, o simplemente con la autorización para que cada ciudadano pueda portar un arma y defenderse como mejor pueda ¿A eso queremos llegar?

Ante la claudicación del gobierno para ejercer su derecho y obligación del monopolio de la fuerza, el ciudadano se encuentra atrapado entre el dilema de mayor poder ficticio, o el sometimiento a medidas autoritarias so pena de resolver la inseguridad. Elijan. A final de cuentas el ciudadano más empoderado nada podrá hacer si frente a su casa sucede una balacera que le arrebata la vida ante la atónita mirada de los policías que nada pueden hacer por carecer de la autorización de defender a los ciudadanos de aquéllos otros ciudadanos que nada tienen que perder.

2 comentarios:

Batz dijo...

Para algo se eligen representantes, para que tomen decisiones en nuestro nombre. De ahí la importancia de nuestra participación en las elecciones...
Que se nos pregunte de vez en cuando alguna opinión quizá sea bueno, pero no en cuestiones críticas. Nuestros representantes deben "tomarle el pulso" a los ciudadanos que los eligieron, pero esos grupos de opinión son muchas veces solo pérdida de tiempo y de pocas buenas intenciones..

rm dijo...

El ciudadano se está convirtiendo en el nuevo común denominador que antes fue el pueblo.

¿Cómo arreglar eso? Ciudadanizando muy seguramente