Lucha Libre

Una llamada a las seis de la tarde hora de Monterrey alarmó la tranquilidad en mi pantalón. Era mi celular en su estado de vibrador como siempre lo traigo porque me causa desagrado molestar al resto de la gente con mis sonidos electrónicos. Era mi madre algo alarmada. Había ido a votar a Villa Bonita, donde tiene registrada su credencial de elector y que fue su residencia de Agosto 1997 hasta Noviembre 1997 cuando mis padres se reconciliaron. Ese viaje cada tres años le causa un agrado especial porque puede aprovechar para darle un vistazo a su jardín que ha mantenido vivo ya por diez años sin que la casa esté habitada. Justo cuando presioné el botón verde me atacó con un “¡Queque que hago! ¡Hay dos señores con camisas rojas afuera de la casilla!” Le dije calma, calma, no pasa nada “¡La policía ya pasó por ellos pero luego los volvió a soltar! ¡Traen un fajo de boletas ya marcadas para Hank en la mano!” Repitió que la policía los soltó, seguro por dinero.

Otra noticia había llenado de insípida inquietud mi domingo, los maestros que ahora cobran nómina en las filas del PAN por órdenes de Elba Esther, andaban pasando su mañana en la prisión preventiva por portar armas de hule, nuevo delito electoral desde ayer.

Parece que lo que ayer vivimos fue una lucha libre a una caída con el único límite de tiempo que la jornada electoral les limitó, más todo lo que venga en los tribunales. Será presumiblemente una contienda que se llenará de historias oscuras que irán saliendo poco a poco. Los camisas rojas y los secuaces de la maestra, dándose con todo en cada una de las casillas.

Nada más faltaron los muchachos de las redes ciudadanas para haber tenido una réplica de las porquerías que pudimos disfrutar el año pasado.

Ya vendré más tarde con pormenores sobre este hermosa elección en Baja California, donde pudimos ver lo mejor de nuestra clase política mexicana. Los mismos partidos cada uno con sus matones, al mejor estilo de la serie de Batman.