José Saramago había fallado en su última entrega. Las intermitencias de la muerte es una buena historia pero no una digna de un premio Nobel. Ahora nos sorprende con el viaje de un elefante desde Lisboa hasta Viena que arranca sonrisas y lamentos propios de una historia digna de recordarse y releerse.
"El viaje del elefante" reúne la historia de varios personajes muy interesantes y dignos de atención. En primer lugar por supuesto un paquidermo a quien le importa poco la sociedad humana (no la entiende así como nosotros no entendemos la vida y pensamiento de los elefantes, según nos confiesa el autor portugués), pero es capaz de entender la importancia que tienen para los hombres los milagros y las hazañas memorables. Así va por el trayecto repartiendo hechos sorprendentes que arrancan aplausos y admiración de quienes coinciden en su camino. También está el cornaca que toda la vida del elefante lo ha acompañado y enseñado algunos trucos. Amigos inseparables que van construyendo la historia poco a poco. En cierta forma el cornaca se convierte en la voz y en los oídos de Salomón (el nombre del paquidermo, que luego es cambiado a Solimán en otra parte de la historia). Nos acompañan en pequeñas porciones de la historia el rey de Portugal y su esposa, el comandante encargado de la seguridad de la comisión que viaja a España a entregar el elefante en primera instancia, luego la comitiva del archiduque Maximiliano II de Austria, así como la iglesia a través de sus sacerdotes y parroquianos que a lo largo y ancho de la historia van pidiendo de manera más o menos caprichosa la intervención de Salomón para resolver problemas mundanos y sobre todo la falta de fe que comienza a generalizarse tras la aparición de Lutero y su iglesia protestante.
Algo que llama la atención es la capacidad de asombro que sigue regalándonos Saramago. No se trata de una simple historia de un elefante que podría ser algo tan simple que ni siquiera merezca la atención de un autor, menos de sus lectores. Se trata de esa habilidad para transportarnos a la mente de personas que en su vida habían visto un animal de las dimensiones y forma del elefante Salomón. Es también la recreación de las conversaciones, el encuentro entre el pasado y el presente donde tenemos problemas para entender lo que significa una legua, o lo que para ellos significaría la comunicación satelital (en una conversación memorable entre el comandante portugués y aquél que tiene a su cargo palomas mensajeras "¿cree que algún día vayamos a poder ver comunicación por el aire sin necesidad de palomas?, difícil imaginarlo").
Lo mejor es sin embargo esa humanidad que a través de sus libros Saramago nos sigue brindando. Lo absurdo del ser humano a través de las ceremonias y los formalismos, pero a la vez lo obligados que estamos a seguir con las solemnidades que de alguna u otra forma todos esperan de nosotros a pesar de que todos coincidamos sin decirlo que resultan tontas. Todo se conjuga para recordarnos los mejores años de este autor, lo que nos hizo considerarlo uno de los mejores novelistas que haya visto nuestra época. Dicen que puede tratarse de su último libro, sería una forma digna de despedirse, con lo mejor que sabe hacer y de la forma que mejor lo sabe hacer.
* Saramago, José (2008) El viaje del elefante. Editorial Alfaguara.
1 comentario:
Saramagooo, hay que ir a comprar este libro, ya que mi hermano no me lo va a prestar, jaja.
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