Varias veces me lo han preguntado en estas semanas y en diferentes contextos ¿Sirven de algo los debates? Mi respuesta irremediablemente ha sido que sí, pero en realidad tenemos que analizar no el sí o no, sino cuál es esa función.
A diferencia de la mayoría de las opiniones que he escuchado sobre el debate entre candidatos a gobernador organizado por la Comisión Estatal Electoral el pasado miércoles, yo sí creo que se logró el objetivo. El problema fue tal vez que nunca se nos comunicó qué era lo que verdaderamente se estaba jugando esa noche. No era espectáculo ni confrontación. Desconozco si hubo un acuerdo entre los candidatos para dejar los ataques a un lado, pero al menos fue evidente que dejaron sólo para la última ronda el regreso a los lugares comunes.
Lo que tuvimos en ese debate fue una presentación de ideas. Quizá la crítica más grande tiene que ver con lo parecido de sus propuestas ¿Pues cómo obtienen los candidatos la respuesta a las preguntas? Probablemente a través de encuestas, o porque verdaderamente hemos abandonado discusiones trascendentales sobre qué es lo mejor para nuestra sociedad (y esto no es necesariamente malo). Entonces ¿es irrelevante quién gana? ¿Es irrelevante lo que sucede en un debate? No. Tenemos varias respuestas aquí.
La primera, no es lo mismo que tengan las mismas propuestas a que verdaderamente las vayan a llevar a cabo. Los candidatos irremediablemente hablarán de seguridad, empleo y desarrollo urbano. Hablarán de espacios públicos y de participación ciudadana en la toma de decisiones (aunque extrañamente en el discurso de los candidatos a gobernador esto ha brillado por su ausencia). Falta analizar el nivel de congruencia. Un buen elemento aquí es revisar su trayectoria.
La segunda, los debates pueden ser espectáculos que nos dan cierto tipo de información (quién es el candidato, cómo reacciona ante la adversidad, es suficientemente inteligente para defenderse y contraatacar), o pueden ser encuentros de propuestas. En la segunda forma, los candidatos ofrecen su visión de los problemas y cómo los piensan resolver.
La tercera, finalmente, es que los encuentros entre candidatos le pueden dar al electorado la oportunidad de abandonar las imágenes huecas y esas cajas que no dicen nada. Encontrarlo frente a frente y obligarlo a vender su propuesta en lugar de su imagen los acerca, los hace humanos (demasiado humanos diría un pensador europeo). Votar de esa manera tiene consecuencias para nosotros como individuos y para la sociedad.
El debate en la Comisión algunos lo llamaron aburrido. Yo respondería que la política no sólo es show. También es urgente confrontar ideas, o descubrir al menos que cualquiera que gane será lo mismo. Para eso sirven los debates ¿Pérdida de tiempo? Sólo para los que les da pereza votar en base a información y no emoción.
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