junio 09, 2009

A Javier Corral

El martes publicó usted en El Universal una reflexión en torno al voto en blanco, haciendo una alusión al momento cuando el PAN debatía sobre participar y legitimar los fraudes del PRI, o abstenerse. De acuerdo a su experiencia en esa ocasión y por lo que podía ver en el presente suceso, el voto en blanco sólo vendría a aletargar más la democracia, no a despertarla.

Hay que aclarar algunas cosas sobre este movimiento. Primero quiero reiterar que por primera vez en mi corta vida encuentro entretenida una elección intermedia. Normalmente la decisión sobre diputados federales en el medio término es más sosa que escuchar la Hora Nacional. No estamos debatiendo quién llegue, pues desafortunadamente y aunque les duela a los nuevos amantes del sistema de partidos actual que han surgido en todos los rincones del país, quienes lleguen o dejen de llegar no harán diferencia alguna. Basta ver las listas que han mandado los partidos al IFE donde abundan familiares y compadres de los mismos caciques de siempre. La apuesta por la juventud que nos quieren vender es un nepotismo mal disfrazado e insultante. Lo que ahora se está debatiendo es mucho más trascendental.

No se está discutiendo la idea de derrumbar al sistema ni comprometer a la democracia. Los mexicanos tendemos a ser tradicionalistas y darle más importancia a la forma que al fondo. Adoramos imágenes religiosas que colgamos de nuestro cuello, pero al mismo tiempo podemos romper con todos los mandamientos sin ningún empacho. Así también ahora pretenden algunos religiosos y políticos hacernos creer que al desafiar al sistema de partidos estamos quebrando el pacto democrático.

Precisiones en este punto son importantes. Aunque así lo quieran pretender y así lo hayan machacado hasta la saciedad en el artículo 41 Constitucional en la pasada reforma electoral de 2007, los partidos políticos no son la democracia, somos nosotros los ciudadanos. Basta retroceder un par de artículos en ese mismo documento fundacional para ver en quién recae la soberanía. Si en esta elección un movimiento ciudadano anónimo está sugiriendo desafiar a la partidocracia, eso sólo pone en entredicho su estructura inmoral de apropiación del poder, no a la democracia ni los valores que representa.

Tampoco se está doblegando la posibilidad de que la ciudadanía despierte. No confundamos el hecho de que probablemente gane el partido con más voto duro con el hecho de que ese mensaje será contundente para quienes lleguen el 1 de septiembre a la Cámara de Diputados, seguramente incluido usted. En 1976 López Portillo fue el único candidatopresidencial, y aunque era evidente que así se le permitiría triunfar, el mensaje fue tan contundente que provocó la mayor crisis política en nuestro país, y de esa crisis comenzó la alternancia en algunas regiones del norte del país. Un hecho que seguramente usted recuerda.

Algunas encuestas han hablado de un 8 a 10% de electores que estamos pensando salir a votar en blanco. Ese porcentaje estará comprometido no sólo a salir el 5 de julio, sino a formar una agenda ciudadana. Alianza Cívica y el grupo UNO han hablado de una agenda posterior a esta movilización en repudio a la soberbia y los excesos infames de los partidos políticos: Candidaturas ciudadanas, revocación del mandato, verdaderas y funcionales leyes de participación ciudadana, ciudadanización de órganos autónomos y el reconocimiento jurídico del voto en blanco (si el "blanco" gana un distrito, éste debe quedar desocupado, y el "blanco" tendrá un peso en el reparto de plurinominales que no deberían ser ocupados). No se está hablando de un hecho aislado que sólo vendría a ser un dato curioso en las estadísticas del IFE, se está hablando de un despertar de la conciencia ciudadana.

Las elecciones en este momento son el único momento cuando los ciudadanos verdaderamente podemos ser escuchados. El resto del tiempo pasamos a tercer o cuarto término. Ante las pocas posibilidades, debemos aprovechar este momento para respaldar lo que todos sabemos en el fondo: los partidos políticos se han distanciado peligrosamente de los ciudadanos, y no al revés. No quieran ahora culparnos por lo que como partidos dejaron de hacer.

Señor Corral. Su trayectoria política es el mejor ejemplo de lo que pueden llegar a hacer los partidos políticos cuando alguien se cruza con sus intereses. Respeto mucho su camino y su lucha. Me gustaría por este medio hacerle una invitación formal a unirse a este movimiento. Sé que como candidato esto no lo podrá hacer en la práctica, pero al menos me gustaría saber que en conciencia nos apoya.

Si mi voto fuera en Chihuahua sin duda lo tendría, pero es una lástima que en mi distrito mis opciones se limitan a los mismos de siempre, impuestos por los mismos partidos de siempre, y en las mismas prácticas insultantes de siempre. El voto en blanco no es una traición a la democracia, es un recurso desesperado ante lo que para todos es evidente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

calmate octavio paz