// Reproduzco este excelente análisis de Granados Chapa aparecido hoy domingo en Reforma //
Miguel Ángel Granados Chapa
La maestra milagrosa
Al proclamar a su Presidente electo, Elba Esther Gordillo celebraba para sí gozosamente el logro de una pretensión, que comenzó a cuajar desde que colocó a Luis Carlos Ugalde al frente del IFE, y al impulsar luego un partido cuyo candidato presidencial prácticamente declinó en favor de Felipe Calderón
Cuando el martes pasado Elba Esther Gordillo declaró Presidente electo a Felipe Calderón estaba al mismo tiempo reclamando derechos de autor. Aunque sea imposible atribuir a una sola persona la paternidad de una estrategia, y menos aún su puesta en práctica, con su gozosa proclamación llevó a un punto culminante un plan que empezó a consumarse el 31 de octubre de 2003, cuando hizo elegir a Luis Carlos Ugalde consejero presidente del IFE.
Unos días más tarde, antiguos miembros del consejo general de ese instituto buscamos a nuestro compañero de entonces, Santiago Creel, Secretario de Gobernación, para expresarle nuestra preocupación por el modo en que se había consumado la elección de consejeros, y sugerir que se atenuara el sesgo impreso a ese cuerpo colegiado mediante la designación de funcionarios clave, cuyo nombramiento restableciera el consenso perdido en la Cámara de Diputados. El Secretario nos recibió acompañado por la coordinadora de la bancada priista. Ambos desestimaron nuestra posición y obraron en consecuencia.Unos meses más tarde, el 2 de agosto de 2004, sería nombrado director ejecutivo de organización electoral Miguel Ángel Solís Rivas, un típico cuadro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Luego de ser profesor de primaria, secundaria y normal, fue funcionario de la estructura educativa local de Baja California Sur. En 1989-91 coordinó en ese estado el proceso de modernización educativa, primera providencia del Presidente Salinas tras derribar a Carlos Jonguitud y sustituirlo por Gordillo. Al mismo tiempo Solís Rivas presidía un comité distrital electoral, dependiente de la Comisión Federal Electoral.
Contó entre los innumerables miembros de la antigua organización que llevando consigo inclinaciones y hábitos pasaron al Instituto Federal Electoral, en su caso con el mismo nivel de responsabilidad que tenía en la CFE. En 1998 ingresó al servicio de carrera y al año siguiente fue designado vocal ejecutivo de la junta local de Baja California, de donde llegó a su actual cargo en la junta general ejecutiva.Emplazados de ese modo sus dispositivos en el IFE, Gordillo empujó la organización del partido Nueva Alianza, que recibió registro del consejo general de ese organismo el 14 de julio del año pasado. Ruborosa como a veces parece, Gordillo aceptaba a medias o rechazaba de plano su injerencia en un nuevo proyecto que le era a todas luces atribuible, hasta que se descaró luego de fracasadas sus aspiraciones de controlar el PRI o al menos de influir en la designación de su candidato. También avanzó en su vinculación con el PAN, como partido, y con Felipe Calderón como precandidato.El 3 de octubre del año pasado, desde la oficina del subsecretario de Seguridad Pública federal, Miguel Ángel Yunes, uno de sus validos, Gordillo telefoneó a Calderón, que en la víspera había ganado la segunda ronda de la contienda presidencial interna del PAN. La lideresa magisterial dijo entonces a quien ahora ungió como Presidente electo: ¡vamos bien! Calderón agradeció por su parte a Yunes alguna gestión en la jornada veracruzana del día anterior. El subsecretario había abandonado el PRI meses atrás, y había trocado su aspiración de ser Gobernador por el apoyo al candidato panista Gerardo Buganza. De esas conversaciones dio cuenta Grupo Reforma el 18 de noviembre siguiente, y las partes admitieron haberlas sostenido.Por esos mismos días Gordillo consumó institucionalmente su rechazo personal a Madrazo: el comité político de su sindicato anunció de modo formal que los maestros no votarían por el candidato del partido al que todavía pertenecía la mayoría de los miembros de ese órgano del gremio magisterial. De ese modo quedó abierta la posibilidad de apoyar a otro aspirante, que no sería Roberto Campa, sino Calderón.
Cuando Nueva Alianza lo postuló en enero siguiente, Campa aceptó ser un candidato postizo. Hizo de patiño del panista en el primer debate presidencial, señalando a Madrazo como evasor fiscal en una denuncia que, como suele ser cuando interviene la PGR, no generó consecuencias de ninguna especie.No nos equivocamos plenamente quienes supusimos que Campa declinaría su candidatura a favor de Calderón. No lo hizo abierta, sino subrepticiamente. En los días finales de la campaña no pidió ya el voto para sí, como era lógico y digno, y como hacían los otros candidatos y hace todo quien aspira a un cargo. Solicitó para el Panal uno de los tres votos posibles. Y él, que aparecía en las encuestas incapaz de atraer el interés de los ciudadanos, siempre en el último lugar, apenas sobrepasando el 1 por ciento tuvo una inesperada capacidad suasoria: él obtuvo 400 mil votos, menos del 1 por ciento del total, pero los candidatos a diputados del Panal casi quintuplicaron esa cifra: 1 millón 876 mil 443 votos, el 4.54 por ciento del total. O sea que 1 millón 400 mil votos panalistas beneficiaron a un candidato presidencial distinto del suyo. Por todo ello fue explicable que Campa visitara a Calderón para reconocer su triunfo, lo que hizo no después de que Ugalde usurpara la calificación sino, fiel a su jefa, sólo cuando ella lo elevó a la condición de electo.Un gran porcentaje de la diferencia entre la copiosa votación legislativa del Panal (que le permitirá tener nueve diputados y un senador) y la magra concedida a Campa engrosó la votación presidencial panista, como parte de la alianza entre el PAN y el Panal, emparentados hasta en las siglas: sostuvieron el mismo candidato en la elección para gobernador de Guanajuato, y en elecciones locales tan significativas como la de la delegación Miguel Hidalgo en el Distrito Federal, donde ganó la diputada Gabriela Cuevas, que pagó la fianza a favor de López Obrador, después de haber votado por su desafuero, condolida porque los hijos del afectado quedarían solos cuando él quedara preso. Al mismo tiempo, Acción Nacional acogió a gordillistas notorios, como Benjamín González Roaro, que será diputado, y Rafael Moreno Valle III, que será senador.En la configuración de los resultados parece haber tenido participación decisiva, como en los viejos tiempos, la estructura electoral del magisterio, ahora ya no sujeta a los designios priistas sino a otros diversos. Cuando se trata de desacreditar la denuncia de fraude y la protesta consiguiente asegurando que el país ya cambió y que era válido reaccionar así ante una estructura autoritaria y no frente a una que rezuma democracia, hay que tener presente la capacidad instalada del SNTE en materia electoral.
La propia Gordillo forma parte de esa capacidad instalada. Como se supo por una conversación telefónica interferida, habló el 2 de julio mismo con el gobernador priista de Tamaulipas Eugenio Hernández para unirlo a su proselitismo inclinado a Calderón, lo cual sólo podría hacerse, a media jornada electoral, mediante la inducción del voto. La gestión fue eficaz, como lo mostró la llamada, al día siguiente, del Secretario de Comunicaciones Pedro Cerisola, para agradecer el favor al Gobernador.Cobra sentido, en esa dimensión, un nuevo hallazgo del equipo de López Obrador: en las casillas donde sólo hubo representación del PAN o del Panal, o de ambos, es decir donde estuvieron ausentes el resto de los partidos, la votación por Calderón se dispara de la media nacional por muchos puntos: en 485 casillas donde sólo Nueva Alianza estuvo presente, invariablemente ganó Calderón, con 63.91 por ciento de los votos contra 29.69 por ciento de López Obrador. En 2 mil 366 casillas en que sólo hubo representación panista, su candidato obtuvo 71.47 por ciento contra 21.47 de su más férreo opositor. Y en mil 191 casillas donde sólo ambos partidos tuvieron representantes, Calderón obtuvo 80.77 por ciento de los votos, y López Obrador sólo 13.02 por ciento.En total, en esas más de 4 mil casillas Calderón obtuvo 320 mil votos, unos 80 mil más que la diferencia de 244 mil que separa las votaciones de los dos candidatos con mayor asentimiento ciudadano.
Respetuosa de las instituciones como es, la presidenta del sindicato magisterial envió al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación una comunicación para tranquilizar a sus magistrados: les reconoció el derecho de hacer la declaración jurídica de Presidente electo. Ella hizo el milagro.
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