No hay nada más cercano a la teoría conductista que mirar a un ser humano actuar. Su persona, su forma de ser, sus reacciones, todo está encaminado a reflejar una pequeña parte de la comunidad en la que se desarrolla.
Hay cierta predisposición natural de las personas para obedecer, para hacer lo que es correcto, para continuar una pauta sobre la cual se les ha indicado anteriormente. No hacerlo implica una carga de confusión y exceso de atención de parte del resto del grupo. Se vuelve la persona en un rebelde, en un radical, en un individuo digno de preocupación.
Sin embargo existen personas que no asumen el papel que les corresponde y tratan de entender qué es lo que está sucediendo a su alrededor. Por lo general son muy pocas, y por lo general son tachadas de desquiciadas, locas, esquizofrénicas. Los que se cuestionan tienden a no entender plenamente qué es lo que hacen en este mundo, por lo tanto dejan de "funcionar".
El vacío al que son enfrentados estos individuos los obliga a reflexionar. Probablemente no llegan a desarrollar sus habilidades comunicativas, por lo que rápidamente son también discriminados como tontos, o con "capacidades diferentes" como se ha puesto de moda llamarlos. Su aislamiento los traslada al desarrollo de un rencor hacia la humanidad que se vuelve en el mejor motor para criticarla.
Tenemos la muy mala costumbre de no escuchar a los esquizofrénicos, cuando son ellos los que tienen muchas de las respuestas que ahora ni siquiera nos preocupamos por buscar.
La persona desconectada se enfila hacia la perdición y probablemente hacia el suicidio. Su vida será un camino tortuoso de desentendimiento, burla, aislamiento, confinación y finalmente muerte, la tranquila muerte que deja todo el pesar a un lado. Es una bendición cuando estas personas se atreven a escribir porque son por lo general quienes tienen las ideas más brillantes, las que trascienden y pasan a la historia como las reflexiones que verdaderamente criticaron a la sociedad en las que vivieron.
Pinturas, obras de teatro, ensayos, críticias férreas, vidas lanzadas a la hoguera por herejía. Todo eso son los seres humanos que son tan grandes que ni siquiera supieron cómo comunicarse con nosotros. Deberíamos ser nosotros, los que aprendamos a escucharlos. Están a nuestro alrededor y son por lo general aquéllos que no se relacionan prácticamente con nadie.
En nuestra sociedad premiamos la inteligencia social, aquélla del individuo que aprende a relacionarse activamente con todos y se vuelve un líder. Un líder, sin embargo por lo general no tiene la capacidad de reflexionar, que debería ser más valorada por nuestra sociedad. No lo es y no pretendo que esto cambie. Sencillamente expongo el desperdicio que hacemos en este momento.
El ser humano desconectado tiene tanta inteligencia que ha preferido alejarse de tanta estupidez que le rodea. Patéticos hombres que no saben comprender su existencia.
4 comentarios:
Te sacaste un diez con esta nota. Es cuestión de ver arte de personas que padecen esquizofrenia para ver de lo que estás hablando.
Pero este artículo también podría servir para aquella gente que estaría fuera de las masas, aquella gente que analiza la vida desde fuera, reflexiona, y a veces es discriminada por no seguir los estándares de la mayoría.
Estimado Pensante, En efecto mi tirada era rechazar la categoría de la esquizofrenia como un invento estúpido para todas aquellas personas que no entendemos, incluyendo a aquellas que se atreven a pensar diferente. Saludos y gracias por la visita
Al dejar de lado lo que la sociedad establece como "normal", inmediatamente se esta del lado de los raros. Estos raros son los incomprendidos en su tiempo, sus ideas son captadas como ciertas mucho tiempo después y hasta celebradas. Que pensaran estas mismas personas al verse admiradas por la misma clase que los rechazó en vida?
Los raros tienen mucho más que ofrecer. El punto es que ellos no quieren ofrecerlo porque el entorno no los motiva a hacerlo. Por eso sus legados son escritos, o pinturas, o esculturas, objetos que guardan en un cajón del olvido hasta que otra generación aprecia esos regalos.
Esos raros que mencionas Batz deberían hacer un click en todos nosotros ¿Realmente estamos abiertos a observar lo que nos rodea? ¿Realmente estamos apreciando los genios de nuestro tiempo, o nos vamos con la finta que nos ofrecen instituciones como Nobel o Alfaguara para decirnos qué es lo que debemos leer y apreciar?
Creo que la respuesta es obvia, pero deberíamos hacer un esfuerzo... y no comprar Alfaguaras, es un monopolio de la literatura la que están intentando y estamos cayendo redondos.
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