No cabe duda que la política en México nunca será aburrida. Probablemente nunca me haga millonario con ella (y aquí es donde mi novia va a brincar), pero al menos me mantendrá entretenido.
Dos hechos se alinean como planetas en el firmamento. Primero, la atracción de la Suprema Corte del amparo que Rafael Rodríguez Castañeda y un puñado de periodistas de la revista PROCESO hicieron el año pasado para solicitar a través de la Ley de Acceso a la Información Pública, el acceso a las boletas de la elección de 2006. De esta manera los ministros le dan un voto de apoyo a este grupo de ciudadanos comprometidos con la nota roja y la verdad en nuestro país para que pueda transparentarse completamente algo que permaneció cerrado.
En realidad este reconteo ya no tendría ningún efecto sobre los resultados actuales pues el Tribunal Electoral se ha pronunciado, pero al menos funcionaría como una Comisión de la Verdad (qué bueno que no lo hicieron fiscalía porque luego se hace un batidero).
Al mismo tiempo nuestra clase Intelectual (ya saben, los mismos compadres de siempre defendiendo "las instituciones", aunque sean los primeros que solapen su prostitución ante los poderes fácticos), sí, nuestros Intelectuales vuelven a firmar un desplegado repudiando las acciones de nuestros diputados. Gente como Leo Zuckermann y Héctor Aguilar Camín firman para repudiar la agresión al IFE que está intentando el Congreso a través del cese de nuestros consejeros. Todo esto, por supuesto, bajo el patrocinio y completa tutela de Televisa que a como dé lugar quiere detener la reforma electoral que le quitará sus cañonazos de dinero un año sí y el otro también.
Un voto a favor, un voto en contra. Interesante que casualmente estas dos decisiones se encuentren bajo el mismo contexto. Parece una mala broma del destino, pero así es. Mientras la Suprema Corte parece cuestionar las decisiones erróneas del IFE y del Tribunal Electoral, nuestros soldaditos intelectuales bajo las órdenes de las televisoras les brindan unas palmaditas en la espalda.
Inmejorable situación. Vamos a disfrutar el desenlace.
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