Para cuando escribo este artículo desconozco el destino de la reforma electoral, falta ser aprobado en los Congresos Locales por mayoría simple de los 32, pero podemos vaticinar su aprobación por una mayoría cómoda. Dependerá tal vez de la voluntad de los gobernadores pero en nuestro país sigue siendo más fuerte la capacidad de los partidos políticos de someter al resto de los factores de poder. El dinero hasta donde yo sé sigue caminando de arriba abajo. La reforma al Artículo 41 Constitucional que los medios de comunicación y los mismos legisladores han llamado Reforma Electoral, toca dos puntos interesantes que vale la pena revisar.
El primero de ellos es la imposibilidad de los políticos en funciones o terceros interesados para adquirir tiempo en televisión y radio, lo que rompe con la inercia que había marcado las últimas elecciones en nuestro país con un dispendio desordenado (e ilegal en muchas ocasiones) de los recursos públicos y privados que tienen los partidos políticos. Algunos han hablado que esta restricción en particular tiene nombre y apellido: Enrique Peña Nieto, actual Gobernador del Estado de México quien sin ninguna vergüenza y en total impunidad había gastando los recursos públicos de aquella Entidad para la difusión de su imagen con miras a la presidencia. Cualquier parecido con otros Gobernadores vecinos a Nuevo León es pura coincidencia.
Lo que podemos rescatar de este punto es que ataca frontalmente a uno de los grupos de interés que más daño había hecho a la sensación de equidad que debe prevalecer en cualquier democracia. Los medios de comunicación se habían convertido en el factor real de poder más fuerte, apenas combatido quizás por Carlos Slim y el SNTE, con la capacidad de aprobar reformas y más importante, con la posibilidad de destruir reputaciones y dirigir la voluntad de los posibles electores.
El segundo punto de esta reforma es la prohibición de los políticos y terceros para emitir juicios difamatorios a través de los medios electrónicos. Aunque el dictamen fue modificado para suavizar este punto gracias a la presión de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), el punto que ha sido polémico es quién decidiría el límite entre lo informativo y lo difamatorio. Una vez más y como en muchas otras leyes “idealistas”, la ley no contempla sanciones para quien lo haga por lo que se vuelve una disposición sin dientes.
Podemos mencionar algunas herramientas que utilizaron frecuentemente los medios de comunicación como factores de control tanto de los políticos como de los mismos electores. Una de ellas fue la encuesta de intención de voto que mencionan algunos suspicaces fueron utilizadas para pervertir y moldear al votante bajo el principio del voto útil (ante la polarización del electorado, mi voto individual gana más peso específico en la medida en que se acerque a esos dos polos, y se vuelve inútil si voto por una tercera o cuarta opción), pero con mucha más fuerza fueron utilizados los spots negativos que buscaron arremeter como agentes políticos contra una de las partes en la disputa electoral. La cuestión no es que se hayan metido o no sino que corrompieron el principio de equidad ante su enorme poder económico y su capacidad de inferir en la decisión de los votantes.
La defensa de los medios fue que ellos fueron eso: simples medios, y que si habría alguien a quien culpar sería precisamente a los políticos que pagaron y contrataron esos espacios para expresar sus puntos de vista y sus campañas difamatorias. Ellos, simples empresarios, vendieron esos espacios al mejor postor y no tuvieron nada que ver. Para creer eso tendríamos que considerar primero que las televisoras no tienen un interés en particular para que gane determinado partido político o al menos que otro no llegue, y también tendríamos que suponer que no hubo precios especiales y favores sin costo para algunos de los candidatos producto de esos mismos intereses y de las amistades cómplices que rodean al poder y el dinero.
Pudimos nuevamente ser testigos de estas campañas difamatorias como estrategia de los medios en la elección de Baja California en donde el partido en el gobierno accedió a tarifas especiales y cobro de favores para emprender una campaña permanente en contra del ex alcalde de Tijuana y candidato del PRI por la gubernatura Jorge Hank Rhon. Aunque nadie en este país haya dicho que lo que se dijo fueran mentiras.
No estamos ante un asunto trivial. El control de los medios de comunicación era un asunto básico para nuestra democracia. Así lo entendieron los legisladores y así lograron aprobar una reforma que marcará un destino diferente para el grupo que se había apoderado del vacío de poder que la ausencia del presidencialismo dejó para el más audaz. La pregunta que queda en el aire ante este cambio es quién asumirá ese poder que por principio físico no puede quedar vacío. La respuesta es evidente. Una de las consecuencias negativas de esta reforma, y que estoy seguro que no se trata de algo involuntario, es que los partidos salen fortalecidos ante el sometimiento de otro órgano que les había amenazado su poder: el Consejo General del IFE. Ante la remoción de los consejeros generales de este órgano supuestamente autónomo, los partidos se erigen como los detentadores únicos del poder, sin posibilidades de que sean fiscalizados en su ejercicio interno y sin que puedan ser cuestionados por los medios de comunicación (o quienes les compran esos tiempos).
El desarme al que fueron víctimas los medios de comunicación tendrá efectos positivos para nuestra democracia definitivamente, sin embargo muchas cuestiones quedaron al aire y es seguro que esta reforma pudo tener un alcance mucho mayor. Nunca habrá una totalidad de actores satisfechos ni una reforma que abarque todos los problemas que nuestro país enfrenta. El control de las campañas negativas y la eliminación de las inserciones pagadas por parte de políticos e interesados resultarán en un mejoramiento de la calidad de nuestras campañas políticas, mismas que tendrán que centrarse un poco más en las propuestas y en el contacto directo con sus posibles votantes.
La Reforma Electoral y todo su contexto representan un excelente ejemplo de cómo interactúa el poder hoy en día en nuestro país. Habrá que hacer un análisis más profundo para determinar quién ganó y quién perdió, así como quienes fueron los beneficiados indirectos. Para el caso del control de los medios de comunicación resulta muy evidente, ceteris paribus como dicen los economistas, ver quién perdió. Habrá que ver como los recompensan luego nuestros legisladores a los señores de la televisión. Dicen que ahí viene la nueva ley de medios.
3 comentarios:
lO DE LOS 18 MINUTOS DIARIOS DE TIEMPO OFICIAL, 3 CADA HORA, AMI ME VALEN MADRE, YO VEO SOLO CANALES DE CABLE...JOJOJOJO.NO MAMADAS.
Lo malo de los canales de cable es que no pasan pasan la publicidad de políticos, pero que tal de esas pinches cremitas para enflacar a los gordos, engordar a los flacos, emocionar a los tristes y aliviar a los enfermos. O los aparatos que reducen el abdomen caído de 50 años a un vientre plano de muchacha de 15 años
Muy bueno Tu Blog.
Felicitaciones.
Saludos,
Ric.
the ricky esteves experience
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