He aquí algunas consideraciones que despertaron en mí este fin de semana que apenas y toqué el alcohol cuando la cultura mexicana casi me arrastraba a hacerlo. Se las comparto no porque pretenda cambiar algo con esto, sino sencillamente porque me sucedió aquello que por lo general pasa. Está uno en la meditación producto del relajamiento y surgen ideas grandiosas, ideas que ameritan encabezar el blog y que está uno desesperado por llegar a un lugar donde pueda encontrar una hoja de papel, un lápiz. Suenan tan interesantes, tan intelectuales, seguro generarán polémica y más de un comentario agresivo. Esos son los mejores artículos. Así me paseaba por la calle sólo para llegar a mi casa y haber olvidado la sustancia. Recordaba algunas tonterías que quizás serían graciosas mientras contaba aquello que de verdad sí valía la pena, pero que en sí no tenían mucho sentido.
Si son sabios adivinadores habrán descubierto que esta sosa introducción era una de esas cuestiones satélites que dejan de tener chiste ahora que olvidé lo que les quería decir. Espero puedan vivir con eso.
Mientras les cuento algunas otras cosas que pueden no tener tanto valor, pero que han rondado en mi cabeza. Tengo la ligera esperanza de haber llegado al final de este escrito y recordar lo que de verdad les quería contar hoy. Si lo logró, habré podido darle un terminante “seleccionar todo” y “suprimir” que los dejaría pensando que efectivamente tuve esa gran idea, aunque comienzo a sospechar que no será así. No sé si se han percatado que el mejor día de cualquier diario es el lunes. Como que sus reporteros y editorialistas tienen más tiempo de pensar lo que escriben, privilegio que el resto de los días como que o no gozan o no se lo permiten.
Sobre la reforma electoral hay dos reflexiones. Para lograrlas me puse a divagar sobre qué habían ganado y qué habían perdido los muchachos de los partidos políticos “grandes” como se hacen llamar o los hacen llamar. La primera es la enorme coincidencia entre la apresurada reforma electoral y el final de la elección de 2006. Si recordamos la elección de 2000 hay una enorme coincidencia en las fechas cuando comenzaron los órganos de fiscalización a sacar los escándalos de PEMEXGATE y Amigos de Fox. El año de 2007 o 2008 hubiera sido el momento idóneo. Los partidos estaban hartos de las multas que les propinó el IFE, por lo que este movimiento profiláctico les vino muy bien.
Otra reflexión antes de dejarlos es respecto a los gobernadores que tendrán que ratificar esta reforma constitucional con 50 más 1 de sus Congresos Locales que prácticamente poseen. Hidalgo y el Estado de México ya abrieron la boca sobre su animadversión a que les quiten la posibilidad de anunciarse en cada puente que inauguran y cada niño al que le regalan un litro de leche, pero nadie descarta que esto se convierta en un Frente de Gobernadores por su Derecho a ser Presidentes.
Si esto sucediera podrían ser testigos de algo interesante: El PRI contra el PRI. Finalmente sería la regionalización del partido más viejo algo oficial. Y nadie descarta rupturas. Al menos yo no.
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