julio 25, 2006

¿El pacto roto?

El pasado 19 de Julio Sergio Aguayo resaltó el fondo del problema postelectoral que estamos viviendo. El rompimiento, lo etiquetó Aguayo, refiriéndose a un pacto electoral que se había entablado entre izquierda y derecha posterior al fraude de 1988. Este pacto logró que se lograran las reformas electorales que en 1996 nos hicieron gritar de entusiasmo y eventualmente lograr elecciones democráticas en 1997.

La izquierda y la derecha finalmente se entendieron en un objetivo común que era sacar al PRI de los Pinos. Mi duda es si verdaderamente el pacto era para una democracia con todos sus archivos adjuntos de respeto al adversario, del uso de la vía institucional, de la equidad en las campañas, del no uso de recursos oficiales hacia un candidato, menos aún los programas sociales, de no radicalizar los discursos y siempre respetar a las autoridades electorales (intenté tomar puntos negros de ambos puntos, conste).

Mi creencia es que no fue así. El pacto no fue electoral sino simplemente por un objetivo común. Un analista político lo dijo claramente hace unos meses: Los mexicanos siempre hemos sido considerados un pueblo solidario. La verdad, dice este señor, es que los mexicanos somos sumamente egoístas y no tenemos un concepto desarrollado de bienestar común.

¿Por qué dejar ganar al otro por el bien del país? Aquí entra la crítica de nuevo a los dos lados. Ambos contendientes han dejado de lado la estabilidad y se lanzaron con todo por la polarización. Estoy hablando de Calderón y su grupo incluyendo al presidente de la república quienes se lanzaron con todo contra la propuesta de López Obrador calificándolo de un peligro para la nación, pero también critico al candidato de la alianza por el bien de todos quien se ha lanzado con todo en esta postcampaña contra las instituciones electorales. No dudo que existen muchas dudas respecto al proceso electoral y hay que cuestionar el comportamiento del Consejo General del IFE en muchos de sus puntos. Yo lo he venido haciendo a lo largo de este mes sin descanso. Sin embargo siento un aire irresponsable en las medidas que están comenzando a tomar algunos simpatizantes de Andrés Manuel. ¿Tomar la Bolsa de Valores? ¿A quién creen que afecta esto? Una crisis financiera golpea mucho más fuerte a los pobres que supuestamente defienden, los adinerados sólo tienen que cambiar sus fondos a dólares, con lo que se tardan unos cuantos minutos ¿Realmente les importa algo más que sus respectivos partidos y su sed de poder?

Existe un pacto que más que roto nunca fue verdaderamente entendido entre las partes. La existencia del PRI permitió a estas dos visiones panistas y perredistas tener un enemigo en común y así descargar toda su fuerza contra ese partido que representó todo lo negativo del país. Paradójicamente también representó también las cosas buenas que hemos logrado. El PRI fue México durante setenta años nos guste o no. Destruirlo nos dejó en una realidad que no terminamos de entender, y que parece nos empeñamos en no querer entender

Las transiciones a lo largo de la historia han sido pactadas desde arriba, donde las elites se ponen de acuerdo para así lograr un cambio en la forma en que se organiza el país. En México nunca se dio así. Supuestamente hubo un entendimiento electoral, unas reglas mínimas que no serían cruzadas. En esta elección, dice Sergio Aguayo, estos principios fueron violados sistemáticamente por Vicente Fox y por el Consejo del IFE. Pero a mi punto de vista nunca existió un entendimiento entre las elites. Fox fue un cambio de partido pero no de forma de gobierno. Ernesto Zedillo fue verdaderamente un demócrata al permitir el acceso de Fox al poder, pero Fox careció de esa cualidad descargando toda su fuerza contra el candidato opositor y, peor aún, todo lo que él representaba.

En realidad el PAN que ahora está el poder nunca ha mostrado cualidades democráticas como para dejar la silla fácilmente, y tampoco el PRD está en una posición que pueda presumir. Ambos partidos lo que han hecho en esta elección es radicalizar sus posturas y no entender que el país se construye con sumas y no con divisiones.

Desgraciadamente como mexicanos hemos tomado partido y nos hemos sumado a esta campaña de descalificaciones y pagaremos el precio. Un amigo, de quien omitiré su nombre por no poder en este momento pedirle autorización para publicarlo, lo dijo muy claramente: Qué hueva que los próximos seis años otra vez estaremos discutiendo quién ganó y quién no, en lugar de estar discutiendo lo que nuestro país necesita para retomar el rumbo que hace ya varios años perdió.

¿Será cierto que somos un país no solidario y egoísta? Esta elección así lo demuestra. La verdad del asunto es que ni López Obrador ni Calderón representan la verdad ni la solución (léanse ambos con mayúsculas) como nos lo hicieron creer. Yo tenía la percepción de que esta postura radical era obra de la campaña electoral y que al finalizar se dispersaría esa arrogancia de los dos punteros. Desgraciadamente para México parece que los dos candidatos son arrogantes por naturaleza.

Nos espera un sexenio muy largo.

2 comentarios:

Batz dijo...

Algun ejemplo de un pais que sume, en vez de dividir? Espa~a es igual... entre el partido de izquierda y el PP, se la pasan dandose con todo... EEUU tambien.. sobre todo en campa~a.

Aun no sabemos quien gano... y eso ya ni siquiera sera lo importante. El da~o esta hecho, los dos tendran la capacidad de decir que el otro es un presidente a medias

Anónimo dijo...

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