El Poder

Publicado en Monitor Político en "Plumas Invitadas"

El poder es la capacidad de influir en la voluntad del otro y hacer creer a esa persona que al hacer lo que uno quiere, está haciendo lo mejor para él. El poder es endemoniadamente atractivo pues seduce a todos.

El poder una vez que se prueba por lo general es difícil de dejar. Como ejemplo tenemos a los expresidentes que se mueren por aparecer en la televisión y en la prensa como antaño, cuando su simple comentario era causal de primeras planas en todos los diarios del país. O al presidente actual que gasta miles de millones de dólares para hacernos saber lo excelentemente torpe que ha sido, particularmente en su recta final.

Mañana tendremos la unción del presidente legítimo que será el clímax de una historia que inició hace muchos años en Tabasco. El liderazgo poderoso de Andrés Manuel en su localidad tuvo espectacularidad mundial cuando tomó los pozos petroleros como medio para hacer notar el monstruoso fraude que Roberto Madrazo había hecho en su localidad.

La muestra máxima de poder la dio Andrés Manuel durante su plantón en el Zócalo. Paralizar a una de las ciudades más grandes del mundo sin que nadie se atreviera a desafiarlo fue impresionante. Si alguien tenía poder en este país fue ese hombre que perdió las elecciones por poco más de 0.5% de la votación.

El miedo está muy relacionado con el poder ya que es el ingrediente principal para ser respetado según la teoría maquiavélica. Ese sentimiento visceral lo despertó el candidato durante esos largos dos meses que estuvo todos los días en los titulares de todo el mundo. Candidato rechaza los resultados electorales y emplaza a un plantón indefinido en la capital azteca. El mensaje era contundente pues ni autoridad federal o local se atrevió a siquiera molestarlo. Todos estuvimos expectantes a la voluntad de una sola persona que iba a decidir sobre los 104 millones de mexicanos que lo mirábamos temerosos y paralizados.

El poder también provoca reacciones con la misma intensidad pero en sentido opuesto de acuerdo a las teorías de Newton. De esa manera podemos entender el inmenso grupo que se aglutinó con un objetivo único: detener a López Obrador al precio que fuera. La campaña de desprestigio sin comparación en nuestra historia moderna contra el candidato del PRD fue bestial, inmensa y efectiva. El candidato se derrumbó por sus errores sí, pero también por todos los magnificadores que pusieron a su alrededor para agigantar cada paso errático que el candidato perredista dio.

El poder también enferma. Así vimos cómo un movimiento ciudadano legítimo y muy numeroso se fue desgastando ante la serie de torpezas políticas tales como entender a la izquierda en los cuadros de Vega Galina, de Guadarrama y de Manuel Bartlet. El poder por el poder distorsionó la imagen del movimiento de izquierda más exitoso de los últimos años. La traición del ideal a cambio de la efectividad de los votos que sindicalizados podían garantizar para el candidato fue desastrosamente mal calculada.

El poder enloquece. Y así fuimos enloqueciendo todos en una lucha campal que se repitió el 6 y 28 de julio, el 8, 15 y 22 de agosto, el 1 de septiembre, el 6 de septiembre, el 16 de septiembre y ahora el 20 de noviembre. La lucha de mexicanos contra mexicanos se sigue dando en cada café, plaza, foro de comunicación, espacio virtual y hasta en el lecho matrimonial.

El poder destruye. Oaxaca vino a derrumbar a López Obrador de las primeras planas y así poco a poco vimos a su movimiento palidecer. Pareciera como si hubiera entrado en una etapa de hibernación de la que no despertaría. Grave error. El poder sirve para construir pero principalmente sirve para destruir. La canalización del poder es una de las tareas más difíciles de lograr pues por lo general se sale de control. Imágenes de líderes llorando en los campos de batalla mientras sus seguidores lo rebasaron y aniquilaron comunidades enteras se repiten por toda la historia y por todo el mundo. Miguel Hidalgo no pudo detener la masacre de los españoles y criollos cuando los mestizos e indios enardecidos se encaminaron contra Guanajuato.

El poder no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Quienes afirman que los catorce millones de mexicanos que votaron por López Obrador ya se fueron a sus casas y se olvidaron del asunto están muy equivocados. No puedo hablar de un ejército pues no lo son, pero tienen la capacidad de destruir si no son escuchados y atendidos con respeto.

El principal error que hemos cometido en estos meses de “transición” ha sido no saber escuchar. Ignorar un movimiento de ese tamaño puede ser el peor error del gobierno que intenta llegar a los Pinos. Una bestia herida puede lastimar mortalmente si no se le trata con cuidado. Mañana puede ser un día más sin trascendencia. El problema sería pensar que el poder desaparece cuando dejamos de pasarlo en la televisión.