enero 31, 2007

Una alternativa a los agricultores


Esta tarde escuché a María Elena Morera en el radio siendo entrevistada respecto a las acciones de Felipe Calderón contra la delincuencia organizada. María Elena se ha convertido en un referente de la seguridad en México por ser cabeza de la famosa (infamous, dirían los gringos) México Unido Contra la Delincuencia que se popularizó por aquella marcha de junio de 2004 contra la inseguridad en el DF (la que empezó con eso de las camisetas blancas como demostración de repudio a la violencia).

Su declaración fue contundente: exige al gobierno de Calderón dar a conocer a la ciudadanía qué sigue después de los operativos conjuntos. Pone el ejemplo de Michoacán en donde se han destruido plantíos de droga, dejando al campesino en la miseria absoluta. Ante esta situación lo más obvio sería que volviera a plantar droga si no tiene otra alernativa para sobrevivir.

Pensé qué injusto es el mundo, sólo por un rato, para luego caer en cuenta algo que muchos otros editorialistas han dicho respecto a esta otra famosa situación del maíz subiendo de precio. Precisamente hoy que fue la marcha para exigir un control de precios yo quiero declarar algo.

¡Mano invisible! ¿Qué mejor alternativa para los campesinos que no tienen forma de subsistir en sus parcelas que un maíz caro?

Recordemos que 2008 será la entrada del maíz de Kentucky que probablemente venga a derrumbar la precaria producción mexicana. Pero ¿qué si el maíz sigue subiendo de precio como probablemente sucederá ante anuncios como que la reserva petrolera de Cantarell se encuentra prácticamente agotada? ¿Qué si de un momento a otro la única fuente de petróleo del continente se llama Hugo Chávez?

Después de haberles destruido su mercado de marihuana y amapola, el gobierno federal debería reconsiderar su postura de "mano firme contra los especuladores" (que alguien meta a la cárcel a todos los consumidores de máiz y etanol de Estados Unidos, por favor), y pensar en la excelente oportunidad que tiene enfrente.

Maíz caro significa productores más prosperos y relativamente más autosuficientes.

Uno más uno son dos, compañeros.

10 comentarios:

Armando Román Zozaya dijo...

Ricardo,

Hay algo que quisiera compartir contigo y tus lectores:

1) El maíz de Kentucky ha estado entrando al país, por lo menos, desde hace una década pues, si bien el TLC especifica que el maíz estaría libre de todo arancel hasta 2008 y, además, habría cuotas de importación, éstas nunca se han respetado: México importa cada año toneladas y toneladas de maíz estadounidense muy por encima de las cuotas establecidas en el NAFTA. Y lo hace por una razón muy sencilla: la producción mexicana no es suficiente para cubrir la demanda. Así, no es del todo correcto asumir que, hasta ahora, nuestros productores han estado "protegidos:" una cosa es lo que dice el tratado y otra, muy distinta, la realidad.

2) Se dice siempre que con la liberación (formal) total del mercado se destruirá a los productores mexicanos. De hecho, por ejemplo, el señor López Obrador habla siempre de 4 millones de familias afectadas. Esto no es verdad por una razón muy simple: más de 3 millones de esas familias -de hecho, cerca de 3.5 millones- NO producen para el mercado sino para el autoconsumo. De esta manera, no les afecta que entre más o menos maíz estadounidense. Los que se tienen que preocupar son los 500,000 productores que SÍ producen para el mercado. Muchos de ellos, no obstante, son grandes agricultores que saben su negocio y que ya se han ido preparando para lo que se les viene. En todo caso, incluso si todos estos productores se vieran aniquilados, la situación está muy lejos de ser la que la "izquierda" promueve: el fin de 4 millones de productores. Insisto, no es así: estamos hablando más o menos de 500,000.

3) Lo anterior no significa que los otros 3.5 millones de productores (y sus familias) estén en el paraiso: obviamente que no. Sufren, entre otras cosas, de que sus parcelas miden, en promedio, tres hectáreas (lo cual las hace improductivas independientemente de qué se siembre en ellas: simplemente son muy pequeñas). Además, no tienen casi ningún tipo de apoyo público puesto que la política agrícola se ha enfocado, precisamente, en ayudar a los productores que "valen la pena," o sea, a los que sí son competitivos.

4) Dado lo anterior, si nuestro campo está como está no es en sí por el TLC sino porque, como parte de la política agrícola de los últimos 20 años, se decidió acabar con los subsidios/apoyos para los productores "ineficientes" y dejarlos morir. Claro que se suponía que, gracias al TLC, llegaría mucho capital al país y habría inversiones y empleo y, por lo tanto, quienes ya no pudieran vivir del campo encontrarían otra ocupación. En todo caso, es un problema de que la estrategia en sí no funcionó: sí llegaron inversiones, pero, no tantas como se esperaban. Sí se crearon empleos, pero, sobre todo en la industria maquiladora y, en todo caso, no fueron suficientes. Ahí está el problema de fondo; no en que entre el maiz de Kentucky (si no entra, por cierto, entonces sí, no hay maíz).

Abrazos!

rm dijo...

Muchas gracias por tu aclaración compadre. Ahora sí que ajeno a estas verdades me dejé llevar por la corriente de lo que los demás dicen.

500,000 personas se me hacen bastantes. Si hablamos de mi natal Ensenada, estaríamos casi hablando del 90% de su población.

Bueno, la verdad nací en el DF pero me gusta decir que soy de donde he vivido más tiempo de mi vida.

Me gustaría preguntarte qué opinas de lo que aquí propuse: dejar que el maíz retome su precio normal (sin restricciones), esto promovería que los productores de maíz (al menos esos 500,000) puedan acceder a más y mejores mercados, y representaría una alternativa para los sembradores de marihuana.

Suena idealista, lo sé, pero al menos podría ser una alternativa que ahora no le están dejando a los agricultores.

En Colombia combatieron al narco también desde el frente económico, levantando económicamente aquéllos lugares oprimidos donde la droga se había adentrado.

¿Ya te llego tu libro? Saludos compañero. Un gusto que me visites por aquí.

Batz dijo...

Los "subsidios" de los narcotraficantes seguramente serán más fuertes que los que el gobierno pueda/quiera otorgar a los campesinos de México.
Estoy de acuerdo con Armando en cuando que el problema no es la entrada de maíz extranjero, sino que la política agraria no funciona en nuestro país. Se tiene que decidir si somos o no un país agrícola, seguir la estrategia elegida. Estamos a medias entre productores, centro de turismo, petroleros, mano de obra... que somos? elegir solo una, invertir en ello.

rm dijo...

Creo que cualquier inversionista me sugeriría diversificar mi capital, y no poner todos los huevos en una sola canasta.

Imagínate que le apostemos al petróleo, comencemos a administrar la riqueza, y a los gringos se les ocurre dejar de producir carros que funcionen con gasolina

Anónimo dijo...

Esta no es una cuestión simple, creo yo. Por una parte, lo que propones, Ricardo,es obvio. La producción de maíz en México no es suficiente simplemente porque no es negocio producir más maíz. Dejando de lado las mafias de acaparadores y todo eso, el punto es que con el precio controlado no tiene mucho sentido invertir más en este cultivo. Dejar que la "mano invisible" establezca el precio del maíz es, viéndolo así, algo muy positivo: con precios altos, más gente se interesaría en producir maíz, incrementando la producción nacional. Y, en su momento, el aumento en la oferta estabilizaría el precio.

Pero hay dos factores que creo que no estás tomando en cuenta. El primero es que, si bien soltar el precio del maíz beneficiaría a los productores (al menos antes del 2008, y ahorita voy a eso), eso sería ¿a qué costo?

¿Cuántos dices que son, Armando? ¿4 millones? Esas son muchas familias. Pero te aseguro que los consumidores de ese maíz son muchos más: nomás el resto de México. Y ellos, una enorme mayoría, son los que pagarían por el beneficio a los productores. Y bueno, incluso eso podría ser aceptable, pero el problema es que no veo que en el largo plazo se pueda revertir este daño. ¿Porqué? Ah, por el ítem #2.

El segundo ítem es: el maíz de los güeros. No puedes competir contra el maíz de los Estados Unidos. Incluso si tuviéramos su tecnología (maquinaria, agroquímica, genética)... que la tendríamos, si hay inversión, incluso así, no puedes competir contra ellos porque el maíz gringo está subsidiado. Los productores de EE.UU. te venden maíz que su gobierno les paga por cultivar. ¿Cómo puedes competir en precio contra eso? Así no hay Smith ni Ricardo que valgan, ¿no?

Dicho todo ese rollo, ahora me confieso perplejo y anonadado. No tengo NPI de qué procede en este caso. Si yo fuera e presidente (¡nooo! ¡cruz! ¡cruz!), mi primera inclinación sería proteger la producción nacional subiendo aranceles a la importación de maíz. Sí, aranceles, al demonio con el TLC, al menos este segmento y mientras los güeros sigan subsidiando su producción. Y al mismo tiempo, liberaría el precio del maíz dentro de México. Yo creo que esto incrementaría el precio del maíz en el corto plazo, pero estimularía tanto la producción nacional que probablemente se estabilizaría en breve.

Y en adelante, usaría los aranceles al maíz gringo como una especie de piquete a la producción nacional, cuando vea que la eficiencia cae. Hey, es lo que hizo Corea del Sur, ¿no? Proteger su industria nacional, usando breves aperturas nomás para meter presión...

En fin.

Ahora sí me pusiste a pensar, Ricardo. Se agradece :)

Anónimo dijo...

Ajem...

"Así no hay Smith ni Ricardo que valgan, ¿no?"

Esto es, David Ricardo, por supuesto. No Ricardo Martínez :D

Armando Román Zozaya dijo...

César,

No, la producción de los 4 millones de familias no es la que consumimos la mayoría de los mexicanos. Va de nuevo: de esos 4 millones sólo como 500,000 producen para el mercado. Es entre lo que ellos generan y el maíz importado que se cubren nuestras necesidades. Los otros 3.5 millones de familias producen para autoconsumo, o sea, no venden su maíz. Por eso mismo, por cierto, comen un maíz de calidad superior al que comemos nosotros, o sea, el que ellos mismos cosechan. Se trata del maíz llamado blanco y no del amarillo o forrajero, que es el que nos mandan los gringos (nótese lo siguiente: porque el maíz amarillo está ya en todos lados es que, por ejemplo, las tortillas de hoy son de calidad inferior a las de hace 20 años, cuando no se ponían duras tan rápido, entre otras cosas).

Volviendo al tema de si es positivo que aumente el precio del maíz, creo que sí lo es, pero, obviamente, sólo desde el punto de vista del productor que lo planta para venderlo. Al resto de productores no les afecta y a los consumidores, evidentemente, no les conviene.

Ahora bien, para alguien que vive de la marihuana no hay cultivo que le sustituya los ingresos que dicha hierba genera. Bueno, tal vez sí: la hoja de coca y/o la amapola. El punto es este: ¿cuánto tendría que aumentar el precio del maíz para que compita con el de la marihuana? No, por ahí no va la cosa.

Más bien, el asunto es que nuestro campo está en crisis y lo ha estado desde hace, por lo menos, unos 15-20 años. Y lo está no tanto por los precios sino porque la política agrícola se orientó a ya no apoyar a los campesinos que más lo requieren, es decir, los que tienen las parcelas más pequeñas y menos productivas pues, como decía en mi comentario previo, se suponía que dichos campesinos dejarían de serlo para convertirse en algo más.

En concreto, a mí me parece que lo que habría que hacer es subsidiar a los campesinos que más lo requieren independientemente de qué produzcan y de si, de hecho, lo producen o no. O sea, ayudarles a vivir, pues: sin esa ayuda nunca van a salir adelante; sus tierras no dan para mucho. Paralelamente, habría que asegurarse de que sus hijos estudien, estén saludables, etcétera y de que los sectores más productivos del país -de cualquier naturaleza- generen los recursos y las ganancias de productividad que se requieren para financiar a quienes lo necesitan.

El asunto es muy simple: en México hay millones de familias -campesinas y no campesinas- que no tienen esperanza alguna -genuina- de salir adelante si no se les apoya: simplemente son muy pobres para poder lograrlo por sí solos. Por lo tanto, el tema va mucho más allá del maíz, de la agricultura, etcétera: es un asunto de qué tipo de país somos y queremos ser.

Bueno, ya estuvo bueno el choro.

Abrazos!

rm dijo...

Una de las premisas del TLC era eliminar la industria agrícola y "urbanizar" (o "modernizar" creo que lo llamó nuestro expresidente) a México.

Esto no funcionó, entre muchas otras cosas, porque las ciudades no estuvieron preparadas para la asimilación de la población rural que la habitaría.

No es casualidad el aumento en los niveles de inseguridad en grandes ciudades. Es una respuesta de sobrevivencia de miles de personas que no tienen otra alternativa para llevar comida a su mesa (esto dejando fuera al crimen organizado que obedece a otra lógica).

Yo personalmente siempre he considerado un error este planteamiento. Las consecuencias de abandonar el campo no se verán ahora, sino dentro de diez o quince años, cuando la totalidad de la población rural se encuentre en las ciudades con todas sus consecuencias económicas, sociales y de salud.

El debate sobre apoyar al productor o al consumidor sería interminable. Hay quienes afirman que apoyar a los productores beneficia a la comunidad al final, pero hay quienes sustentan lo contrario. Yo soy de la idea de que en el caso específico del maíz es mejor apoyar la producción, independientemente de si entra o no el maíz de EU.

Estoy consciente que nunca se podrá competir contra las ganancias que le genera a un agricultor sembrar marihuana, así como tampoco se puede competir lo que gana un traficante de droga contra lo que gana un traficante de mariscos. El punto es que se le dé una alternativa a los agricultores que en este momento no tienen ¿Van a ganar menos? Estoy seguro, pero al menos estarán haciendo algo legal. El pago de sobornos y demás costos de operar en la ilegalidad es también un peligro para ellos que pueden dejar de pagar cuando se encuentran operando legalmente.

Saludos a los tres por sus comentarios. Que esto no se acabe, vamos. Todavía hay mucho qué decir.

Anónimo dijo...

Je. Gracias por el ánimo, Ricardo. Realmente no sé qué más se pueda decir que no sea darle vueltas a lo mismo. Pero eh, desperdiciando con imprudencia una maravillosa oportunidad de quedarme callado...

Armando, gracias por la aclaración, se aprecia. No cambia el punto, en el que creo estamos de acuerdo: hay muchísimos más consumidores que productores, y beneficiar a los segundos llevándote entre las patas a los primeros suena injusto.

En mi caso, no estoy nada convencido acerca de los subsidios. No es que me oponga terminantemente a ellos, pero sí creo que, de aplicarse, tendrían qué ser en carácter de emergencia, sin intención de darlos de manera permanente, y no sin tener un verdadero plan de largo plazo.

La cosa es, yo no creo en las limosnas. Regalar dinero a los necesitados me parece terriblemente contraproducente. Me queda claro que hay situaciones en las que es necesario, para aliviar una crisis, pero no deja de ser eso: una aspirina para tapar los síntomas de algo que está torcido más a fondo.

Yo creo que reactivar el campo, o cualquier otro sector, en esencia requiere de dos cosas: (1) que sea al menos realista para los productores aspirar a mejorar su nivel de vida trabajando en su sector, y (2) que tengan la necesidad de hacerlo.

De momento, no tenemos (1) pero sí (2): la gente del campo se muere de hambre. Si eso no es motivación, no sé qué lo sea. Subsidiar la producción no sé si mejoraría (1), pero seguro daría al traste con (2): ¿a quién le importaría mejorar el modelo de producción, si el gobierno igual te da dinero? Además, ¿de dónde va a salir ese dinero? Eso no es un modelo sustentable.

En el largo plazo, la producción de maíz tendría qué ser autosustentable... no sólo eso, tendría qué ser rentable, lucrativa. Por eso le doy tanta importancia a aplicar el libre mercado internamente, que creo que no hay nada mejor que eso para optimizar cualquier actividad económica; pero al mismo tiempo protegiendo el sector ante una competencia injusta.

Finalmente, Ricardo, eso que dices me recordó vívidamente las ideas de Sir James Goldsmith en The Trap, en mi opinión un libro excelente, inusualmente lúcido (exceptuando quizá ciertas tangentes en la epidemiología bovina, je). No sé si siga editándose, pero se pueden leer largos pasajes en esta página. Este libro ha sido duramente criticado, por cierto, principalmente por economistas neoliberales, o como se les diga ahora. Caveat emptor, YMMV, y todo eso.

Y ya me callo hasta el siguiente tema. Saludos, Ricardo, Armando, Batz. Estaré leyendo en qué acaba :)

Armando Román Zozaya dijo...

Yo creo que todos tenemos un poco de razón pues, en esencia, el asunto es muy complejo, tiene muchas aristas, etcétera.

Concluyo mi participación con esto: el problema del campo no es nada más, precisamente, del campo: es un problema de México como sociedad, o sea, el campo está como está porque las ciudades están como están, porque nuestro sector exportador está como está, porque nuestros bancos son lo que son, porque nuestra mano de obra es de la calidad que es, porque tenemos la infraestructura que tenemos y muchos otros etcéteras.

Saludos!!!