De alguna manera u otra estamos encerrados en esta prisión freudiana que es la imagen paterna cuando nos referimos a nuestro país. Nuestra patria (que viene de "padre" este vocablo) nos proyecta a imaginarnos como hijos fieles o rebeldes, pero hijos al fin.
El estigma de por lo menos setecientos años de paternidad ininterrumpida nos obliga a no poder olvidar esa idea. Octavio Paz lo reflejó en su momento en el laberinto de la soledad, y aunque parezca que las cosas han cambiado tan siquiera un poco desde los cincuenta cuando publicara su mejor obra, las cosas siguen pareciéndose tanto a su molde original.
El ciudadano rebelde e inconforme en realidad es el inconforme familiar. Incómodo ante su situación respecto a sus padres, proyecta la imagen de insatisfacción hacia su siguiente padre: la patria. Seguirá su camino de inconformidad hasta el final. El país tuvo que haberle dado comida, sustento, recreación y hasta cariño. No lo hizo y por eso es el culpable de todas sus desgracias. Así vemos al típico mexicano quejándose de que su gobierno no le dá trabajo o que no le deja para comer. No hace nada para solucionarlo porque su posición parasitaria lo obliga a sentarse, quejarse y esperar que el mundo cambie. Se imagina además escenarios ideales en donde la revolución vendrá a cambiar todas las cosas mientras abre su quinceava cerveza y eructa sonoramente. Es la típica imagen del complejo de Edipo, enamorado de México por su sociedad (en femenino) pero en franco odio hacia el padre, la patria. El gobierno es el malo y la sociedad somos las víctimas de esta triste película sin final feliz. El día que el padre se muera (el gobierno) entonces podremos vivir en paz. Toda la maldad tiene olor a gobierno casi casi como cuando niño su padre lo castigaba y, al éste irse a trabajar, su madre lo sacaba de su castigo para dejarlo jugar en el patio.
El ciudadano leal, por otro lado, acostumbrado a obedecer las leyes mas allá de lo patético, encargado de velar por lo intereses de la nación, aún cuando ese interés vaya en contra de personas de carne y hueso. La patria es primero. Este patriotismo encumbrado en falsas ilusiones daña tanto a los miembros bajo el supuesto bien general, aunque lo general sea tan difícil de medir. Así tenemos al soldado que por sobre todo tiene a la legalidad, el respecto al EStado de derecho, las leyes que son infranqueables, irrompibles, veneradas por venir del pasado de donde todo es perfecto. Estos tiempos de ahora que siempre son extrañamente peores que los anteriores. todo lo que huele a viejo es mejor. Todo lo que huele a "padre", a generación pasada tiene mejor estatus en su cabeza que lo nuevo. Cualquier cambio es malo, siempre será hecho por esos desnaturalizados (casi diciendo huérfanos de país). La familia es lo único importante, pero siempre la familia tradicional. La decisión para formar una familia siempre ha de hacerse bajo los criterios aceptados por el papa y su iglesia católica (papa= padre). Al presidente (padre) no se le puede ofender, no se le puede contradecir: El Informe presidencial es una ceremonia honorable, esos nacos diputados del pé erre dé deberían meterlos a la cárcel primero por nacos y luego por escandalosos. No respetan ni a su propia madre (qué decir del padre).... y un larguísimo etcétera.
La democratización nos ha llevado además a un sentimiento de orfandad del que no nos hemos podido recuperar. Sentimos que de alguna manera las cosas no funcionan y culpamos al gobierno, culpamos al presidente porque no ha cambiado las cosas, culpamos al país por ser uno de pinches nacos tercermundistas como si nosotros fuéramos de otro lado. Sentimos que el país nos debe algo, como si por nuestro estatus de mexicanidad fuéramos herederos de un gran tesoro nacional y que por alguna extraña, extrañísima razón, no nos lo han entregado.
Nuestra vida política gira de una manera tan evidente alrededor del padre que de verdad me he preguntado si lo que necesitamos no son psiquiatras más que políticos.
Y como dijo Jim Davis en sus tiras de Garfield: "Lástima que no puedo decir lo mismo del padre" (respecto de la madre naturaleza tan llena de virtudes)...
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