diciembre 09, 2005

La literatura y sus frustraciones

"La literatura, como los plátanos, es perecedera"

-- Jean Paul Sartre


Literatura implica leer pero para leer alguien tiene que escribir. En algunas ocasiones se confunde el hacer con el crear, esto es que se ignora a una u otra parte de las que son imprescindibles para existir. En alguna ocasión pensé que el escritor era por sí mismo y que el lector era solo un intruso ocasional que se llevaba una impresión de la obra pero que la mayor parte del tiempo se la llevaba erróneamente. Así logré afirmar pese a mis dudas que el escritor no necesitaba del lector. Que el mundo debería ser de los escritores (groups.msn.com/cuentos). Bueno, los años han ido cambiando un poco mi concepción de la literatura pues la mayor parte del tiempo soy lector no escritor.

Alexander Nehamas logró un libro que me marcó en cierta manera. Se llama "Nietzsche: la vida como literatura" en donde exponía su tesis de que el afamado (o infame) filósofo alemán tenía como premisa al realizar su obra, concebirse dentro de una obra literaria. No concebía ser leído para la posteridad ni ser famoso, al contrario. Pero se imaginaba a la vida como un cuento con principio y con fin. Desarrolló una figura que él mismo denominó el "eterno retorno" imaginándose no que las personas tendían a volver al punto de origen pues sería un concepción aristotélica, sino que nuestra vida tenía un curso, una línea y que cualquier cosa que hiciéramos, cualquiera que fuera, no tendría sentido más allá de esa línea. Nuestra existencia entonces, no tendría sentido más que si intentáramos una y otra vez únicamente la misma línea. Si tuviéramos la oportunidad de volver en el tiempo lo único que podríamos hacer es repetir eternamente nuestra misma acción. Su vida fue en cierta manera eso, intentar enmendar algunos errores que nunca pudieron ser solucionados ante la frustración de verse en una sociedad victoriana que lo orilló al exilio.

La literatura, entonces, sólo tendría sentido para reflejar una forma de vida, no para imaginar otras pues éstas no tendrían razón de ser. No tendrían más argumento que ser una parte del todo que es la vida. De esta manera el escritor lo único que puede hacer es escribir sobre su vida sin poder imaginar otras posibilidades. De una manera u otra sus sueños o "invenciones" son sólo aquellas cosas que nunca podrá realizar, por ejemplo volar en una silla o partirse en dos personas con las mismas o diferentes categorías.

El escritor está también limitado de alguna forma a escribir de una sóla manera. Tiene sólo 28 letras qué combinar con algunos signos y números. tiene que escribir siempre de izquierda a derecha, tiene que llenar una hoja a la vez. Estas limitantes le indican de alguna manera que su vida es una línea sin posible retorno. El único retorno es para observar de nuevo lo que ya hizo. A final de cuentas el pasado no existe.

Deciá Sartre lo que indico arriba, que la literatura, como los plátanos, es perecedera. Pensando en esto me imaginé la vida de un escritor que intenta escribir para la posteridad o para desenredar (gracias por la palabra chiwiki) algún concepto. Tendrá que verse envuelto en la frustración de que su obra se pudre o se encuentra demasiado verde para ese preciso momento. La obra, entonces, es escrita para reflejar la vida del escritor en una fotografía que tiene caducida casi instantánea.

estas dos frustraciones, la caducidad y la imposibilidad de escribir sobre algo más, definen la vida de aquél que, intentando soñar, toma la pluma o el teclado sólo para verse reducido a un obrero intelectual. Su capacidad de llenar hojas sólo tiene sentido en el momento que el escritor considera mejor indicado, pero después de eso, ya no. Y nunca podrá concebir la vida más que desde su perspectiva.

Por eso volar es necesario para escribir. Lástima que no tenemos alas. Siempre tendremos la perspectiva del suelo desde donde nos imaginamos lo que no podremos nunca imaginar.

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