enero 28, 2008

Reforma Eléctrica


Publicado originalmente en el SextoPiso

También lee esta semana la editorial "Libre Tránsito" y "Siete Vidas" de Carlos Vázquez


Lo que se estará jugando a partir del 1 de febrero en el Congreso no es la lucha ideológica entre buenos y malos, entre nacionalistas conservadores y globalizados liberales. No, la lucha es entre el sindicato petrolero que quiere seguir disfrutando de la paraestatal mientras tenga recursos qué chuparle, y los ambiciosos empresarios nacionales y extranjeros que quieren una participación en ese festín. A ninguno de los dos les importa verdaderamente si es o no del pueblo.

Desde la presidencia de Lázaro Cárdenas se crearon como consecuencia de la publicación de la Ley Federal del Trabajo unos años antes, las federaciones de campesinos, obreros y de la paraestatal recientemente nacionalizada. Estas agrupaciones tenían como fin la protección de los intereses de los trabajadores, sí, pero más importante, la protección de la elite que apenas comenzaba a asentarse, la de los revolucionarios. Necesitaban tranquilidad social y la mejor manera para lograrlo fue a través de dinero. Las estructuras sindicales se volvieron así en una promesa del partido de la revolución mexicana (luego PRI) para que a todos les tocara algo de los milagros del desarrollo. Esta “conquista de los trabajadores y del pueblo de México” se traduce en desvíos enormes de recursos, corrupción, prestaciones y disposición de recursos muy por encima de la ley (y hasta fuera de ella), pero siempre controlados por los líderes sindicales quienes viven en la total y ofensiva opulencia al margen de la ley. El caso petrolero es uno pero existen en cuanto sindicato mexicano quiera voltearse a ver, del seguro social, del ISSSTE, el grupo minero, los maestros, y un etcétera preocupante, los ejemplos que nos permiten entender porqué el país está como está.

Los empresarios por su parte, han buscado la manera legal de comenzar a participar en la industria petrolera. Ahí tenemos el caso que ha sonado en las últimas semanas donde la familia de Juan Camilo Mouriño, secretario de gobernación y uno de los principales operadores de la reforma eléctrica junto con Georgina Kessel, tiene intereses en un proyecto de producción eléctrica en Oaxaca mientras posee más de 40 concesiones de gasolineras y de transportación de combustible. Sin embargo, éste no es el único. Ahí también tenemos los proyectos de Carlos Slim con su empresa de desarrollo de infraestructura, mismo que hoy se esconde en la construcción de carreteras y otros proyectos, pero cuya principal finalidad es ganar licitaciones de investigación y perforación submarina petrolera cuando llegue el momento, cuando la reforma que desde Zedillo se intenta sea finalmente lograda. No podemos descartar incluso a las petroleras texanas e inglesas que hoy día poseen la mitad del mundo.

Las acusaciones de los perredistas y priístas más nacionalistas tienen todo el sustento. Sí es verdad que lo que se busca con esta reforma es permitir la rapacidad de algunos grupos que ayudaron a que Calderón llegara a la silla presidencial (y que han venido ayudando a ese mismo fin desde hace dos sexenios al candidato que mejor proteja sus intereses), y que ahora quieren cobrar con la cuchara grande. Pero también es verdad la acusación de los grupos más liberales respecto a que lo único que detiene esta reforma son los intereses creados alrededor del sindicato petrolero y el sindicato de la CFE y el de Luz y Fuerza del Centro.

Esta lucha no es por quién tiene la razón sino por quién a final de cuentas se queda con la última rebanada del pastel de la revolución mexicana ¿Serán los sindicalizados o los empresarios? Podremos saberlo dentro de algunas semanas que prometen serán violentas.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que importa no es quien gane, sino con quien ganamos mas el grueso de los mexicanos. Yo me la juego con la IP.

rm dijo...

Yo apostaría por la IP si tuviéramos órganos reguladores con verdaderos dientes para contener sus muy legítimas ambiciones monopolistas. Tendría que ser primero un paso y luego el otro, o será una privatización más como las que ya hemos visto en los últimos años

Cerebro dijo...

Es la idiosincracia mexicana. No tanto las políticas ideológicas o económicas. Tu lo dijiste con lo de la reforma.

rm dijo...

Agregaría que es la idiosincracia mundial, sólo que en otras partes del mundo los criminales están en la cárcel y en México los hacemos senadores

Anónimo dijo...

Aqui también los hacemos candidatos presidenciales y todavía hay quienes con cierta dignidad los llaman "Presidente legítimo"...

Anónimo dijo...

Creo que el mundo no es blanco y negro, y para este problema en particular la solución no está en ninguno de los dos lados.

Lo que me hace sentir peor de todo este asunto es que queda claro que no podemos confiar en los empresarios Mexicanos. ¿Es, entonces, la solución el invitar a empresarios extranjeros? Sé que esta pregunta por sí misma me gana una crucificción en la Iglesia de San Peje Martir, pero es una pregunta digna. Si los políticos son corruptos, y los empresarios Mexicanos son, en el mejor de los casos, incompetentes (y en el peor de los casos, delincuentes monopolistas), ¿entonces qué más nos queda?...

No quiero con esto sugerir que hay que vender a PEMEX a los extranjeros, pero publicaré algo más detallado en mi blog en los proximos días. Sin embargo quiero dejar este pensamiento en el aire para pensar "out of the box". No solo hay dos opciones, y creo que es hora de discutir la tercera o la cuarta opción...

rm dijo...

Ahora sólo se discute la posibilidad de inyectar recursos privados en la exploración de nuevos yacimientos, pero esto no niega la posibilidad de otros intentos.

La paraestatal está todo menos muerta. La reforma fiscal aprobada el año pasado le permitirá reducir los impuestos que actualmente paga, lo que permitiría en teoría aumentar su posibilidad de renovación.

El precio de la gasolina y otros derivados del petróleo hoy en día no se encuentra muy por debajo del precio que hoy ofrece PEMEX, pero algo que sí lastima al consumidor es la calidad de la gasolina. Siendo monopolio es imposible para el consumidor mexicano saber si esa sustancia que se le pone es mejor o peor que otra, salvo aquellos suertudos que viven en la frontera.

La competencia siempre trae beneficios para el consumidor final, ahí una de las defensas para abrir la industria petrolera a otros jugadores. Sin embargo tendríamos que tener cuidado con la forma de abrirlo. El petróleo no son camisas; hay cuestiones de seguridad nacional que deben ser consideradas y discutidas antes de intentar algo.

Anónimo dijo...

Me es difícil creer que a estas alturas del partido haya gente que siga pensando que existe una diferencia entre empresarios nacionales y extranjeros. ¿Acaso las empresas extranjeras en México adoptan las mismas prácticas que sus matrices en el mundo desarrollado? Por supuesto que no, y el mejor ejemplo son los bancos.

Mientras no exista un marco regulatorio y un estado de derecha que lo respalde, da exáctamente lo mismo que Pemex caiga en manos de empresarios mexicanos como extranjeros.

Pemex podría ser una empresa pública competitiva y hay muchas alrededor del mundo que lo son (sé que los derechosos les purga la verdad). Me pregunto cómo los que favorecen su privatización piensan que el estado recuperará el presupuesto perdido por el ingreso petrolero. Pero para variar, el debate en México tiene solo dos caras: privatización o dejar las cosas como están, ambas siendo situaciones indeseables.

Lo siento pero yo no caeré en la trampa de tener que elegir entre los dos extremos. Si no se hace nada o se privatiza Pemex, ambos habrán terminado siendo un grave error que al final de cuentas será el pueblo mexicano el que pagará la factura.

rm dijo...

"Mientras no exista un marco regulatorio y un estado de derecha que lo respalde"

¿Estado de derecha señor Zen? El subconsciente lo traicionó

Anónimo dijo...

LOL! Vaya typo...

En inglés lo llamarían un "Freudian slip"

Anónimo dijo...

Las empresas transnacionales que cotizan en la bolsa de Nueva York tienen comportamientos muy distintos que las empresas que no lo hacen. Esto, incluso, se puede medir substancialmente. ¿Por qué? Por que las empresas que cotizan en dicha bolsa deben someterse a una serie de regulaciones multi-millonarias solo por el privilegio de ser parte del club, una de las más famosas (pero no la única) es Sarbanes-Oxley...

Cotizar en bolsa le da a los inversionistas transparencia, y esto provoca que las empresas actuen diferente. Sin duda que no todas las empresas son buenas, pero hay algunas que, por sus condiciones operativas, necesitan ser mejores que otras. No quiero defender a nadie con este comentario, solo decir que no por que sea privado significa que sea maligno (ni tampoco por que sea público). Hay que estudiar las circumstancias especcíficas.

Ah, por cierto, el Estado de Derecho requiere de tres cosas:
1.- Certeza jurídica, que significa saber que las leyes no van a cambiar constantemente.
2.- Certeza impositiva, que significa que debe ser claro y explicito que cualquier ofensa tendrá un castigo proporcional. No puedes multar con mil pesos a una empresa que transgrede una ley cuyo impacto es millonario.
3.- Transparencia, para que el escrutinio público sirva de barometro y pueda medir la efectividad de la ley y el órden.

En el status quo Mexicano, la inexistencia de estas tres cosas beneficia más a los políticos que a las empresas.

Saludos!

Anónimo dijo...

"Las empresas transnacionales que cotizan en la bolsa de Nueva York tienen comportamientos muy distintos que las empresas que no lo hacen."

¿Y qué que cotizen en la Bolsa de NY? Eso afecta su manera de comportarse en el mercado de los EU, no en el nuestro. Considerando que las empresas extranjeras en México son legalmente entidades distintas que sus matrices, no veo a qué viene tu argumento.

"En el status quo Mexicano, la inexistencia de estas tres cosas beneficia más a los políticos que a las empresas."

En cuestiones financieras por supuesto que no, ni remotamente. Todas las mansiones de Montiel y Elba Esther no se compara a la cantidad que cada año las empresas en México defraudan al fisco, ganan mediante prácticas anti-mercado etc.

En fin, veo que tu argumento va hacia el de "el menor de dos males", cosa que personalmente se me hace absurdo por razones ya mencionadas.