septiembre 03, 2006

La "política de los jóvenes”

La política tiene que ver con la convivencia entre los diversos, con la toma de decisiones y con la solución de los problemas que le atañen a todos. Sin embargo no es novedad decir que la política, a pesar de ser asunto de todos, es decidida por unos cuántos. Ante esta situación los jóvenes quedamos relegados a segundo término cuando se trata de política. Nos convertimos en meros testigos de un drama que sucede lejos de nosotros, sin tener la posibilidad de ser actores protagonistas.
Desde la “ciudadanización” del IFE en 1991 lo que verdaderamente sucedió con la política y la incipiente democracia no fue una apertura sino la creación de un club de amigos. Veamos quiénes son diputados y senadores por la 60 Legislatura y algo de su historia. Veamos también cuántos puestos son verdaderamente abiertos para los jóvenes y así podremos responder una de las preguntas más importantes de este ensayo, ¿por qué los jóvenes no se interesan en la política? ¿Será porque la política no está interesada en nosotros?
A menos que uno se apellide Madrazo, Murat o Cárdenas, prácticamente tiene cerradas las puertas de la política si se es joven. La ascensión en la carrera política parece que implica aceptar acuerdos y compromisos con aquellos viejos políticos que sienten el puesto público es una parcela de su poder y no la decisión del electorado.
El principal problema que tenemos en el sistema político mexicano tiene que ver con el acceso y con la posibilidad de hacer política. Lejos de ello, interesarse en ella como un asunto ajeno podría ser más interesante si la dinámica de los actores no estuviera cerrada a un club reservado sólo para aquellos que en 1991 acordaron, entre otras cosas, el triunfo fraudulento de Carlos Salinas de Gortari. El acuerdo fue simple: dejan gobernar al presidente ilegítimo y el poder será para ustedes. Desde entonces lo único que se ha hecho es hacer aún más difícil el acceso a nuevos partidos políticos mientras los mismos que acordaron la traición han saltado de un puesto al otro impunemente. Desde el pasado diciembre de 2004 cuando se hizo la reforma para que sólo las agrupaciones políticas nacionales pudieran aspirar a ser partidos, entre otros candados, la situación se ha agravado más.
Somos testigos además de un nuevo fenómeno: los sindicatos se están percatando de la fuerza de sus agrupaciones y el primer resultado fue el Partido Nueva Alianza que ha afianzado el poder parcelario del SNTE ahora representado en ambas Cámaras. Para que a nadie le quedara duda de qué es lo que se está convirtiendo la política nacional. El partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina es también una agrupación que intenta por tercera vez su registro (esta vez logrado) y que de nuevo no tiene absolutamente nada. De los demás partidos no queda mucho qué hablar.
Los jóvenes tenemos tres opciones: tomar el largo camino de los grandes partidos con la casi segura esperanza disuelta en las ambiciones de viejos políticos que ya han tomado el control de sus puestos y lo han convertido en un asunto hereditario y casi aristocrático; formar nuevas agrupaciones que tienen muy pocas posibilidades de llegar a ser partidos por la gran cantidad de limitantes que actualmente existen; o resignarse a hablar de la política como un asunto ajeno y quizá ni siquiera interesarse por él.
Los políticos saben que el joven no vota, en la elección de 2003 hubo un abstencionismo de jóvenes de casi 70% según datos del IFE. El círculo vicioso continúa porque al no existir un estímulo para dirigirse a los jóvenes más que en retórica y en propuestas que en nada están solucionando los problemas de seguridad, acceso a la educación y al empleo, el político se abstiene de gastar su energía en esos campos.
Lo que estamos siendo testigos es una “hiperestabilidad” del sistema político mexicano. Esto significa que las elites han encontrado el punto perfecto en donde todos ganan sin conflicto alguno. Inventan algunos conflictos entre ellos para pretender una lucha política que les signifique apoyo electoral pero en realidad todos tienen bien tomada su medida. El problema es que cuando las elites se estabilizan y no existen conflictos de intereses por lo general aplica la metáfora de la olla tapada. Cuando una olla se encuentra totalmente tapada (hiperstabilizada), el vapor tiene que encontrar una salida por los extremos logrando cualquiera de estos resultados: se derrama el vapor por los extremos (la alta migración que tenemos actualmente en nuestro país no es una casualidad), o la concentración de vapor logra que finalmente la tapa sea expulsada violentamente liberando el vapor sin control.
Los jóvenes reclamamos espacios que la elite gobernante está limitando a su antojo y esto es una causal de inestabilidad futura. Nuestro desinterés no es más que producto de una imposibilidad de acceso así como de un sistema educativo que ha dejado de ser un factor de movilidad social desde hace varias décadas. Las escuelas públicas que en otros tiempos fueron instituciones que permitían el acceso a puestos tan elevados como la misma presidencia de la república, hoy han sido sustituidas por escuelas privadas, por lo general extranjeras, que sólo algunos hijos de personas privilegiadas tienen acceso a cursar. Esta discriminación de facto está provocando otro elemento de apatía en la juventud que ya no encuentra un incentivo directo entre su interés en la política y su posibilidad de acceder a ella de manera fácil.
El acceso es lo que permitiría el interés de los jóvenes en la política. Cualquier otra retórica y promesa sin sentido no haría más que elevar uno o dos puntos la popularidad de candidatos que en realidad no tienen un verdadero interés en la problemática de este segmento de la población más que en un sentido mercadológico.
Una reforma al sistema de partidos sería el mejor aliciente para mejorar el interés de los jóvenes en la política, más que cualquier política encaminada al deporte, a la música, o cualquier otro intento de los políticos de cubrir su cuota a los jóvenes sin verdaderamente sentarse a pensar qué es lo que queremos.

3 comentarios:

Batz dijo...

Es un punto interesante el que tocas. El circulo vicioso que se ha creado entre la apatia ciudadana [especificamente de los jovenes], y la estabilidad que los grupos de poder han alcanzado.

Como dices, es una olla a vapor. Lo que esta gente no sabe, que se encuentra comodamente en su casa, con comida todos los dias, con trabajo, y hasta dinero para salir de vacaciones, [y que odia a AMLO por "atentar" contra Mexico], es que tarde o temprano les estallara el problema en la cara...

Me confieso parte de la tercera categoria.. no me veo en el futuro como parte activa de la politica mexicana. Lo que hare es seguir en las comidas de la familia, escuchando y aprendiendo =)

rm dijo...

Únicamente te necesitamos como una persona que escuche a los demás Champ.

Un abrazote =)

vero.mil dijo...

!!Basta que nos (jovenes) utilicen como mercado¡¡