octubre 31, 2006

Legitimidad Rota

En el siglo XVI John Locke estableció uno de sus razonamientos más brillantes:
Quien ejerce el poder fuera de los límites de la ley, y se sirve de la fuerza pública para cargar a los súbditos con obligaciones no contempladas por la ley, deja de ser magistrado y pierde la autoridad por la cual era obedecido.

A la vista de los tristes acontecimientos sucedidos en Oaxaca en los últimos días podemos concluir que John Locke hubiera sido el hombre en primera fila exigiendo la salida de un gobernador ilegítimo, perverso y egoísta.

Sólo en un país como México un gobernador al que se le ha demostrado consecutivamente el estar utilizando elementos policíacos infiltrados en las movilizaciones para provocar la reacción y posterior represión puede seguir en su puesto.

La urgencia de una mayoría legislativa ha dejado al PAN imposibilitado políticamente para proceder como debería en un escenario como el que se está presentando. El chantaje de un partido con una amplia experiencia en ese terreno está utilizando sus mejores armas para mantener al gobernador oaxaqueño por encima de toda lógica.

¿Qué posibilidades tiene de considerarse legítimo un gobernante que ante toda petición social reaccionó con represión y violencia? La parte magisterial fue una última hazaña que le salió completamente mal.

Aquí tenemos un claro caso para Max Weber: Un líder que se sostiene legalmente en su poder cuando sus representados lo repudian; utilizando la debilidad del partido que tomará el poder el 1 de diciembre, así como la especial coyuntura violenta del país para alimentar conflictos internos que le puedan ayudar a fortalecer su posición dentro del Estado que juró gobernar para todos.

El asesinato del periodista Bradley Will y la respuesta diplomática de Estados Unidos al respecto obligó lo que había estado deseando Ulises Ruiz por lo menos desde Agosto. Las fuerzas federales han entrado a poner orden en una zona donde la provocación y la represión había sido la moneda de todos los días.

La pregunta que muchos se han hecho al respecto de la insistencia de un gobernador deslegitimizado (por no agregar "autodeslegitimizado") por permanecer en el poder es: ¿qué piensa gobernar?

La calidad de un gobernante se mide por dos factores: resultados y percepción ciudadana. Quizá podríamos agregar un tercero que es el que a final de cuentas lo está sosteniendo actualmente: el apoyo político de su partido. Sin embargo Ulises Ruiz ha demostrado una estrechez de miras y una intolerancia no propias para un país que se presume democratizado.

La incapacidad para manejar una crisis como la que vive su Estado debería ser suficiente para pedir su renuncia. Cuando le agregamos la sospecha de que fue él mismo quien alimentó esta crisis buscando una abstención electoral el 2 de julio del grupo que no apoyaba a Roberto Madrazo, creo que no hay mucho más que hablar.

Otra pregunta que podemos hacernos sobre este tema es ¿Qué gana el PRI manteniendo al gobernador de Oaxaca por encima de toda negociación? Indiscutiblemente el poder de un Estado implica recursos y capacidad electoral para las próximas elecciones intermedias. Pero ¿no estarán considernado lo que pueden perder si el electorado sigue relacionando al PRI con una serie de escándalos políticos de grandes dimensiones? Ahí podemos comenzar a sumar hechos como el gobernador de Puebla, el gobernador del Estado de México, el escándalo del coordinador de los priístas en la Cámara de Diputados Emilio Gamboa Patrón, entre varios otros.

De acuerdo a la teoría John Locke un gobernador ilegítimo dejó de ser representante en el momento en que utilizó la fuerza pública para fines personales y de represión contra su pueblo ¿Qué espera Ulises para hacer lo único que puede ser éticamente correcto que es presentar su renuncia?

¿Qué espera el PRI para dejar de apoyar personajes oscuros que sólo alimentan más la pésima imagen ciudadana sobre este partido?

¿Qué espera el PAN y Vicente Fox para anteponer los intereses del país sobre sus muy particulares? Si lo hacen por una mayoría legislativa raquítica, sabemos por experiencias previas que la alianza PRI-PAN estará sometida a constantes chantajes que la harán insostenible ¿Estará esperando que el electorado también relacione al PAN con los escándalos que ni siquiera le corresponden?

¿Qué esperamos para dejar de votar por políticos como los que ahora vemos? ¿Es que de verdad tenemos a los políticos que nos merecemos?


* Locke, John, “Segundo Tratado sobre el Gobierno”

4 comentarios:

Carlos Gustavo dijo...

Etica y vida pública

Otto Granados Roldán

Cerca de su muerte, en una larga conversación con el escritor y premio Nobel Elie Wiesel, el presidente Miterrand insistía en que en la vida pública importa no solo el talante democrático y el respeto a la ley sino que tan indispensables como éstos son el "sentido del deber y la sanción popular". Pues bien, esta es una lección que muchos de quienes hoy figuran con especial intensidad y visibilidad debieran recordar y practicar en un momento en el que tanto las tecnologías de la información como la emergencia de una sociedad civil más demandante han hecho que la cosa pública se vuelva, ciertamente, algo más pública.

En efecto, en los últimos meses y por razones distintas, varios personajes que ocupan posiciones de relevancia social se han visto envueltos en una sucesión al parecer interminable de escándalos y de presuntos delitos que tiene un doble efecto. Por un lado, no deja de ser positivo que quienes ejercen un liderazgo importante estén sujetos a los más elevados grados de escrutinio público y que, si es el caso, respondan, al igual que cualquier mortal, de acuerdo con lo establecido por la norma jurídica. Pero por otro, es evidente que si los que gozan de dicha condición incurren en conductas que vulneran los códigos valorales aceptados por todos, entonces están minando la confianza que una colectividad les ha depositado y, con ello, debilitando un de los cementos más poderosos -la ética- en que se funda la construcción y mantenimiento de la cohesión social.

El fenómeno es ahora particularmente perceptible no solo en el campo de los políticos, algo tan antiguo que parece ya formar parte del paisaje natural, sino también en el de otros dos gremios que por igual comparten esas características: miembros del clero y de los medios de comunicación. Los ejemplos sobran en estos días: las relaciones tan indebidas de políticos mexicanos con empresarios acusados de diversos ilícitos; la presunta pederastia cometida por representantes de la iglesia católica o por legisladores como el ejemplo reciente del republicano norteamericano Mark Foley; la dimisión del editor de The Miami Herald y El Nuevo Herald en el contexto una investigación que reveló pagos oscuros de agencias gubernamentales a periodistas de esos medios o los despidos de reporteros de The New York Times por haber producido materiales con base en inventos y falsedades. Este panorama sugiere al menos dos preguntas clave: ¿por qué es crucial monitorear con mayor puntualidad el comportamiento de políticos, periodistas y curas? Y ¿qué puede hacer una sociedad que se repute civilizada al respecto? Veamos.

Es una obviedad afirmar, en primer término, que las élites políticas tienen la obligación no solo de respetar la ley sino de entender que hay un marco más amplio que los obliga, más que a otros, a cumplir con un código mínimo éticamente aceptable al menos por dos razones. Una tiene que ver con el hecho de que, en materia pecuniaria, la corrupción es no solo una apropiación privada de bienes públicos sino una grave distorsión en el funcionamiento de la economía y un agravante en los costos de transacción para los agentes productivos. No es ninguna casualidad que los países que generalmente ocupan los lugares más altos en los informes de competitividad sean también los que cuentan, entre otras cosas, con mayor transparencia en su sector público.

Pero la otra circunstancia es que cuando un político observa una conducta lesiva de valores exigibles a todos se produce un daño mayor: que la ciudadanía suponga que, si así actúan los dirigentes políticos, entonces esa es una manera aceptable de que las personas comunes se conduzcan. Cuando la mayoría de los estudios de opinión muestra que en México los niveles de confianza interpersonal son tan bajos (22-25%) y la ilegalidad es una práctica consentida y extendida, es casi imposible tener lo que alguien ha llamado una "sociedad decente", uno de los pilares más sólidos de una cultura cívica de alta intensidad y una democracia consolidada. La irregularidad en la tenencia de la tierra, la proliferación del contrabando de autos o la violación contumaz de los contratos son ejemplos cotidianos de la aceptación social que este tipo de delitos tienen en porciones amplias de la comunidad.

El caso de los medios es otra de las zonas minadas en el tejido público mexicano. Pongamos las cosas de la siguiente manera: en los tiempos del régimen autoritario, los medios se quejaban de las limitaciones que teóricamente sufrían para hacer libre e independientemente su trabajo. Pero, en contrapartida, fue en esa misma época en donde la práctica totalidad de las grandes fortunas mediáticas se labraron, lo que revela al menos una contradicción ética considerable: se beneficiaron alegremente de lo mismo que cuestionaban y, vaya paradoja, padecían. Ahora, los ingresos documentados y no documentados de buena parte de esos medios son presumiblemente mayores que antes, cada vez hay más personas metidas al negocio, se conducen con una arrogancia solo equiparable a su ignorancia, la legislación sigue siendo la misma que en el siglo pasado y como ya no pesan sobre ellos los candados que, según dicen, había en el antiguo régimen, entonces actúan con total impunidad en tierra de nadie, sin que exista rendición de cuentas ni, por supuesto, contrapeso alguno. Es justamente por este conjunto de razones que tenemos en México un sistema de medios, con notables y apreciables excepciones, tan mediocre y moralmente tan cuestionable.

Y la tercera área crítica es la de las iglesias, en especial la católica. En numerosas ocasiones esta columna se ha referido al tema subrayando algo muy simple: las religiones -las serias desde luego- son muy importantes para millones de personas que encuentran en ellas el basamento espiritual que acompaña y le da sentido a su existencia física y al universo material; la práctica religiosa es un elemento consustancial en la vida de esos creyentes, y quienes dirigen esa práctica tienen un ascendiente moral claro. Por tanto, cuando algunos de éstos incurren en actos delictivos, que son además condenables y reprobables desde cualquier ángulo que se mire, dañan profundamente una parte muy sensible de la estructura ética comunitaria.

¿Qué hacer? diría el viejo Lenin. Aunque el asunto es sumamente complejo pues tiene que ver no solo con cuestiones legales sino también con factores culturales e, incluso, antropológicos, pueden apuntarse algunas ideas.

La primera y central es que la llave maestra la tiene la exigencia social. En la medida en que los ciudadanos monitoreen, denuncien, presionen y ejerzan su derecho a cuestionar con razón a quienes, desde una posición pública, vulneran la confianza depositada, en esa misma medida puede gradualmente modificarse el usufructo de poder, santidad o verdad que hoy monopolizan quienes están en el gobierno, el púlpito o los medios. Segundo: otros países han demostrado que el rechazo social hacia quienes lastiman el "sentido del deber" va aparejado con prácticas más transparentes. Es decir, cuando quien ha delinquido no recibe ninguna sanción popular ni sufre la exclusión de sus pares, vecinal o comunitaria, entonces supone que el "hecho" es reprobable para la ley pero admisible para la sociedad. Y tercero: si bien es verdad que en el sector público hay progresos lentos en materia de escrutinio, transparencia y rendición de cuentas, también lo es que, en este sentido, las iglesias y los medios están en la edad de piedra. Es inaceptable que éstos, cuya misión es de interés público, sean un modelo de secretismo o encubrimiento, y que, con frecuencia, en lugar de proceder conforme a la ley, busquen fórmulas para guardar el polvo bajo la alfombra, llegar a acuerdos extrajudiciales, establecer contubernios o sencillamente chantajear, en especial los medios, a quienes osan desafiar su poder.

La discusión sobre ética y vida pública es, desde luego, una de las asignaturas pendientes fundamentales para México, pero no habrá una real transición, no tendremos una cultura cívica fuerte, no seremos un país competitivo ni una democracia asentada si no le damos a estos temas la centralidad que tienen.

Periodista.

Un gran abrazo!

Batz dijo...

Bien dijiste que las cosas en Oaxaca apenas habia tomado "importancia" hasta que asesinaron al periodista de los EEUU.

Es una situacion poco inteligente, me parece a mi. Aguien obviamente ve algun beneficio, y se esta jodiendo a un estado entero... embarrando a Fox, y a Mexico en general.

La perspectiva que en España se tiene de esto, es que se les salio de control hace ya mucho tiempo. Parece guerra civil! ..

rm dijo...

Menos mal que nada más parece

Elver Gonzales soplas dijo...

Embarrar a fox,.. jajaja pero como,.. si a ese guey se le resbala todo,.. en oaxaca sus ezbirros estan peleandose contra el pueblo y el de gira,.. o fox,.. criatura del señor,.. por que te culpamos,.. si tu obligacion es con tu pueblo que te ungio como su presidente,.. y que les mandas unos buenos catorrazos,.. jajajaj lo peor es que "la perra es tan brava que hasta a los de su casa muerde",.. claro,.. hablo de fox,.. jejejeje
en lo personal,.. fox se hace pato,.. y lo califico como se dice coloquialmente,.."anda con bandera de pendejo",.. ¿y por que? pues se hace pato para no tumbar a ulises hasta que el espurio tome la presidencia escudandose en sus instituciones que se negaron a un conteo transparente,.. bueno el caso es que una vez que el espurio tome protesta,.. no se como le hagan,.. pero cuando pase eso,.. fecalazo va a hacer algo para apagar a el pueblo de oaxaca de tajo,.. ¿que sera? no lo se,.. pero ahorita los medios se encargan de difundir que los de la appo son unos reveldes, levantados, asaltantes, etc, etc, y los de la pfp solo barren las calles por la suciedad que dejo la appo,.. creo que no se dieron cuenta que cuando la appo estaba en el zocalo no hubo robos o algo asi,.. cuando llego la pfp,.. cualquier rincon fue bueno para hacer sus necesidades despues de haber saqueado los comercios,.. pero tvapezta ni televizca,. no le poen interes,.. en fin,. el caso que para despues de diciembre que fecal tome el poder,.. tendra dormidos a medio pueblo como en las elecciones que les inculco el miedo,.. estara listo mexico para el golpe final y asi fecal sera el heroe por poner orden a los oaxaqueños,.. hay 2 sopas,.. que si no apaga a oaxaca,.. arderan muchas coss mas,.. y si la apaga,.. ¿a que precio?